CLAVES DE LA OBRA DE FELICIANO ANTONIO YEVES DESCALZO

 

“CUENTOS Y

LEYENDAS DE MI

PUEBLO:

VENTA DEL MORO”

CLAVES DE LA OBRA “CUENTOS Y LEYENDAS DE MI PUEBLO: VENTA DEL MORO”

   CLAVES para mejor entender y diferenciar lo que hay de verdad e histórico, de lo que es puramente ficción o novelación, en la lectura del libro titulado “CUENTOS Y LEYENDAS DE MI PUEBLO: VENTA DEL MORO”, obra de Feliciano Antonio Yeves Descalzo, editado por el M.I. Ayuntamiento de Venta del Moro el año 1997.

Relato número 1:

  Iniciamos estos relatos con el título: “DE CUANDO LOS REYES MAGOS VENÍAN POBRES”.- La narración es simplemente un episodio autobiográfico de la infancia del autor, en el que además se mencionan todos sus familiares y todos sus pequeños amigos de la infancia. (Padres: José María y Clotilde; hermanos: José María, Clotilde y María. Sus amigos: Julio García Escribano, Ángel Moya García, José Broseta Díaz, Heliodoro Ruiz García, Adelo García Latorre).- El relato es una total fantasía que refleja, sin embargo, la cierta frustración que experimentó –y que ciertamente experimentan todos los niños- al enterarse de la verdad de la venida anual de los Reyes Magos con sus regalos.

Relato número 2:

   “LA SANTANTONADA DE LOS ROJONES” es, ni más ni menos, un cuento basado en la realidad de la existencia de la numerosa familia llamada “los Rojones” (vivían en la Calle de Los Huertos) y de las penalidades, hambres y miserias que por entonces imperaban en las familias jornaleras.- Se quiere incidir en la celebración de la fiesta de San Antón, y de la costumbre de encender hogueras en las calles la víspera. Todo lo demás es pura novelación y ficción, a excepción del cantar alusivo a la tía Rojona. Ni aún lo del gorrinillo de San Antón era costumbre en Venta del Moro, sino en algunas de sus aldeas. En clave de cierto humor y de muchas y felices bondades, el cuento termina “ganando los Rojones”, como el caso merecía.

Relato número 3:

   En el cuento que se titula “¿QUIÉN ME DA UNA CESTA VIEJA PARA SAN JULIÁN?”, todo es mera ficción, incluyendo personajes, apodos y sucesos. La única verdad, que se quiere resaltar, es la costumbre de quemar, en hoguerillas callejeras, todos los trastos viejos el día de San Julián (28 de enero) Patrón de la Diócesis de Cuenca, a la que hasta 1957 pertenecimos, y que, popularmente, se le llamaba San Julián “el Cestero”, por su oficio.- Esta costumbre tradicional, al parecer, ya ha desaparecido de nuestro pueblo.

Relato número 4:

   En el relato “LAS CANDELAS DE UN SACRISTÁN DE AMÉN”, hay de todo, verdad y ficción. El sacristán y el cura de la época en que el monaguillo Julio “el Perroposao” repicó las campanas con el verdadero resultado del chichón y el dedo estropeado (que ello sí es realmente cierto), eran el tío Miguel y don Brígido. Lo de las bondades del “tío Sacristán” también es cierto, pero hemos exagerado sus condiciones físicas. Alguien se preguntará si lo del segundo apodo de Julio, “Rusia” fue verdad y se lo adjudicó el sacristán: fue cierto.

   El episodio sucedió un domingo cualquiera, cuando Julio tocaba a misa; pero lo hemos colocado el día de la Candelaria, 2 de febrero, que se solía celebrar (algunos años, no todos) repartiendo velitas o candelas a los fieles, en su festividad.

Relato número 5:

   En el cuento “EL JUEVES LARDERO”, no hay de verdad más que el hecho de su celebración anual, por los niños escolares, que suelen marchar al campo, con sus maestros, a celebrarlo.

   Aparte de que los maestros D. Victorio y Dª. Salvadora, sí que estuvieron muchos años en el pueblo dejando imborrable recuerdo, todo lo demás es pura imaginación del autor, que recordando sus tiempos escolares, ha intentado resaltar, humorísticamente, las alegrías y los buenos apetitos de la chiquillería cuando se celebraba el llamado jueves lardero.

Relato número 6:

   “LAS CARNAVALESCAS VISTAS DEL TÍO PEDORRO”, es un cuento, basado en algo que, siendo yo niño, me contaron, y al que he recalcado quizás un poco de maloliente desahogo fisiológico. Creo que fue cierta la existencia del tío “Pedorro”, y también la broma que durante el Carnaval, uno de los de antaño, organizó cierta comparsa en este pueblo. Todos los demás personajes, así como algunos aspectos y divisiones pedorrísticas, son pura ficción.

Relato número 7:

   Al escribir el relato titulado “UNA FAMOSA TERTULIA CULINARIA” fui recordando conversaciones y hablillas de los contertulios del taller de carpintería del tío Julio “Bernache”, comentando casos sobre grandes “comedores” y “bebedores”.

   Sin embargo, todo lo que se dice en este cuentecillo es pura imaginación, tanto en nombres y apodos como el pantagruélico hecho relatado.

   Puede comprobarse que, con este cuento, se ha querido enaltecer la fiesta de San José, y, muy particularmente, los famosos “bocaillos” que cocinaban nuestras madres y abuelas, y que aún continúan en nuestros días.

Relato número 8:

   El cuento titulado “UN VELATORIO Y UN ROBO”, pretende incidir en la piadosa costumbre pueblerina de ir al “rezo”, o velatorio cuando se moría algún vecino.

   Su doble trama y argumento, la del difunto y la del robo, se corresponden, en el segundo caso, a la realidad de un hurto cometido; en el primero a una mera fantasía del autor, aunque, sin embargo era corriente el fallecimiento “de repente”, dadas las nulas previsiones y precauciones en materia de medicina.

   Todos los personajes son ficticios. La única verdad que hay en el relato fue lo del robo del caudal que, escasamente, podría tener la hucha de la santa imagen. Hecho que quedó en el anonimato.

Relato número 9:

   En el cuento “LA FUENTE VIEJA DE LOS DESMAYOS”, el autor ha querido poetizar sobre aquel manantial que vino surtiendo por algún tiempo la necesidad del líquido elemento a los venturreños.

   Todavía recuerdo su ya abandonada existencia, durante mi infancia, bajo la sombra del último sauce, al otro lado de la Albosa.

