JARAGUAS: UNA BREVE DESCRIPCIÓN
Autor: Ignacio Latorre Zacarés


Situada a 797 m. de altura sobre el nivel del mar y en un altozano, quizás de carácter defensivo, se encuentra Jaraguas. A pesar de la disminución de habitantes que ha padecido con respecto a las cifras de mediados de siglo XX (731 habitantes), sigue siendo la primera aldea del término municipal de Venta del Moro en población y es una de la más antiguas de la comarca de Requena-Utiel. Actualmente, su población asciende a 249 habitantes (129 hombres y 120 mujeres). Su casco urbano está formado por 236 viviendas, 111 ocupadas todo el año y 125 temporales. Además se contabilizan 21 locales (escuela, centro social, iglesia, tiendas, bodegas, etc.).
La población se encuentra rodeada por la carretera, construida en 1.913, que conecta la nacional de Madrid-Valencia con la de Albacete a la altura de Los Isidros. Son tres las ramblas que confluyen a los pies de Jaraguas: la Albosa, la rambla de los Encaños y la Rambla Salada. Al hallarse situada en altura, muchas de sus calles son pronunciadas (calle Cuesta) y llegan en pendiente hasta la plaza principal de la Iglesia (Plaza de San Francisco Javier). Las diferencias de alturas muchas veces son solventadas con escalones como los de la calle Peñas o Cantarranas y otras veces da incluso pie a la existencia de hormas (salida de Jaraguas a las Salinas). El entramado urbano se presenta con calles muy esquinadas y recovecos. Desde la carretera, orientación norte, sube el Camino de la Fuente donde se ubican la Fuente Amparo, el lavadero comunal y un bonito paseo de chopos regados por la Albosa. También en la Plaza de la Iglesia confluye en pendiente la calle Valencia desde el este (antiguo camino a Utiel que pasaba por las Salinas). Desde el propio camino de las Salinas parte también la calle Molino, que comienza casi en el antiguo molino de la sal, y que discurre por todo el centro hasta llegar a la rambla Salada. Cortado ya por enfermedad el emblemático olmo que existía a la entrada de Jaraguas, sin embargo, aún resiste el olmo de la calle Molinos y también encontramos alguna fuente en la Plaza de la Iglesia y en la calle de las Cuatro Esquinas. A reseñar el acierto de señalar el callejero con letreros de madera, aunque actualmente éstos estén necesitados de restauración.
Geológicamente, Jaraguas está situada en el Valle de la Albosa, rambla que nace a poca distancia del núcleo de población. La rambla Albosa (que nace en el paraje de Gil Marzo, muy cercano a la población) discurre excavando terrenos de materiales blandos del terciario (margas o gredas, calizas, areniscas). Sin embargo, algunas arcillas impermeables del Keuper dan origen a las fuentes que abocan a la Albosa. Pero, lo que singulariza geológicamente a Jaraguas es la existencia a escasos metros de la aldea, justo en el paraje de las salinas, del afloramiento de un diapiro triásico del Keuper. Los afloramientos del triásico se caracterizan por las arcillas rojas que fácilmente se pueden encontrar en la propia loma y alrededores de Jaraguas. Son tierras difíciles para el cultivo, pero que han sido aprovechadas para la plantación de viñas. También en las salinas se observa la presencia de aragonitos, jacintos de Compostela y arcillas grises del triásico que eran utilizadas para lavar la lana.
Son varias las fuentes cercanas a Jaraguas, entre ellas la más famosa la de la "Huerta la Zorra" a la que se atribuye propiedades curativas (especialmente renales) y que son de aprovechamiento ya antiguo; junto con otras de menor entidad como la de la "Caña", la del "Tío Juan Antonio", la "Mina", la de la "Tía Matea", la "Teja" o la de "Los Diegos". También hay que citar la "Fuente Amparo", en la entrada de la población, que fue inaugurada en 1911 al traer las aguas de "La Sarguilla" (junto a Gil Marzo) y que tiene un total de cinco caños, un caudal aproximado de 10 litros por segundo y un retablo de azulejos dedicado a la Virgen de los Desamparados (patrona de la aldea). Olvidada su antigua función de abastecimiento de la población, la Fuente Amparo surte actualmente el lavadero comunal y finalmente sus aguas se vierten en la Albosa. La población se abastece desde 1989 de una nueva canalización procedente de Casa Doñana. Son pocas las huertas que se hallan aún cultivadas y estas se localizan en el "Tollo" y el "Ramizo".
