EVOLUCIÓN MORFOLÓGICA DE LOS NÚCLEOS HABITADOS DE VENTA DEL MORO (II):

VENTA DEL MORO.

© Adrià Besó Ros

VENTA DEL MORO

La población de Venta del Moro se ubica sobre la pendiente situada en la margen izquierda de la rambla Albosa. Esta tuvo su origen en un hostal situado en el viejo camino medieval que unía Valencia y Requena con Iniesta y Toledo, que cruzaba el río Cabriel, al igual que la vereda de ganados, por el vado y posterior puente de Vadocañas1.

Las primeras referencias escritas que se conocen datan del año 1522 cuando se nombra a Venta del Moro como «La Venta»2. En la respuesta 33 del Catastro del Marqués de la Ensenada de 1752 se menciona ya como una aldea, perteneciente entonces al Término General de Requena, aunque tengamos constancia ya de nombramientos de alcaldes pedáneos de Venta del Moro desde 1593.

El origen de este núcleo, a diferencia del resto de las aldeas de su término municipal, fue una venta emplazada en un lugar estratégico del itinerario entre Valencia y Toledo, en un cruce de caminos y de rutas, cuya situación privilegiada favoreció su pronto desarrollo como aldea, proceso que se sitúa en el contexto de expansión económica del siglo XVIII y de desarrollo del pensamiento fisiocrático, que trajo consigo la puesta en cultivo de nuevas tierras y la construcción de caseríos, algunos de los cuales también se convertirán en aldeas hacia finales del siglo XIX, coincidiendo con la consolidación de una agricultura capitalista orientada al mercado, en este caso, especializada en la vitivinicultura comercial. Según Rafael Narbona:

Parece incontestable que Venta del Moro tuvo principio como etapa en un nudo natural de comunicaciones que unía por una parte la Manchuela con la Plana de Utiel-Requena, aprovechando el recorrido delineado por la rambla Albosa, y que por otra parte permitía atajar, dirección poniente, hasta el camino real de Madrid mediante el puente de Vadocañas. La Venta surgía como eje intermedio entre esas tres rutas, más importantes por el tráfico pecuario que por el humano, como distribuidora de los ganados en unas dehesas inmensas y poco pobladas, muy próximas a las veredas reales de San Juan o de Hórtola, procedentes de la Mancha y de la Serranía de Cuenca. Los lindes sur y oeste de lo que después sería el término municipal, caracterizados por una geografía difícil y muchas veces inhóspita, favorecía su consolidación como epicentro comarcal y hacía casi inevitable la utilización de este desvío. La superación de las dificultades del a veces infranqueable río Cabriel, tras las cuestas de Villatoya o después del puerto de Contreras, aconsejaban este camino a los viajeros, a los rebaños y al tráfico rodado, evitando así las penalidades e imprevistos que podrían surgir si se hubieran seguido las sendas que discurrían junto al curso del río y los atajos por el páramo y el monte de la Derrubiada3.

Además de estos factores económicos, no podemos pasar por alto la abundante presencia de agua, elemento necesario para el desarrollo de cualquier asentamiento humano. La rambla de la Albosa discurre en sentido noroeste-sureste y marca el límite de crecimiento de la población. Junto a ella brotan una serie de fuentes cuyo caudal se desviaba por medio de pequeñas presas o azudes a sus respectivas acequias que fertilizaban pequeñas parcelas de huerta que se desarrollan a lo largo del cauce hasta llegar a Casas de Pradas, hoy en su mayor parte abandonadas. Hasta la instalación de la red de agua potable, la población se servía del caudal de la Fuente de los Desmayos y de la Fuente de la Glorieta (la antigua y la inaugurada en 1940).

En la planimetría del año 1904 encontramos definido el perímetro que ocupaba la villa de Venta del Moro con los caminos que confluían en ella4. De norte a sur el antiguo camino de Caudete (actual carretera de Caudete de las Fuentes) penetra a Venta del Moro por la calle de Colón hasta llegar a la Plaza de la Virgen de Loreto.

De oeste a este, el camino viejo de Villargordo del Cabriel a Venta del Moro, que continúa por la calle de las Cruces, hasta llegar a la Plaza de la Virgen de Loreto. Otra vía que llega desde el oeste es el llamado camino de Villargordo del Cabriel, que parte del viejo a la altura del caserío de los Aldabones, y entra en el núcleo urbano salvando el vado de la rambla de la Albosa por la calle del Conde Villamar y la calle Montera. En 1915 se construyó el puente de las Ollerías5, con lo que este se convirtió en uno de los ejes principales de entrada a la población, sobre todo para el servicio de las instalaciones agroindustriales que se localizaron sobre el borde urbano recayente a la Rambla de Albosa.