   Todo su argumento es pura fantasía e imaginación, aunque me fue sugerido por un caso que me contaron en mi niñez: un mozo del pueblo (el tío Donato?) le disparó un tiro a otro (el tío Mamerto?) que se las daba de buen mozo.

   Pero, como antes se dice, ni el personaje femenino ni los mozos rivales del cuento, existieron realmente. Todo ha sido fruto del deseo de novelar antiguas costumbres y juveniles amores.

Relato número 10:

   El cuento “EL PINO DE LOS QUINTOS” hace referencia precisamente al pino llamado de esta forma, existente a unos dos kilómetros de Jaraguas en la orilla de la carretera que la une a Venta del Moro.

   Es un relato con fondo real: la desafortunada rivalidad y alguna enemistad entre los jóvenes de Venta del Moro y Jaraguas, o viceversa; que ignoro a qué fue debido o qué causas la originó.

   Sospecho que aquello surgió ante el comprensible deseo de emancipación de la aldea con respecto al pueblo capitalino.

   Nada de lo que se cuenta en la trama y personajes del relato es verdad, así como su desenlace. Sin embargo, insistimos, es cierto que en algunas ocasiones pascueras, de noviazgos, etc., hubo alguna paliza que otra, pero sin graves consecuencias.

   Creo sinceramente que hubo, hay y habrá muchas mas amistades y lazos de unión entre ambas poblaciones, que odios y desavenencias.

Relato número 11:

   He titulado el relato “LAS TINIEBLAS DEL VIERNES SANTO”, como un viejo recordatorio costumbrista, argumentándolo imaginariamente, aunque el personaje central, llamado “Pitorrito” vivió en nuestro pueblo –con otro nombre-, y que después llegó a ser agente de aduanas en Vinaroz, donde se jubiló. Creo que la piadosa costumbre de golpear con mazos un gran palo colocado en el exterior de la iglesia, el día de Viernes Santo hasta la tres de la tarde, ha desaparecido.

Relato número 12:

   Escribí el cuento “LA INCREIBLE HISTORIA DE DOS JUDAS”, por la solemne costumbre del ahorcamiento del “judas” en la mañana del Domingo de Pascua, para después lanzarlo desde lo alto del campanario y reventarlo en el suelo con una paliza de la chiquillería.

   El cuento es pura ficción, salvo la ancestral costumbre antedicha. No he pretendido involucrar ni aludir siquiera a quién o quienes todavía llevan el apodo de “Judillas” en el pueblo. Debe entenderse el relato como una novelación, que pudo ser posible en el punto en que alguien se dejó atar y voltear sobre una campana de nuestra torre (alguien me contó que este alocado suceso hubo de ocurrir en cierta ocasión).

   Se puede comprender que la básica intención del escritor ha sido la de conmemorar y exaltar esta costumbre, que, en el mismo día de la procesión del Encuentro, no debiera desaparecer nunca.

Relato número 13:

   Siguiendo lo tradicional se ha titulado este cuento como lo que se celebra en la mañana dominguera de Pascua: “LA PROCESIÓN DEL ENCUENTRO”.- Es el encuentro de Jesús y de María en la solemnidad de la Resurrección, tras los luctuosos hechos del proceso de Jesús, su Cruz y su Calvario.

   Para motivar esta piadosa costumbre, se han inventado los personajes del tío “Roque” y la tía “Roqueta”; es decir, no existieron jamás. Pero todo lo que se relata remontándonos a la historia de lo que sucedió en Venta del Moro en 1706, es real y documentada. Se saqueó y profanó la ermita que ya existía, donde se veneraba a la Virgen de Loreto.- Lo que sí ponemos en duda, es que este histórico hecho diera origen a la procesión del Encuentro, cosa que hemos anotado como muy remotamente posible.

Relato número 14:

   Con el título “¡VAMOS A “LAS LILAS”!”, se ha escrito este cuento basándolo en un desgraciado hecho real. Lo tradicional y costumbrista se sirve de las fechas pascueras, cuando el mocerío salía en carro para correr “la Mona”.

   De los tres personajes que intervienen en este relato, dos son absolutamente ficticios; solo uno, el que verdaderamente sufrió la tragedia, es real, aunque tampoco se llamaba Adolfo como dice la narración. Recuerdo que era un chico de la familia de los “Julianazos”. Y, en honor a la verdad, lo que le ocurrió al muchacho no fue culpa de nadie, sino de una imprudencia que cometió al encaramarse a una torreta de alta tensión, no se sabe con que intención.

Relato número 15:

   “LOS MAYOS Y LAS COPLAS”; es una narración sobre la tradicional costumbre que todavía perdura en el pueblo, sobre la cantata de “los Mayos” a la Virgen de Loreto a cargo de todo el pueblo congregado a las puertas de la iglesia; y sobre el cantarlos también a las muchachas del pueblo, a cargo de rondas de quintos y acompañantes voluntarios.

   El relato que nos ocupa se refiere casi más concretamente a las llamadas “coplas” que, tras los Mayos a la Virgen, se suelen hacer públicas y en las que se permiten toda clase de críticas, quejas, lamentos, ruegos... y hasta poner en solfa abusos más o menos comprobados. Todos los personajes de este relato fueron reales; las coplas que se incluyen (la primera fue tal y como se dice) son invención del autor, aunque poco más o menos pudieron cantarse así en aquel año y en aquellos momentos.

Relato número 16:

   El cuento “LA ROGATIVA QUE GANÓ SAN FRANCISCO JAVIER”, tiene su base real: una oración de “rogativas” para pedir al cielo la benefactora lluvia para los campos, que, aquellos años sufrían una pertinaz sequía.

   Fui testigo de aquello.... y llovió, aunque no tanto como se dice en el relato.- Pero lo de que consiguió más San Francisco Javier que la Virgen de Loreto, no es tan cierto y real, sino una concesión que el autor hace al Santo con permiso de la Virgen, a quien ruego fervorosamente perdone mi atrevimiento.

   En la Casa Segura se efectuó el trueque de imágenes hecho entre la Venta y Jaraguas, y una semana después, el destrueque.

   El caso es que llovió abundantemente en toda nuestra tierra y demarcación. Y, que conste: nadie se acogió a los pronósticos del tiempo favorables, porque entonces ni existía la “tele” ni el “hombre del tiempo”... Creo que todo fue cuestión de fe y esperanza.