Jaraguas cuenta con sus propias escuelas desde 1.918, que ya fueron creadas con el carácter de mixtas, siendo solicitada en 1.924 una nueva unidad y en 1934, cuando Jaraguas contaba con 690 habitantes, se sigue solicitando por parte del Ayuntamiento de Venta del Moro que se construyan dos escuelas unitarias. Actualmente el Colegio Público "Las Salinas" se halla a la entrada norte del pueblo, en un edificio que data de unos 10 años y que alberga a unos 7 alumnos. Posee asimismo un Centro Social Polivalente que sirve como sala de baile, bar y local para las asociaciones locales. También tiene consultorio médico donde se atiende los martes y jueves. Anteriomente tuvo plaza de médico estable donde ejercieron entre otros D. Vicente Barberá (padre de la actual alcaldesa de Valencia) o D. Manuel Mercado. A propuesta de los vecinos de Jaraguas, el ayuntamiento venturreño solicitó en 1952 la creación de una plaza de médico titular en Jaraguas por ser entonces una población de 730 habitantes, solicitud que fue denegada por la Jefatura Provincial de Sanidad y recurrida por el ayuntamiento. El servicio de farmacia es atendido diariamente desde Venta del Moro y también los análisis son transportados por el alguacil venturreño. Está bien comunicada por transporte público, ya que tres días a la semana la línea de autobuses Cervera procedente de Casas de Moya y Venta del Moro la comunica con Utiel. También, los "Alsina", en su camino hacia Valencia, tienen parada en la Nacional.
El tejido comercial actual está formado por el despacho de pan de "Marieta", la tienda de comestibles "Pepita", la Carnicería de la "Luci", el bar "Las Mellizas" (inaugurado en el 2000) y una sucursal de la Caja Rural, que ha abierto recientemente debido al movimiento de dinero que se ha producido con la bonanza de la viticultura. También se ha inaugurado en el años 2000 un casa de turismo rural que se sitúa en el propio casco de la población -"Casa Pepita"- y que constituye el primer movimiento en Jaraguas hacia el turismo rural. Antes del éxodo rural, Jaraguas contaba con un número mayor de locales comerciales e industriales, de los cuales recordamos la fragua de Vitoriano Mislata, 2 herrerías, tiendas de comestibles (la del Tío Marcelino, la de Manuelete, el Tío Moreno, el Tío Bienvenido), estanco del Tío Ramón, paquetería de Vitorina y, cómo no, varios bares (llegaron a coexistir tres) regentados por Pepe Navarro, Pedro Crespo, Severino, Mauricio, Nicolás, Marcial , Ángel Ruiz (últimamente) y algunos más. Incluso, durante mucho tiempo funcionó una sala estable de cine construida en 1952 y regentada por Pedro Beltrán, quien ya antes había realizado cine mudo. También fueron varios los locales de baile, a los que eran muy aficionados los jaragüeños de entonces. Entre otros, citamos los del Tío Moreno, la "Posá" de Ángel Monteagudo y posteriormente de Domínguez o el local de la "Estebana", donde también se representaban obras de teatro y se proyectaban películas.