Desde el noreste llegan los antiguos caminos de Requena (actual CV-455) y Utiel, que confluyen antes de llegar a la población y penetra en la misma por la actual calle Fidel García Berlanga, que llega hasta la plaza de Blasco Ibáñez, junto a la iglesia parroquial. Desde el sur llegaba el camino de Venta del Moro a los Cojos, que poco antes de llegar a la población se bifurcaba en un tramo que continuaba junto al cauce de la rambla de Albosa y bordeaba la población por la actuales calles Huertos y Leopoldo Emilio Clemente hasta su confluencia con la actual calle Caliches, que se corresponde con la terminación del otro tramo llamado camino del Barranco Hondo, que a pesar del topónimo, discurría por la parte más alta evitando las posibles crecidas de la rambla en tiempos de lluvias.

Como hemos visto, la confluencia de estos caminos en núcleo de población forma una serie de plazas que configuran una estructura de relaciones nodales: Virgen de Loreto en el oeste, José María Castillo al este y Blasco Ibáñez al norte. Entre este y oeste aparece un eje de comunicación claramente definido por la plaza de la Constitución, calle Manzana, calle del Aire y calle Cruces. Esta sirve también de nexo de unión entre las plazas de la Virgen de Loreto y Blasco Ibáñez, junto a la iglesia. Por otro lado, el eje formado por la calle Fidel García Berlanga se prolonga hacia el sur por las calles doctor Fleming, de la Fuente y Desmayos hasta llegar a la Rambla. No hemos podido establecer cuál fue el origen de este eje: un desagüe natural hacia la rambla, la vía de acceso de los habitantes hacia la fuente, o bien un antiguo vado como lo parece indicar la presencia de un camino en la otra orilla de la rambla que viene a confluir con la calle Desmayos en el lado opuesto. Por tanto podemos concluir que el origen de la población viene marcado por esos alvéolos o nodos configurados por aquellos espacios abiertos donde confluyen diferentes caminos, cuyos ejes marcarán las líneas de crecimiento y desarrollo.

Encontramos substanciales diferencias entre la morfología de la estructura viaria situada al norte y al sur de la plaza de la iglesia. En la parte norte el trazado ofrece una cierta regularidad, que se justifica en parte por las condiciones ofrecidas por un relieve menos sinuoso y con menor desnivel que el que encontramos en la parte sur.

El crecimiento en torno al antiguo camino de Requena (calle Fidel García Berlanga) adopta forma de peine con calles que parten de la misma de forma tangencial (Blasco Ibáñez, Árbol, San Pedro, La Plata, Nueva), algunas de la cuales en aquel momento no tenían salida. Además, de algunas de estas surgirían a su vez otros adarves (San Pedro, Nueva, Árbol). Esta trama contribuía a conformar la imagen de un núcleo cerrado, característica del urbanismo de los pequeños asentamientos durante la época preindustrial.

Por otro lado, al sur de la plaza de la Iglesia encontramos un trazado de las calles más sinuoso que se adapta a las curvas de nivel, ya que aquí se acentúa la pendiente hacia la rambla de la Albosa. La morfología del terreno condiciona también una parcelación de dimensiones más reducidas en comparación con la zona alta. Encontramos un crecimiento orientado en torno a unos ejes que discurren de noreste a suroeste (calles de la Fuente-Desmayos y calle Montera) y de este a oeste (calles Huertos y Victorio Montes). Estos últimos parten respectivamente del camino de Venta del Moro a Los Cojos, y de la plaza José María Castillo, situado también junto al mismo. De estas vías principales parten una serie de rinconadas o adarves, formados por pequeños callejones generalmente de trazado irregular que adoptan forma de pequeña plaza (callejones del Mellao y de Roda en la calle del Aire; callejón del Tío Hospicio en la calle Montera; callejón del Tío Inocente en la calle Huertos…). Vemos en algunos como la viga del dintel de la marquesina de acceso todavía conserva los huecos donde se introducían los goznes de las puertas que los cerraban. Esta es la morfología más habitual en esta zona baja de la población, aunque también encontramos algún callejón rectilíneo como en la parte alta (callejón de Blas en la Calle de la Fuente; callejones de la Sorda y de Chicharras en la calle Sindicato Agrícola…).

En todo el núcleo de Venta del Moro encontramos un total de veinte callejones que, excepto el del Conejillo, se inscriben dentro de la trama urbana consolidada antes de 1904. Según explica Feliciano Yeves:

Característica fundamental de estos callejones era, y lo fue casi siempre, la entrada libre y una (a veces dos) puerta al fondo. Los laterales eran ocupados por vanos y ventanas de otras casas aledañas, tapiales de corrales con su correspondiente puertecilla de entrada y salida a otras viviendas, y rara vez con una puerta de entrada principal. Y es que, realmente, la mayor dignidad e importancia del callejón era asumida y presumida por la vivienda del fondo, en su mayoría con puerta de entrada de dos hojas […] superior e inferior en horizontalidad6.