Relato número 17:

   Todo el relato que se titula “UNA NOVIA SANJUANERA” es un canto a la sencillez y a la hermosura de las mujeres de mi tierra.

   En el cuento, sólo es real el tradicional lavatorio de las muchachas solteras y en edad de merecer, en las pequeñas fuentecillas de la ribera de la Albosa, con las alegrías, los ensueños y las inocentes supersticiones de niñas y doncellas.

   El argumento, que se teje en torno a unos amores juveniles correspondidos, es pura ficción; todos los personajes del relato son invención del autor. Pero hay que hacer constar que, en ocasiones no muy numerosas, algunas cosas sucedían tal y como se cuentan. Y, la verdad, no salía muy bien parada la moza que caía en este “pecado”. Entonces era.... entonces.- Hoy, nadie, excepto alguna familia demasiado pacata, hace juicio sumarísimo por el fortuito desliz de alguna muchacha.

Relato número 18:

   El tío Marcelino “Pichuli” me contó, durante una cacería de dos días, en que pernoctamos en “El Tete”, junto al Cabriel, un caso, según él, muy real, ya que lo había protagonizado. Ello me sugirió años después, el relato -mitad cuento, mitad historieta- que titulo “CUANDO AL CABRIEL SE LE HINCHARON LAS NARICES”.

   Y no me cabe duda que algo de lo que cuento sucedió en realidad, pues el tío Marcelino era un empedernido cazador, más de hurón y podenco que de escopeta; y también debió ser en su juventud algo roscachán y pelipuesto.

   En resumen; que, con otro nombre y pintando varias e imaginarias circunstancias, a mi modo y manera, con algunos añadidos y fantasías, cuento lo que aquel hombre me contó. Quizás haya exagerado más de la cuenta, pero el caso fue que el tío Marcelino atravesó el Cabriel, con un ataúd a cuestas, nadando y bregando a más no poder, viéndose bastante comprometido en tan insólita navegación.

   La famosa riada cabrielina que se narra, no es precisamente la que atravesó el tío “Pichuli”, ya que verdaderamente sucedió precisamente en el verano de 1936, a poco del comienzo de la guerra civil.

Relato número 19:

   En el relato “UNA CALLE PUEBLERINA”, cuento lo que verdaderamente era la calle de Los Arcos, en Venta del Moro, donde yo viví casi treinta años, hasta que me casé. Desde 1945 calle de D. Victorio Montés.

   Todos los nombres y apodos que cito son reales y verdaderamente existieron y habitaron durante mi niñez y juventud en esta calle.

   Mis comentarios sobre las vidas y milagros de aquellas buenas gentes no quieren ser sino un elogio a la hermandad y la convivencia que demostraron.

   El sucedido entre el tío Timoteo y el tío Mata que detallo en mi relato ocurrió como se dice, aunque no tan exagerado en sus consecuencias.

   Es posible que me haya olvidado de algún que otro vecino que no llegó a echar raíces en mi calle, por lo que pido perdón.

Relato número 20:

   El cuento “LOS HOMBRES DE LA FAUNA VENTURREÑA” es un romance ideado por el escritor sobre los apodos que llevaron las gentes de este pueblo, con nombres de animales; se emparejan en el romance los apodos o motes más antagónicos, para mostrar que la unión y la convivencia del vecindario fue siempre laudable y fraterna, por lo que el cuentecillo viene a ser una moraleja y enseñanza para las posteriores generaciones. Todo es producto de una momentánea vena cómico-poética del autor, quien con supuestos autores, lo mismo pudo romancear con otros apodos relacionados con distintos temas, ya que el repertorio de motes y sobrenombres da para mucho.

Relato número 21:

   El relato titulado “EL SORTEO DE LOS QUINTOS” consta de dos partes. La primera narra el costumbrismo, alegrías, temores y llantos, que despertaron aquellos sorteos -hoy desaparecidos- de los mozos en la recluta de soldados en tiempos bastantes difíciles, sorteo que se verificaba antiguamente en los propios pueblos.

   Los ejemplos que cito en esta primera parte son verídicos, o, al menos, como tales me los contaron a mí.

   La segunda parte es un cuentecillo sobre algo que oí y que me llamó la atención, sucedió en otro pueblo, quizás no muy lejano del nuestro (¿pudo ser Villatoya?). De cualquier modo, este cuento es, en cuanto a nombres de personajes, una mera fabulación con un desarrollo y un desenlace de lo más chusco y anecdótico.

Relato número 22:

   Cuando escribí el cuento “POR LA VIRGEN DE AGOSTO PINTAN LAS UVAS... Y LOS TOMATES” estuve dudando si emplear el nombre o nombres con sus apodos reales, o si disfrazaba de algún modo al protagonista principal del relato. Me incliné por lo segundo.

   Puede ser que mucha gente -de sexagenarios para abajo- ya no recuerde al tío Saturnino “El Rumiento”, a quién hago un recordatorio que quiere ser muy amistoso, porque tanto él, como su mujer la tía Amparo, y sus dos hijos -Vicente y Juan Antonio- todos fueron muy benevolentes conmigo. Especialmente Vicente “El Abuelo”, uno de mis más queridos amigos, que hizo de todo durante mi gestión municipal: alguacil, sereno, enterrador, compañero de mayos, rondas, juerguecillas y todos los etcéteras imaginables en la que durante algún tiempo fue la “Peña de la Herradura”.

   Los hechos que relato fueron casi todos reales, aunque salpimentados un poco; y es que el tío “Rumiento”, o el “Cojo” -que lo era de verdad- tuvo casos para contar... Además fue quizás uno de los más piadosos venturreños en el último arte de “dejar como nuevos y listos para el otro mundo” a muchos hombres que con sus manos amortajó. Se llamaba Saturnino Gómez Fernández.

Relato número 23:

   Me declaro enamorado y fiel devoto de la Virgen María en cualquiera y en todas sus advocaciones, especialmente de mi patrona la Virgen de Loreto.

   El relato que me inventé con el título “CUMPLIENDO PROMESAS A LA VIRGEN”, es todo una fantasía de mi mente, que pretende contagiar mis devociones marianas.

   Empleo tres personajes femeninos para hablar sobre promesas en los tres centros de más significación y tradición en esta Comarca: El Remedio, Consolación y Tejeda.

   Ni personajes ni hechos, en este cuento, son reales. Pero, ¡cuántos venturreños hicieron y cumplieron semejantes promesas desde tiempos muy antiguos!.