Actualmente, son tres las bodegas que vinifican. Una es la "Cooperativa Agrícola Jaragüense", antiguo "Grupo Sindical de Colonización nº 456" y posteriormente "Sociedad de Transformación", que cuenta con dos bodegas (aunque sólo se vinifica en una), agrupa a unos 200 socios aproximadamente y produce sólo vino a granel. Otra son las "Bodegas Pedro Moreno", anteriormente "Bodegas Beltrán", que fueron fundadas en 1.940, y que ha producido y produce vinos de reconocido y premiado prestigio como el "Cantarral", el "Viña Turquesa" o el último vino dulce denominado acertadamente "Dulce Tertulia". También la misma empresa en el año 2000 ha inaugurado una bodega de amplia capacidad en el paraje del "Pino de los Quintos". Por último, encontramos las "Bodegas de Adolfo Monteagudo", de elaboración casi artesanal. Existieron anteriormente dos molinos. Uno era el molino de sal, de propiedad privada, pero donde se llevaba la sal que los jaragüeños extraían de las célebres salinas comunales y donde también se llevaba a moler la cebada. Otro era el molino de grano de Torres.
Otro capítulo es el de las posadas, utilizadas por los pastores como lugar de "majada" (recogida de rebaños y pernocta de pastores), por ser Jaraguas zona de paso ganadero de ovejas, cabras y toros. En 1954 existía la posada de Lucía Ibáñez "la Tía Morena", viuda con seis hijos a su cargo. Esta posada se ubicaba en el cruce entre la Calle Olivar y Chopera y en ella pernoctaban tratantes de caballerías y pastores. Pero anteriores a la referida posada eran la de Justo Pérez Nuévalos en la calle de la Iglesia (actual domicilio de Federico Alcañiz), la del padre de la "Tía Morena" o la que se hallaba en el cruce entre la calle Molino y San Felipe y que era regentada por Florencio Torres y Estebana Coronado.
El movimiento asociativo está formado por una activa "Asociación de Amas de Casa", una asociación juvenil denominada "Hey Joe II" y la asociación local de cazadores. Antiguamente, también existía una agrupación de teatro, banda de música y equipo de fútbol. Posee un alcalde pedáneo, que en 1.999 fue elegido democráticamente por el común de los vecinos, recayendo el cargo sobre el joven Jorge Jiménez Monteagudo. Además, cuenta con un alguacil, cargo vitalicio y hereditario que sigue desempeñando Eduardo Monteagudo, pregonando los bandos y anuncios comerciales a la antigua usanza, con pita en mano y haciendo las paradas oportunas, tal como ya ejercía su padre (Agustín Monteagudo García).
Las fiestas se celebran en honor de San Francisco Javier (patrono) el 3 de diciembre, aunque actualmente se trasladan al fin de semana más próximo a esta fecha. Estas celebraciones constan de hoguera comunal en jueves o viernes (antes era siempre el 2 de diciembre), procesión y bailes. En algunos años, las fiestas de diciembre tenían su propia reina y damas, como en 1972 en que Ana Beltrán Monteagudo fue designada reina y había un apretado programa de festejos que incluía presentación de las damas, "despertás", sesiones de baile y cine, competiciones de motos, tiro de pichón, partido de fútbol contra el C.D. Motilla, "despertás" y, cómo no, hoguera y procesión. La patrona, Virgen de los Desamparados, celebra su fiesta el segundo domingo de mayo (antes 8 de mayo) con ofrenda, procesión ,bailes, vino de honor y también la confección de una tradicional enramada. En San Antón se confeccionan hogueras según barrios o calles. En verano también se realizan fiestas, que tras un paréntesis, fueron retomadas por la Asociación de Amas de Casa en 1.995 y que continúan organizando junto al resto de vecinos. Otras fiestas que actualmente ya no se celebran son los bailes de San Juan, día de Santiago y la Ascensión o los carnavales que se realizaban con anterioridad a la Guerra Civil, amenizados por bailes y disfraces entre los que destacaban los de la tía Roberta, Sabina, Gregoria o Maximino.