Las evidencias explicadas, apoyadas en el contraste de los datos ofrecidos por la cartografía histórica con la visura del espacio urbano actual, nos lleva a plantear una propuesta alternativa a la realizada por Rafael Narbona7, quien sitúa el eje originario del camino entre Valencia y Toledo en la actual calle Huertos. Los datos ofrecidos por las hojas de la planimetría del año 1904 muestran como los principales caminos confluyen en el eje marcado por las plazas de José María Castillo, Constitución, y las calles Manzana, del Aire y Cruces hasta llegar a la Plaza de la Virgen de Loreto. Este sería atravesado a la altura de la plaza de la Constitución de norte a sur por las calles de Fidel García Berlanga, plaza de la iglesia, calles de la Fuente y Desmayos, hasta cruzar por un vado ya desaparecido el cauce de la rambla de la Albosa. En muchas poblaciones que surgen a lo largo de caminos preexistentes y que adoptan una estructura urbana cerrada como elemento de protección siempre dejan el paso del camino principal abierto (La Pobla Llarga, Villanueva de Castellón), que se cierra por las noches o en caso de peligros con puertas, como es el caso de Puente de la Reina (Navarra) o el despoblado de Berfull (Valencia), pero no con una hilada de casas que obliga a desviar el paso hacia un lado, como sucedería al final de la Calle de los Huertos en Venta del Moro. Sin embargo, este desarrollo urbano cerrado sí que tiene sentido en relación a un eje principal como sería el camino de Venta del Moro a los Cojos, de donde surgen en perpendicular en forma de peine, tal y como vemos en otras aldeas y en la parte situada al norte de la plaza de la Iglesia.

En 1945 observamos como el núcleo de población se ha ampliado hacia la zona oeste junto a los ejes formados por el camino de Caudete (Calle Colón) y por el camino de Villargordo (Calle Cruces), donde se consolidan algunas manzanas. Hacia el este se materializa un tímido crecimiento con la construcción de algunas casas en el flanco este de la calle Corrales. En 1956 se completa la calle Corrales, y el crecimiento urbano continúa hacia el oeste. Observamos que ha desaparecido un edificio existente en la plaza de la Virgen de Loreto, con lo que ésta adquiere ya la superficie actual. Hasta 1970 se consolida la zona oeste hasta llegar a la calle Cuartel. En 1975 se haya casi concluido el barrio de casas levantado al este de la carretera de Casas de Pradas (CV-475). Hacia 1990 se prolonga la calle Cruces hasta alcanzar la carretera de Tamayo (CV-455), con lo que se consolida el crecimiento en esta zona.

Es a finales de la década de los años noventa cuando se construye sobre los campos existentes al sureste de la población y se abre la calle Cronista Feliciano Yeves. Y también en este momento cuando se levanta el barrio de casas al norte de la carretera de Tamayo (CV 455), con lo que el núcleo de Venta del Moro alcanza la extensión actual.

Según el estudio de población realizado por Ignacio Latorre8, a partir de la década de los noventa se produce un estancamiento en el número de habitantes del núcleo de Venta del Moro, mientras que el resto de aldeas continúan perdiendo población. Por ello este crecimiento de viviendas se justifica por la confluencia de dos factores. Por un lado, aquellas personas que han emigrado continúan ocupando sus casas en temporadas estivales. Por otro lado, el número de habitantes se mantiene en parte gracias a que algunas familias abandonan las aldeas para vivir en este núcleo de cabecera que cuenta con más servicios, por lo que la construcción de nuevas viviendas sirvió en parte para albergar a estos nuevos residentes.

1 PIQUERAS HABA, Juan. Geografía de la Meseta de Requena-Utiel. 2ª ed. Requena, Centro de Estudios Requenenses, 1997, p. 152; PIQUERAS HABA, Juan; SANCHÍS DEUSA, Carmen. Hostales y ventas en los caminos históricos valencianos. València, Conselleria d’infraestructures i transport, 2006, p. 187..
2 LATORRE ZACARÉS, Ignacio. “Venta del Moro en el siglo XVI. Primeras manifestaciones escritas de Venta del Moro y su término”. El Lebrillo Cultural, 27 (2010), p. 13.
3 NARBONA VIZCAÍNO, Rafael. “El primer poblamiento y desarrollo urbano de Venta del Moro”. El Lebrillo Cultural, 16 (2001). .
4 La consulta del Registro fiscal de edificios de 1894 conservado en el Archivo Municipal de Venta del Moro nos permite conocer aproximadamente el perímetro del núcleo en ese año, que coincide a grandes rasgos con el ofrecido por la planimetría 10 años después. En este documento no se encuentran referenciadas las calles situadas al norte de la calle Nueva y al oeste de la Calle Montera, por lo que sería hacia estas zonas donde se dirigiría el crecimiento en los años de transición entre los siglos XIX y XX en torno a los ejes formados por los caminos de Requena y de Villargordo del Cabriel respectivamente.
5 LATORRE ZACARÉS, Ignacio. “Población diseminada en el término de Venta del Moro”. El Lebrillo Cultural, 29 (2012), p. 11-21.24
6 YEVES DESCALZO, F. A. Callejero de Venta del Moro. Calles, plazas y callejones de la villa de Venta del Moro y sus aldeas, Valencia, Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro, 2009, p. 136.
7 NARBONA VIZCAÍNO, Rafael. “El primer poblamiento…” (2001).
8 LATORRE ZACARÉS, Ignacio. “Población diseminada…” (2015).
 

Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro

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