   Se puede colegir que la verdadera intención del escritor aparte de ratificar sus creencias, es la de recordar y vincular más y más a la veneración de nuestra Virgen de Loreto en el alma de todos los hijos de este pueblo, pues por algo se entronizó aquí a nuestra Patrona.

Relato número 24:

   En el cuento “LOS LOBILLOS VAN AL REINO Y LOS CONEJILLOS A LA SIERRA” se disfrazan los apodos de los personajes, de la misma manera que he podido involucrar a cualesquiera de los motes que por el pueblo circulan.

   Todo es ficción en el relato, tanto en sus anécdotas como en los sucesos señalados. Pero lo que sí es cierto y real, era la costumbre anual de ciertas y varias familias con fornidos hombres en su haber, de desplazarse a la siega del arroz a Valencia, y a la de cereales de pan y pienso por tierras serranas de Cuenca, para sumar algún numerario a su menguada situación económica, cosa que sacó de apuros a muchos vecinos.

   Es el cuentecillo una glosa del casi épico esfuerzo en el trabajo de los segadores bajo el estival sol de la meseta, o en los lodazales del arroz valenciano.

Relato número 25:

   Se hace un alegre relato, propio de muchachos y mozos despreocupados y desenvueltos, en el titulado “¡VAMOS A LA FERIA!”.

   Se refiere al hecho acostumbrado de ir en cuadrilla o pandilla a la entonces famosa Feria de Utiel, para pasar un día en alegre camaradería, viendo las cosas, trajines y actividades de las gentes que, procedentes de la comarca y zonas algo más alejadas allí acudían; ante aquel movimiento extraordinario, las cuadrillas que iban por primera vez, se extasiaban ante los feriantes y sus atracciones. Este relato es real en cuanto a los personajes que se citan, y algo ficticio en los sucesos que se les achaca. Y es cierto también que allí se ganó Teodoro el mote de “Patatas”, como también lo es, desgraciadamente el final de cuatro amigos y compañeros de feria: los cuatro muertos en la guerra civil.

Relato número 26:

   Nuestro cuento titulado “UNA CENCERRADA HISTÓRICA” es una exposición libre y meramente fantaseada de lo que pudo ser una célebre “cencerrada” de hace ya siglo y medio. Que lo mismo pudo pasar después, y en cualquier ocasión en que algún contrayente matrimonial, o los dos, eran viudos. Era costumbre interesada que sacudía la serenidad del vecindario y que lo colocaba en situaciones de mofa y hasta escarnio contra los recién casados, si éstos no se sometían con alegría y desenfado a las reglas del juego.

   Ciertamente hubo casos en que pudieron suceder desórdenes y derivar en graves consecuencias. Las más de las veces transcurría la broma sin más quebrantos que las descaradas alusiones al “bodurrio”.

   Creemos que aquella costumbre desapareció sin pena ni gloria; cosa que ni nos preocupa ni nos desazona demasiado.

   Todos los personajes y los sucesos del cuento son ficticios. Pero alguna otra cencerrada, que sucedió después, tuvo sus más y sus menos: algo que pudo costar muy caro... (sustituyamos a los voluntarios realistas por la Guardia Civil, cuando la boda de Paco Candel y Ricarda Fernández).

Relato número 27:

   El azafrán era, hasta no hace medio siglo, una sustancial riqueza y ayuda para algunas familias labradoras. Por ello se saca a la luz este cuento titulado “LA TERTULIA ROSERA DE LA TÍA ZAFRANARES”.

   Este cuento lo protagoniza una buena mujer que mi imaginación creó o inventó, y a la que adjudiqué el apodo de “Zafranares”, que realmente existió en nuestro pueblo.

   Todo el relato es un recuerdo de aquellas faenas que “roseros” y “roseras” hacían en la cosecha y monda del azafrán, con su pintoresquismo, ajetreo y tertulia consiguientes.

   Algunos personajes secundarios del relato tienen su nombre y apodo reales. Pero debo aclarar que el nombre de Ana López, que se da a la tía “Zafranares” no sé si realmente le corresponde; creo que no. Lo que sí es cierto es que un paraje, en el camino de la Venta a las Casas del Rey, se denomina Cruz de Ana López... Y por algo fue llamado así.

Relato número 28:

   El cuento “LA NOCHE DE TODOS LOS SANTOS” es un arreglo ficticio de lo que, según se cuenta o se contó, ocurrió en nuestro pueblo cuando había más hambre y ganas de comer que abundancia de pan.

   Los personajes son irreales. Los sucesos no tanto.

   Todo es en el cuento fruto del respeto y hasta desmesurado miedo de las gentes de antaño por los muertos. Y cuando el hambre no daba para más, y cuando las tertulias eran casi obligatorias porque no existían otros medios de distracción, el tema casi era consustancial con la vida de aquellas gentes.

   La verdad es que no sabemos si la muerte del protagonista al que llamamos Felipe “Mudí” (el protagonista y víctima del relato fue realmente Ángel Giménez “El Rosito” hijo único de la tía Rosa “de Panderas”), fue producida por el miedo al ver al fantasmón ensabanado, o porque ya la llevaba encima a causa de la tuberculosis y sus desarreglos amorosos.

Relato número 29:

   Este relato, que es puramente un cuento, y que se titula “CUANDO EL BAILE ERA... EL BEILE”, tiene por objeto rememorar las juveniles excursiones por nuestras aldeas, y para señalar que las únicas diversiones de entonces eran los bailes. Durante mucho tiempo para mozos y mozas -amén de los sabrosos cotilleos de bastantes madres y abuelas-, los esporádicos o periódicos bailes en el pueblo y las aldeas, eran lo mejor de lo mejor para la juventud. Se celebraron últimamente y hasta que salieron a escena las modernas orquestas, a base de un solo músico: el acordeonista. El acordeón fue un instrumento que jamás se ponderará como merece, así como también a sus celebrados y renombrados ejecutantes.

   Los nombres y episodios que aparecen en el cuento, todos son ficticios, pura imaginación del autor. Pero, como siempre sucede en esta clase de cuentecillos, hay una base anecdótica que inicia o desata el argumento, y que realmente hubo de suceder.

   La lucha de los mozarrones, por la noche y en el paraje llamado “Las higueras de Antón” la protagonizaron de verdad, Manuel Pedrón y Julián Ruiz (ambos q.e.p.d.) cuando volvían del baile celebrado en las Casas del Rey. Todo lo demás es, como ya se deja dicho, un cuento... Pero algo me dice en el oído que lo de quitar el novio a una amiga, por correo, también sucedió en nuestro pueblo (La Tomasa Cano le quitó el novio -José María Cárcel- a Francisca Moya. Todos están ya en las mansiones celestes del más allá).