Su Iglesia data de la 1ª mitad del s. XVIII, concretamente entre 1706 y 1721, que fueron los años en que ejerció como Obispo de Cuenca D. Miguel del Olmo quien dio la licencia a la por entonces ermita. El dato se extrae del manuscrito de 1730 de Pedro Domínguez de la Coba quien escribe: "En las caserías de Jaraguas se fabricó una hermita en reverencia de el apóstol de las Indias San Francisco Xavier con licencia del Ilustrísimo Olmo (obispo) y la bendijo el dicho Pedro Domínguez". También en el manuscrito de las "Respuestas Generales al Catastro del Marqués de la Ensenada" de 1.752 se habla de la existencia de una ermita construida unos pocos años antes ya en honor de San Francisco Javier. Reproducimos la cita del manuscrito : "hay una ermita que está sita en las casas de Jaraguas con la advocación de San Francisco Xavier y pocos años hace la fabricación a sus expensas los dichos moradores en dichas casas para tener misa los días de fiesta y no tiene dotación alguna, si sólo aquellos vecinos pagan las limosnas de las misas y están obligados a los reparos y demás gastos que se ofrezcan para su conservación y a tenerla surtida de los ornamentos necesarios, cera, aceite y demás que ocurra y en ella no hay pila, ni reservado".
El edificio actual de la Iglesia es de 1.948, ya que durante la Guerra Civil fue saqueada, vendiéndose las campanas y llevándose santos, tejas, etc. Durante este periodo funcionó como sede de la CNT y también como economato y entrega del racionamiento. En acta del 1 de abril de 1943, el Ayuntamiento de Venta del Moro otorga una subvención de 4.070 pesetas para la reparación de la Iglesia y el 1 de febrero de 1944 se acuerda por el Ayuntamiento realizar las gestiones oportunas para conseguir las 21.000 ptas. que costaba la reconstrucción según presupuesto realizado por el albañil José María Yeves López. Tras una reunión propiciada y arengada por el Obispo de Cuenca (hasta 1.957 la parroquia pertenecía a la Diócesis de Cuenca), el común de los vecinos por medio de peonadas, junto con albañiles venturreños (José María Yeves, Remigio) edificaron la actual Iglesia. Se tuvieron que comprar tallas de santos y campanas y se cambió la orientación de su distribución interna (anteriormente se hallaba el coro a la derecha y el altar a la izquierda). El 12 de mayo de 1949 acudía el Gobernador Civil a su inauguración en acto amenizado por la banda de música. Actualmente, las tallas presentes en la Iglesia son las de San Francisco Javier, Virgen de los Desamparados, San Isidro, Corazón de Jesús, San Antonio y Virgen del Carmen. Su fachada, de aspecto sencillo, presenta un azulejo de la Virgen de los Desamparados, datado en 1.969.
Los servicios religiosos eran atendidos desde 1.878 (según D. Jesús López Montoya en "El Lebrillo Cultural" n.8) por los mismos curas de Venta del Moro: Valentín López (1.878-1.897 y 1.902-1.909), Cándido Doménech (1.897-1.902), Jesús García (1.909-16), Brígido Poveda (1.916-30), Pedro López Carrasco (1.930-1.940), Francisco Gregori Cano (1.940-46), Juan Mafé Peiró (1.947), Mariano López Frías (1.947-52), Julián Villanueva Roger (1.952-55), Abel Aparicio Osma (1955-60), Fernando Cardona (1.960-63), Antonio Valiente Cuevas (1.963-69), Juan Antonio Matoses (1.969-70) y Vicente Torregrosa Valls (1.970-75). Sin embargo, en estos últimos años el cura de Venta del Moro se ha alternado con otros de Caudete, Villargordo y Camporrobles: Javier Ferrando Domingo (1.975-79), Julián Montoro (1.979-85), Vicente Mª Boada (1.985-86), Jesús López Montoya (1.986-90), José Luis March (1.990-96), Antonio Zalaero (1996) y, últimamente, los servicios religiosos son atendidos por el cura de Camporrobles.
Entre las tradiciones que siguen realizándose se encuentran los célebres y hermosos mayos a la Virgen de los Desamparados y a las mozas, que se cantan la noche del 30 de abril (éstos son analizados en otro artículo). Anteriormente, el mayo a la Virgen era interrumpido por algún tiro al aire, hoy, sin embargo, se voltean la campanas. Por contra, y desgraciadamente, las coplas de quintos o de la Cruz se dejaron de cantar hace unos tres años y actualmente los quintos realizan la petición de donativos, pero sin entonar las coplas. La Pascua se solía celebrar el lunes acudiendo a Gil Marzo y el martes a la Casa Garrido junto con el resto de habitantes del término venturreño.