Relato número 30:

   El relato titulado “CUANDO LO DEL FERROCARRIL BAEZA-UTIEL”, se fundamenta en un hecho real, complementado por personajes, casos y anécdotas que se entresacan de la verdad o son sugeridos por la imaginación. (Antes del accidente, llegué a conocer a aquel mozo portugués).

   El hecho del ferrocarril lo demuestran los vestigios que quedan y quedarán quizás por siglos. La parte real del cuento está en la verdadera existencia y la desgraciada muerte del portugués, Damián, nuestro protagonista. Sus compañeros fueron mozos del pueblo con los nombres, casi inventados, que les aplico.

   Ni su novia, ni su suegra, ni la famosa “Peña del Veintiuno” existieron jamás. Pero la verdad es que muchos recuerdos afloran en mi mente con relación a aquellos años de las obras del ferrocarril...

Relato número 31:

   Fue un triste suceso acaecido en las cercanías del pueblo lo que me sugirió la idea de escribir el cuento “EL ÚLTIMO LOBO DE LA DERRUBIADA”. Sucedió en 1894; una niña de tres años, Angelita Valiente, fue devorada por un lobo, en el pueblo de Venta del Moro (según dijeron los periódicos -Almanaque de “Las Provincias”-). Todo lo demás que se cuenta en el relato es producto de mi imaginación. Quise novelar el desgraciado suceso a mi libre pensamiento. Tanto el lugar donde situó la acción, como las circunstancias y los personajes de la misma (a excepción de la pobre niña) son ficticios. De los parajes que cito, solamente existe uno (aparte de la Derrubiada, claro está) que parece recordar algo del suceso: el Cerro de la Coscolina donde (dicen) digo que aparecieron algunos pequeños restos de la misma.

Relato número 32:

   Mi abuela Clotilde, hija del que fue comandante de una facción en la última guerra carlista, José Antonio Martínez “el tío Telén”, me contó como un milagro de la Virgen de Loreto, lo que sucedió a un albañil al construir la torre de la iglesia del pueblo. Aquel caso llegó a mi memoria y divagó por mi cerebro para invitarme a escribir el cuento que titulo “LA HOGUERA DE LA VIRGEN DE LORETO”. Todo se rodea de la celebración de la víspera del día de nuestra Patrona, con la confección de la tradicional hoguera en la plaza de la iglesia.

   El argumento central es el caso del tío Garrañera, volteado por los aires y salvándose de milagro. Es, por lo tanto, un relato sobre fondo verídico que se adorna con circunstancias tradicionales y los alegres preludios del Día de la Virgen.

   El caso, que se cree milagroso, probablemente no ocurrió precisamente el 9 de diciembre del año..., sino cualquier otro día, pero en nuestro relato lo hemos incluido así, con el afán de resaltar y exaltar la devoción a la Virgen en su advocación Lauretana, que en Venta del Moro es consustancial y eterna.

Relato número 33:

   Con el título “¡QUE SALE LA PANTASMA!” se ha construido un cuento basado en la aparición, de tiempo en tiempo, de un fantasmón o ensabanado sujeto, que vete a saber lo que buscaría por el pueblo, asustando a quien se aventuraba por gusto o necesidad a salir de casa a altas horas de la noche. Que yo recuerde, solamente oí decir algo sobre este espinoso tema en una o dos ocasiones durante mi niñez.

   Después ni se vio ni se oyó nada sobre esta cuestión

   Pero algo hubo de suceder en el primer cuarto del siglo XX con relación al fantasma, al que se llamaba popularmente “la pantasma”. Todo el cuento es una imaginaria versión, en la que sólo es real la vivencia del “tío Mata”, el sereno, y su famoso lanzazo. Lo demás son añadidos y novelaciones del cómo, el cuándo y el porqué de aquellas apariciones.

Relato número 34:

   Antiguamente también se celebraba la Nochebuena en familia. Pero la gente joven solía reunirse en pandilla de amigos para celebrar lo que se le llamaba entonces “La Zahora”, después de la Misa del Gallo, comiendo a partir de la medianoche lo que de comestible se solía reunir, o bien condimentando, generalmente alguna paella, que la muchachada comía con “buena barra”. Después se organizaban juegos de toda índole, así como las llamadas “carazas” y otras diversiones.

   Todo ello me motivó el cuento que titulo “LA NOCHEBUENA, LA ZAHORA Y LAS CARAZAS DE LA TAMBORA”. Todo el cuento es mera ficción; los personajes son imaginarios a excepción de “La Tambora”, quién sí existió y fue noticia por su firmeza y sus escarceos, con el hijo natural que le sobrevino. Todo lo demás lo pone el retrato de los marginados personajes que asistieron a la cena y consecuente juerguecilla en casa de “La Tambora”. Y, como es natural, todo el imaginario relato, enmarcado dentro de la tradicional celebración de la Nochebuena, que llegaba, con más o menos y mejores o peores provisiones, hasta las mesas más humildes y, como en el caso contado, hasta los que casi vivían en paupérrima marginación. Era noche de amor y quizás la caridad hacía las veces de la justicia, cuando ésta apenas existía igualitariamente.

Relato número 35:

   Con esta narración se entra en el capítulo de las leyendas e historietas de nuestro libro. Este primer intento quiere ser una leyenda: “LA VENTA DEL MORO”. En este caso, que es una fantasía novelada en torno a la posible existencia de una venta o descansadero en los comedios del camino de Iniesta a Requena, sólo hay una idea base histórico-legendaria: el viaje desde Sevilla al feudo requenense de los Infantes de la Cerda, emprendido por la Reina Dª Violante, su nuera Dª Blanca y sus nietecitos los dichos Infantes. Pero ¿pasaron por este camino, o lo hicieron por otro itinerario?. El afán de situar la antigüedad de “nuestra Venta” en el tiempo más remoto, me movió a imaginar este viaje y el descanso, por una noche, de los históricos y reales personajes antedichos, en aquella primera venta regentada por uno de los moros huidos de la cristiana Requena tras su conquista, así como el trágico suceso que se relata.