Entre algunas tradiciones que se han dejado de celebrar o se celebran muy esporádicamente son las cencerradas (la última fue en 1.977 a Antonio Beltrán "el More") consistentes en amargar la noche de bodas cuando algún viudo se casaba haciendo sonar los gangarros, calderas o inflando pellejos que después se quemaban. También se hacía "pagar la patente" a aquel chico forastero que ennoviaba con alguna jaragüense, teniendo el atrevido foráneo que invitar a los mozos del pueblo. Otra tradición, que ha estado a punto de recuperarse varias veces, es el trueque de santos que se producía en la Casa Segura entre los venturreños y jaragüenses en tiempos de pertinaz sequía a modo de rogativa. Tras trocar los santos, la Virgen de Loreto descansaba en Jaraguas durante una semana y San Francisco Javier en Venta del Moro. También se recuerda el sorteo de quintos que se celebraba en el Ayuntamiento de Venta del Moro y cómo las madres jaragüeñas, deseosas de saber la suerte de sus hijos, acudían al "Pino de los Quintos", en la carretera entre Jaraguas y Venta del Moro, para enterarse antes de las noticias. Los aguilandos, las "zahoras", la cuelga de judas e incluso los "moros y cristianos" al estilo del obispado de Cuenca son otras tradiciones que se realizaban y que son analizadas en otro artículo por el experto folklorista Fermín Pardo.
Históricamente, a Jaraguas siempre se le ha atribuido una antigüedad notoria debido a su privilegiada situación. Ya así lo cita Miguel Ballesteros en su "Historia y anales de la muy leal, muy noble y fidelísima villa de Utiel" de 1899 cuando habla de la posibilidad de una Jaraguas poblada en época musulmana. Sin embargo, el poblamiento de Jaraguas puede ser anterior a la época musulmana. La existencia de las salinas; la confluencia de aguas procedentes de la Albosa, los Encaños y la Rambla Salada (cuando el agua era un factor principal de poblamiento) y su posición en lo alto de una colina (por tanto de carácter defensivo) serían algunos de los acicates que pudieron atraer a la población de esta zona en épocas tempranas. Se habla de poblamiento ya en época ibérica, romana e incluso Muñoz Soliva confiere carácter fenicio al topónimo de Jaraguas (de "Dag" y "Hiere", pez sagrado, refiriéndose al Dios fenicio Dagón). Consuelo Mata Parreño, directora del célebre yacimiento ibérico de "Los Villares" o "Kelin" en Caudete de las Fuentes, señala que casi con seguridad se puede hablar de una explotación ibérica de las salinas debido a que se han encontrado fragmentos de cerámica ibérica en sus alrededores. Por tanto, habría que situar las salinas de Jaraguas dentro del resto de yacimientos ibéricos de la comarca: Los Villares (Caudete de las Fuentes), La Peladilla (Fuenterrobles), El Molón (Camporrobles), Moluengo (Villargordo) o los hornos ibéricos de la Casilla del Cura (Venta del Moro). Por ahora, faltan aún pruebas arqueológicas irrefutables, pero se cree que sí existieron grupos humanos que explotaban las salinas y que habitaban las cercanías de Jaraguas. De hecho, cerca de Jaraguas, es fácilmente observable en una colina restos de cerámica antigua de lo que pudo ser una necrópolis ibérica. También en la zona alta de la calle del Cid se encontró una lápida romana que está expuesta en el Museo de Requena.
La comarca de Requena-Utiel se ha caracterizado como zona de paso de mercancías y ganado, pero de escasa población durante gran parte de la Edad Media y Edad Moderna (s.XV-XVIII), por lo cual, como muchos otros núcleos de población actuales de la comarca, Jaraguas durante esta época no pasaría de ser un caserío (el primer dato de población de Venta del Moro pueblo es de 1.579 y habla sólo de 7 vecinos).
De todas formas, será en 1.752 cuando encontramos ya testimonios escritos más explícitos sobre Jaraguas. Efectivamente, las antes mencionadas "Respuestas Generales al Catastro del Marqués de la Ensenada" sitúan a Jaraguas como el tercer núcleo de población del término municipal venturreño (tras Venta del Moro y Casas de Pradas) con 10 vecinos o cabezas de familias, lo que suponía unos 45 habitantes. Es decir, ya no podemos hablar de caserío, sino que se estaba formando una aldea, como lo demuestra que según el mismo manuscrito, pocos años antes de 1.752 se había construido ya la ermita a San Francisco Javier. El manuscrito nombra también a estos 10 vecinos, entre los que encontramos ya apellidos corrientes en la Jaraguas actual: Bernardo García, Juan de Berlanga Ruiz, Juan Alonso Navarro, Miguel Navarro, Bartolomé Navarro, Juan Monteagudo, Miguel López Villar, Domingo Rl. (¿Real?), Sebastián Caballero y Santiago García. También nombra a Francisco la Cárcel que vive en la Casa Segura; a Antonio Martínez y Juan Santos en Los Aldabones; Francisco Conejero, Nicolás Garrido y Antonio Parreño en Sevilluela y Pascual Monteagudo en la Alcantarilla. Es decir, los caseríos cercanos a Jaraguas se hallaban también poblados. También, el manuscrito de 1752 señala que Jaraguas era atendido por el médico de Camporrobles D. Andrés Sanglada y que un cirujano de Utiel cortaba la barba, sangraba y curaba a los vecinos de Jaraguas.
El siglo XVIII, por lo tanto, tuvo que ser el siglo de la consolidación definitiva de Jaraguas como población. De hecho, en 1.772 se repartió entre los vecinos de Jaraguas y Venta del Moro la antigua dehesa de Sevilluela. Esta antigua dehesa de pasto de ganado, donde se ubican actualmente gran parte de las viñas de Jaraguas, tenía una extensión de 224 hectáreas (700 almudes) y era arrendada por el Concejo de Requena. Su reparto entre los vecinos supondría la prosperidad agrícola en una economía marcadamente cerealista.
Tampoco hay que olvidar que Jaraguas era una zona fundamental de paso de ganado, ya que en Gil Marzo se juntaban dos importantes veredas: la Vereda de la Mancha o de San Juan procedente de la Manchuela y que entraba en el término por el Puente de Vadocañas y la Vereda de la Serranía o de Hórtola procedente de la Sierra de Cuenca. Jaraguas era lugar de "majada", es decir, donde se guardaba el ganado de noche y pernoctaban los pastores (los antiguos propietarios de la posada aún pueden hablar de ello). Señal de la importancia que había adquirido Jaraguas a mediados de siglo XVIII, es que en 1.794 Requena nombra ya a Francisco Pedrón como alcalde pedáneo de Jaraguas (se dependía entonces de Requena, ya que la segregación del término municipal venturreño no se producirá hasta 1.836). Siguiendo el libro de Feliciano Antonio Yeves Descalzo, se continúan nombrando alcaldes pedáneos: en 1.798 a Francisco Checa (que también era pedáneo de Venta del Moro, aunque residía en Jaraguas); en 1.802 Marcos García (también pedáneo de Venta del Moro y residente en Jaraguas) y en 1.813 se nombra a Manuel García. Incluso, muestra de cómo iba aumentando en importancia, en 1.816, Jaraguas solicita y le es concedida una tienda de comestibles independiente de Venta del Moro.
El mapa procedente del Archivo Histórico Nacional de 1.798, publicado en el n.1 de "El Lebrillo Cultural", muestra ya a Jaraguas como un núcleo consolidado de población, con su ermita, el camino procedente de Fuenterrobles hacia la Venta, el nacimiento y huertas de las Ramblas Albosa y Salobreja o Salada, y los caseríos de la Huerta de la Zorra, Casa Segura, Los Aldabones y Sevilluela.