   Por ello quiero dejar muy claro que esta leyenda no contiene de histórico (y aún dudoso) más de lo dicho. Los avatares del viaje y de sus etapas, la estancia en la venta, los nombres del ventero y su familia, así como el del capitán de escolta, son fantasías de mi cerebro. Y nada más. Y lo digo por si alguien piensa o puede pensar que este relato constituye la base histórica documental de “La Venta del Moro”, nuestro pueblo. Nada más alejado de la realidad de la primitiva fundación venturreña. Pero sin poderlo remediar, este nombre sigue martilleando mi imaginación: ¿porqué, a causa de qué y desde cuando surgió esta denominación?. Por algo sería.....digo yo, sin que mis preguntas consigan en modo alguno respuestas satisfactorias y ciertas.

Relato número 36:

   Leyendo historias sobre los primeros pobladores de nuestra comarca, todos los autores coinciden en que por las tierras de la meseta comprendida entre Las Cabrillas y el Júcar, cuya línea intermedia es el Cabriel, habitaron, o mejor dicho transitaron con sus rebaños sin establecerse sedentariamente, unas tribus o clanes célticos en su origen que tardaron mucho tiempo en fusionarse con olcades, thobelios y lobetanos, más civilizados, originando nuestros primeros poblados ibéricos que ya tenían ciertos contactos con los edetanos (Llíria) del casi litoral.

   El modo de vida de los beribracos o beribraces, que así se llamaban aquellas primeras tribus semisalvajes, me impulsó a forjar una especie de leyenda, nada histórica por cierto, que titulé “EL RAPTO DE LAS EDETANAS”. Así como si los que pastoreaban por las laderas de la Albosa, la Bullana, los llanos de la Casa Segura o el Boquerón, por ejemplo, idearan y acometieran la insólita, por entonces, empresa de conocer otras tierras más feraces y de mejor clima, culminando su atrevido viaje con el rapto de algunas bellas edetanas, más peripuestas y mejor ataviadas que las mozas de su tribu o de sus trashumantes clanes. Y este es mi relato, que pretendo sea leyenda en contra de lo que se considera como legendario al transmitirse oral y generacionalmente. Esto es pura elucubración escrita, un sueño que se plasma y que se cuenta, sin otro ánimo que el de significar que por aquí deambularon aquellas protohistóricas gentes.

Relato número 37:

   Con la denominación “LOS VOLUNTARIOS DE LA JARAGUAS CARTAGINESA” he escrito un imaginario relato -que puede ser leyenda- sobre las atribuidas primeras raíces jaragüeñas ibéricas y púnicas. Una virtual o posible gobernación cartaginesa que servía de recluta para las huestes de Aníbal, es inventada por el autor, situando y protagonizando en este lugar acciones mitológico-guerreras con trasunto amoroso y sacrificada amistad. Por supuesto que, tanto los personajes como los sucesos que se cuentan, son pura ficción. Pero ahí queda la interrogante de la antiquísima Daghiere que, antes de ser la Xaragua mora, pudo ser posiblemente fenicia y cartaginesa.

Relato número 38:

   Una de las primeras motivaciones que me impulsaron a escribir estos cuentos, historietas y leyendas sobre Venta del Moro, fue la contemplación y el repaso de todo lo que pude averiguar sobre Vadocañas y su famoso puente. Y por ello uno de mis primero relatos (aunque aquí lo incluyo en el número 38) fue el que titulo “DE VADOCAÑAS A LAS CASAS DEL REY”.

   Este relato o leyenda tiene dos partes diferentes en su concepción y en su anecdótico asunto o trama. La base fundamental es la verdadera historia del paso del Archiduque Carlos por Vadocañas y la Derrubiada, camino de Requena, a marchas forzadas, por la presión de los borbónicos ejercían en su tropa desde la Manchuela, incluyendo en esta parte histórica su pernocta en las después y hasta hoy llamadas Casas del Rey, sin duda por el motivo antedicho.

   La parte que no es histórica, sino imaginada y novelada como leyenda por el autor es todo lo que se refiere sobre los “Hurones” y su casi inmortal hazaña (si hubiera sucedido realmente) de haber “cazado” al Pretendiente. Todo esto es irreal y accesorio, como una pura invención anecdótica, que sirve de complemento a la documentada verdad histórica que se relata.

Relato número 39:

   Como leyenda entremezclada de realidades y fantasías, escribí el relato “ALGUNAS HISTORIAS DE AMERICANOS”, relacionándolo con la historia venturreña. Lo que posiblemente fue y lo que nunca existió nunca se alternan o se superponen -según le pareció a la mente y a la pluma del autor- para contar en cuatro partes distintas algunas cosas relativas al apasionamiento de nuestros mayores por las cosas del Nuevo Mundo Americano. Estas cuatro partes del total relato, tienen un principio de base real, que se va desarrollando -concretamente en los tres primeros- artificiosamente en forma de cuento con aspiración de leyenda. Todos los personajes que aparecen fueron reales e históricos. Los sucesos que se relatan han sido argumentados por el libre pensamiento y discurso del autor. Únicamente el último apartado, o broche final del total relato, es auténticamente cierto. En resumen, todo fueron sueños de riqueza que en muy pocos casos se realizaron favorablemente.

Relato número 40:

   Una versión imaginaria del por qué sucedió el hecho luctuoso que se relata en “EL CRIMEN DE TAMAYO”, una de nuestras historietas, es el argumento que quiere explicar aquel suceso, sin tener otra base real que el expediente judicial que se siguió en el caso. Este expediente dice como ocurrieron los hechos y quiénes fueron sus protagonistas. Pero las causas que lo motivaron, nunca fueron conocidas. Me refiero a los motivos que engendraron la enemistad del asesino y la víctima y sus respectivas familias. La causa última fue, indudablemente, una discusión y la subsiguiente reyerta. A falta de daños, tras consignar el hecho en sí, se han imaginado y novelado todas las que se han considerado como probables y hemos descrito detalles y modos de vida de los “riacheros de Tamayo y Santa Bárbara”, aplicándolos a lo que pudo ser móvil del crimen. Resumiendo; este relato no tiene de real más que la primera parte, que es prácticamente copia de los autos de detención del criminal y de sus familiares, con el resultado del proceso y los gastos que originó.