En 1.836 el término municipal venturreño (con Jaraguas incluida) se segrega del de Requena y en 1.851 pasa, junto con el resto de la comarca, a formar parte de la provincia de Valencia (antes pertenecíamos a Cuenca). Jaraguas seguía creciendo en población y en 1.870 registra 45 viviendas (unos 250 habitantes) que aumentarán hasta 145 viviendas en 1.900. En el censo de 1.920 son ya 564 habitantes, alcanzando en 1.940 644 habitantes.
Es durante esta primera mitad del siglo XX cuando se construyen las escuelas mixtas (1.918), a la que se añadiría otra unidad posteriormente (1.924) y se solicita (1.925) el puente sobre la Albosa. Como alcaldes pedáneos de antes de la Guerra Civil se nombran a Miguel Ferrer Giménez en 1.922 y también a Alberto Pérez Monteagudo (que en 1.930 fue nombrado alcalde de Venta del Moro), Ignacio Crespo y Ceferino Monteagudo Medina en 1936. El 18 de julio de 1.936 estalla la Guerra Civil, pero antes el 11 de junio a las cinco de la tarde y durante media hora cae sobre Jaraguas un desastroso pedrisco que deja en situación de "la mayor miseria a los pobres labradores", tal como recoge el acta del pleno del Ayuntamiento de Venta del Moro de 17 de junio de 1936. La Guerra Civil supuso el saqueo de la Iglesia, pero, afortunadamente, no se produjeron como en otros pueblos ajusticiamientos y asesinatos de vecinos y los 18 jaragüeños que se estiman que murieron lo hicieron en el frente. Es en 1.937 cuando las entidades que formaban el Frente Popular de Jaraguas plantea su reivindicación de segregación municipal respecto de Venta del Moro, para pasar a ser pueblo independiente. Sin embargo, ante la fratricida guerra que se estaba desarrollando, las fuerzas locales optaron por seguir unidas y no consideraban el "momento oportuno para hacer segregaciones, establecer pugnas y guerras en la retaguardia, que entienden que lo procedente es unificar todas las voluntades para aplastar el fascismo totalmente y después será llegado el momento de traer la segregación y cuanto el pueblo, con su libérrima voluntad quiera y en la forma que lo desea" (según acta del Ayuntamiento de Venta del Moro de 22 de abril de 1937).
La segunda mitad del s. XX se caracteriza por el fuerte éxodo rural que ha sufrido todo el Valle de la Albosa. De hecho, el máximo de población lo alcanza Jaraguas en 1.950 con 731 habitantes. A partir de aquí, la disminución de población será constante tanto en la aldea como en sus caseríos próximos. En 1.975 serán 451 los habitantes que residían en Jaraguas para pasar a ser 360 en 1.986, 266 en 1.996 y 249 en 1.999.
En sesión oficial del Ayuntamiento de Venta del Moro de 6 de agosto de 1951 se sanciona el uso comunal de las salinas de Jaraguas en estos términos: "dichos terrenos (las salinas) desde tiempos remotos y con el beneplácito y consentimiento tácito de todos los ayuntamientos que han regido este municipio, viene explotándose por unas veinte familias de la expresada aldea de Jaraguas y mediante unas pequeñas balsas que construyen y con gran trabajo y sacrificio, obtienen sal que utilizan para sus necesidades y para la venta, pero que no llega en algunas campañas a recompensar el esfuerzo que realizan para obtenerla". En julio de 1952 se acuerda por el ayuntamiento la solicitud de instalación de un teléfono en Jaraguas. En sesión del 13 de febrero de 1966, el Ayuntamiento de Venta del Moro ante la situación desesperada del pueblo y aldeas solicita a la Diputación de Valencia la realización de obras urgentes para detener la situación de abandono y, entre estas obras, se pedía la instalación de fuentes públicas en Jaraguas, la reparación de su escuela que estaba en estado de ruina, impartiéndose las clases en casas particulares y la creación de un botiquín de urgencia. El problema del abastecimiento de agua potable en Jaraguas se sucedería durante toda esta época y fueron varias las propuestas del Ayuntamiento de Venta del Moro realizadas a superiores instancias para solventar esta cuestión, aprobándose un presupuesto extraordinario (1965).
Por contra a las estadísticas demográficas, el censo de viviendas ha ido aumentando durante todo el s. XX: 190 viviendas en 1.950, 196 en 1.975 y 236 en 1.996. Todas estas viviendas actuales se encuentran en un buen estado de conservación y muchas de ellas son reformadas por hijos del pueblo que las disfrutan como segunda residencia.
Entre los alcaldes pedáneos que se sucedieron tras la guerra civil, citamos a Francisco Valero (1942), José Monteagudo (1946), Alberto García, Manuel Pérez, Gonzalo Valero, Lorenzo García Martínez (1964), Fortunato Monteagudo, José Monteagudo, Felipe López, Eleuterio García, Ángel Monteagudo, Teófilo Gallega Ruiz (1986), Rafael García y, actualmente, Jorge Jiménez Monteagudo. Éste último es un joven con iniciativas interesantes que intenta rescatar la antigua vitalidad de la población a través de propuestas innovadoras (acogimiento de inmigrantes, recuperación de las salinas como valor cultural y turístico, edición de un periódico localetc.).
Jaraguas actualmente se encuentra en la crucial encrucijada de muchas de las poblaciones del interior. Son muchos los jóvenes que siguen trabajando las viñas y que acuden diariamente y en fin de semana a Jaraguas, pero que han fijado su residencia en Utiel, Requena o Venta del Moro. Este fenómeno produce un cierto entristecimiento y una merma de esperanzas en ciertos servicios públicos como el de la escuela, con pocos alumnos. Sería interesante atajar esta cultura de la emigración, fuertemente implantada en nuestra comarca, que lleva a despoblar los núcleos pequeños de población en favor de los grandes. Esperemos que esta negativa tendencia encuentre su punto de inflexión y, al igual que está ocurriendo en otras aldeas, también Jaraguas pueda mirar al futuro con esperanza y sean cada vez más los jóvenes que apuesten por vivir en contacto con sus raíces y se logre estabilizar su población.
Por último, señalar que son varios los jaragüeños que han despuntado en la vida cultural o sindical en estos finales y principios de milenio como Lucio Monteagudo (secretario nacional del sindicato agrícola COAG), José Manuel Moragón (presidente de la COAG comarcal), Mike Beltrán (afamado dibujante de cómics y director d cortometrajes) o Teófilo Gallega (arabista con un libro publicado sobre traducción de poemas árabes).

Evolución demográfica de Jaraguas

Año Habitantes Varones Mujeres
1.752 10 vecinos
1.870 250 hab.
1.920 564 hab.
1.940 644 hab.
1.950 731 hab.
1.966 669 hab.
1.975 451 hab. 236 215
1.986 361 hab. 180 181
1.994 279 hab.
1.996 266 hab. 133 133
1.999 249 hab. 129 120

Informantes : Ignacia Monteagudo Monteagudo, Urbano Monteagudo Monteagudo, Mª Victoria García Sánchez, Laura Monteagudo, María Valero Crespo, Josefina Nuévalos, Fermín Pardo, Ayuntamiento de Venta del Moro.
Fuentes documentales y bibliográficas:
Yeves Descalzo, F.A. Geografía e Historia de Venta del Moro. Venta del Moro, Ayuntamiento, 1977.
Piqueras Haba, Juan La Meseta de Requena-Utiel. Requena, Centro de Estudios Requenenses, 1997. 2ª ed.
Yeves Descalzo, F.A. Cuentos y Leyendas de mi pueblo: Venta del Moro. Venta del Moro, Ayuntamiento, 1997.
López Montoya, Jesús "Inicios documentales de la Iglesia en Venta del Moro". En : El Lebrillo Cultural, n.8, junio 1998.
"Respuestas generales al Catastro del Marqués de la Ensenada del lugar de Venta del Moro". 1752 (manuscrito).
Domínguez de la Coba, Pedro. Antigüedad i cosas memorables de la Villa de Requena, escritas y corregidas por un vezino apasionado i amante de ella. Manuscrito de 1730, completado en 1790 por el escribano Antonio Ginés Herrero.
Libros de actas del Ayuntamiento de Venta del Moro.

Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro

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