Relato número 41:

   Reiteradamente he visto el apellido Cárcel (antes de la Cárcel y Lacárcel) en papeles, padrones y repartos antiguos propio de familias afincadas fuertemente en nuestra Comarca y, por ello, también en nuestro pueblo. Queriendo seguir un poco su enraizamiento por estos lares, he escrito lo que yo titulo “POR LA VEREDA DE LA CASA SEGURA; HISTORIA O LEYENDA DE LOS CÁRCEL”. Como el apellido se extendió por casi todos los pueblos y aldeas comarcanos, en el relato me he ceñido únicamente a lo que fue más cercano a Venta del Moro y sus ramificaciones. Pero ¿es verdad todo lo que le relato sobre el particular de los avatares de los Cárcel?. Lo que es real e histórico, así se consigna, y es fácilmente reconocible hasta dónde llega la verdad o dónde funciona la imaginación y la leyenda que se ha querido implicar en el relato, cuando no se cita documentación aclaratoria. Lo cierto es que con este apellido ha habido para toda la escala social: desde el simple pastor o jornalero hasta próceres de la política y la intelectualidad, pasando por (lo más corriente) labradores, ganaderos, escribanos y, en general, hombres buenos en toda la extensión de la palabra. Pero también es claro que igualmente merecen su apología y una similar leyenda otros apellidos ciertamente ilustres o muy significativos en la vida venturreña... (Pardo de la Casta, Monteagudo, Noguerol, Haya, Cantorné, Guaita, Latorre)... y algunos, más corrientes pero no menos honrados, como los García, Pérez, López, Clemente, Ruiz, Beltrán y un largo etcétera, sin olvidar los Martínez, Gómez, Olmo, Robledo, Castillo, Cabanes, Yeves, Hernández, Fernández, González, Moya, Descalzo, Nohalés etc...

Relato número 42:

   En muchos pueblos era antiguamente corriente la acción del curanderismo, originado por creencias y prácticas supersticiosas, cuando verdaderamente la ciencia apenas alcanzaba a remediar males y enfermedades, cuando no epidemias, hoy muy simples y algunas erradicadas. Aunque la verdad sea dicha, cuando llega la muerte ninguna ciencia la puede parar, aunque sí retardarla en lo posible. En este sentido, de remedios imprevistos y supersticiosos, he escrito un cuento, sobre base real, titulado “EL CURANDERO DE LA VENTA”.

   El cuento, leyenda o historieta que nos ocupa, se construye sobre un hecho real: el proceso que sustanció a petición del médico del pueblo contra un curandero “por intromisión en el arte de curar”. Ambos son los únicos personajes verídicos de nuestra historia; los demás, así como los “sucesos” que se cuentan, son una imaginada leyenda que pudo o no pudo ser (lo más fácil, lo segundo). Sin embrago el introito del cuento (sobre prácticas de hechizos, aojamientos y curanderismo) resume lo que de verdad existía en tiempos antiguos sobre el tema.

Relato número 43:

   El relato que se titula “LA GRAN FLORIDA” recoge y quiere explicar el deseo de algunos ilusos venturreños que, sin venir a cuento y sin saber el porqué, pretendieron cambiar el nombre de Venta del Moro por el de “Gran Florida”. Se supone que tal pretensión y propuesta hubo de realizarse en el tiempo y la circunstancia histórica y real que se adjudica en nuestro relato. Pero también pudo ser unos años antes, con motivo de nuestra segregación de Requena como municipio independiente. En cualquiera de estas dos épocas sucedió el caso. Del relato lo único exacto y real es el acta y los personajes que la firmaron, adhiriéndose (un 18 de julio de 1854) al levantamiento de Espartero y O’Donell en pleno reinado de Isabel II. (Sólo hacía tres años que nos habían incorporado a Valencia, separándonos de Cuenca). Todo lo demás, nombres y apellidos (aparte de los firmantes de aquella acta de adhesión), opiniones de unos y otros, la natural y lógica polémica sobre el pretendido cambio de nombre del pueblo, adhesiones a uno u otro bando, así como el discurso del Secretario, votaciones y resultado último sobre el tema, son pura invención de quien esto escribe y escribió el cuento o historieta así titulada. Desde luego algo debió suceder, y quienes pensaron o idearon el cambio de nombre, por demasiado ilusos y soñadores, se quedaron como suele decirse “con un palmo de narices”. ¡ Y es que la empingorotada y floripondia denominación -en contra de lo que desde siempre se llamó y se llama Venta del Moro- se las traía!.

Relato número 44:

   La Cruz de Valera es un paraje sito en un pequeño altozano junto a la carretera de Venta del Moro a Requena, cercano a Las Monjas y Los Marcos. Allí hubo una cruz en recuerdo de Miguel Valera, asesinado en dicho lugar; hecho que ocurrió en 1842. Sobre este trágico tema he novelado un relato con el mismo título “LA CRUZ DE VALERA”, a mi libre capricho y albedrío, con personajes y nombres ficticios (salvo el del tío Valera, al que llamó Francisco aunque era Miguel). Otro nombre y personaje, también real -y al que le achaco el asesinato- es Miguel Salinas, cuyo escrito he conocido al leer un escrito de la Cárcel o Prisión de Requena en el que se dice y declara la “pobreza de solemnidad” del recluso. Todo lo demás, como ya he anticipado, es una digresión entre costumbrista e indagatoria para hacer recaer la autoría del crimen en los propios hijos del tío Valera, teniendo como móvil principal el robo de las pertenencias del desgraciado hombre. El preso siempre dijo que era inocente y las sospechas de vecinos y allegados vecinos, bastante generalizadas, fueron la comidilla de las gentes de entonces. En el relato y en su final, se hace justicia; pero tanto este desenlace como los hechos que en el transcurso de la narración se dicen, son fruto de una imaginación deseosa del triunfo justiciero.

Relato número 45:

  De los muchos sacerdotes o curas que regentaron la parroquia venturreña, apenas se tienen noticias fidedignas de sus actuaciones y modos de vida, excepto los ya conocidos por el autor de estos cuentecillos. Pero intuyendo algo de ello, tras la lectura de unos pocos documentos, o haciéndome eco y portavoz de lo que me contaron, además de mis juveniles vivencias en el último caso que cuento, me he atrevido (quizás un poco a la ligera y sin un conocimiento exhaustivo de la verdad) a reseñar algunos aspectos de tres curas en nuestro pueblo, haciendo constar, de antemano, mi afán por resaltar sus virtudes, que fueron más que sus pequeñas faltas, si las tuvieron. Hay muchas verdades en mis tres relatos que componen el título “HISTORIETAS Y LEYENDAS DE TRES CURAS DE ALMAS” aunque también declaro solemnemente que algunos hechos y circunstancias descritos, así como las opiniones sobre su forma de ser y pensar, han sido ideados por mi pluma; pero jamás en detrimento de sus bondades y seguras dedicaciones al cumplimiento de sus meritorios deberes sacerdotales.

   Pido, pues, perdón a Don Francisco Rubio, a Don Cándido Doménech y a Don Brígido Poveda (don Brigidillo, debido a su corta estatura física) por haberme entrometido en el recuerdo de sus vidas personales y profesionales en esta mi tierra con un atrevimiento demasiado desenfadado en algunas apreciaciones que manifiesto, sin que nada de ello, según creo, haya sido obstáculo para gozar los bienes celestiales que indudablemente merecieron.

Relato número 46:

   Cuando por primera vez leí en la Historia de la Guerra Carlista, de A. Pirala, el famoso itinerario del general Gómez recorriendo media España con sus tres mil soldados carlistas, me resultó curioso ver nombres de pueblos, aldeas y caseríos donde hicieron alto o etapa, entre los que estaban Venta del Moro, Casas de Moya, Los Cárceles...

   Basándome en un hecho histórico (15 de septiembre de 1836) tan comentado por la historia, he querido novelar su paso por estas tierras titulando mi relato “CUANDO EL GENERAL GÓMEZ PASÓ POR CASAS DE MOYA”, en el que sitúo un episodio novelesco como consecuencia de algunos desmanes, exigencias y tropelías que, sin poder evitar los jefes de la expedición, se cometieron. Todo el relato con sus personajes y sucesos son pura invención, excepto la marcha e itinerario de las tropas. Aunque, la verdad sea dicha, parece ser que algo debió ocurrir, y no muy bueno, pues alguien hace ya casi tres cuartos de siglo recordaba que sus bisabuelos solían hablar de Gómez y Cabrera..., y algún suceso ocurrido allá en las Casas de Moya.

Relato número 47:

   Con el título “EL ÚLTIMO DE LOS PRADAS” he intentado llegar hasta el punto de que este notable apellido desapareció de los censos y padrones venturreños. Lo cierto, como lo demuestra el nombre de la aldea de Casas de Pradas, es que alguien de este apellido estableció allí su primera casa o alquería, y debió suceder antes de 1700, pues en el Catastro de Ensenada (1752) aparecen en dicho lugar Blas y Nicolás de Pradas (con algunos otros vecinos), y en 1806 existían Ginés y María de Pradas como propietarios de tierras en esta aldea.

   Pero llegó un momento en que el apellido se apagó definitivamente por nuestras tierras. Y por ello, imaginativamente he construido mi relato, que no es ni más ni menos que un cuento -con algunos detalles históricos- sobre los últimos Pradas.

Relato número 48:

   Sobre el tema de pesas, medidas y monedas en las actividades comerciales de nuestros mayores, hemos sacado a relucir un cuento sobre el dicho popular “LAS CUENTAS DEL TIO ALIFONSO” quien parece quería lo ancho para sí y lo estrecho para los demás (como la ley del embudo). Todo el relato es invención excepto la introducción, de base histórica y documentada.

   Se cuentan, en tono humorístico, los apegos comerciales y demás ires y venires del famoso tío Alifonso, así como las aficiones de su familia. Hay incisos reales sobre cómo funcionaba “el repeso” a cargo del ayuntamiento, para evitar y castigar abusos de algún desaprensivo tendero; así como del sistema usual entonces de las medidas de peso y capacidad, como también las monedas que se usaban.

Relato número 49:

   Sobre paradores, posadas y hospedajes de tiempos antiguos en Venta del Moro, he pretendido historiar, dar visos de leyenda, o si se prefiere, un simple cuento, presentando el título “LAS POSADAS DE LA VENTA DEL MORO (ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA)”. Hay de todo en el relato, realidad e invención. Asocio la verdadera existencia de las posadas del tío Sales y del tío Velonero con episodios históricos sucedidos en el pueblo y novelo personajes e invenciones -incluso rivalidades que nunca existieron-, para enaltecer aquellos trabajos de hospedaje y alojamiento para los trajinantes, vendedores ambulantes, tratantes y demás visitantes del pueblo, faenas que no daban más que para malvivir a diario y recibir de vez en cuando, algún sofocón o disgustillo, por si alguien no pagaba como es debido o embrollaba el trajín de la posada.

Relato número 50:

   Casi para finalizar esta serie de cuentos, leyendas e historietas sobre mi pueblo, Venta del Moro, he compuesto un relato sobre escuelas y enseñanza primaria que titulo “LA ESCUELA DE LA TÏA MICAELA, Y OTRAS ESCUELAS”. Con ello evoco la vida de aquellos maestros de las primeras letras, que indudablemente en épocas pasadas debían pasar hambre (según atestigua el dicho popular), y de la clase de instrucción que recibían los alumnos en condiciones muy precarias para unos y otros.

   Todo lo que cuento sobre la célebre “escuela de la tía Micaela” no pasa de ser una figuración, quizás bastante concordante con la realidad.

   En mi pueblo, cuando hay desorden y demasiado bullicio en una casa o cualquier reunión, se suele decir: “¡esto parece la escuela de la tía Micaela!”. Luego, algo habrá de verdad en el relato.

   La narración quiere ser un alegato en defensa de la educación y la instrucción de la sufrida y nunca bien ponderada clase del Magisterio, a la que he pertenecido a mucha honra.

Relato número 51:

   Cuando ya daba por terminados mis cincuenta cuentos y leyendas sobre mi pueblo, Venta del Moro, recordé vagamente un suceso que mis padres comentaban con cierto desenfado, ironía y jocosidad. Ello me sugirió el siguiente relato “LA ESTRELLA DEL RABO Y LA FIN DEL MUNDO”, que escribo como punto final a este libro.

   Lo del cometa Halley, en 1910, es cierto y verdad que supuso mucho miedo y mucha descomposición de conductas, porque es natural que aquellas predicciones de “la fin del mundo” pusieran nudos... y otras cosas en la garganta del más bravo.

   Novelo un tanto lo hechos reales de la aparición del cometa, y fantaseo a rienda suelta lo que pudo suceder en los barrios y calles de mi pueblo... y en otros lugares más o menos escondidos.

   Finaliza el relato con lo anecdótico de los “setecientos justos que habrían de librarse”, incluyendo en ellos a la familia de “los Justos” de las Casas del Rey.

► Como nota final advierto,

1º: Que estas claves pueden ser utilizadas como complemento a los 51 relatos que se incluyen en el libro.

2º: Que todo ello se ha escrito para entretenimiento y recuerdo de costumbres, fiestas, tradiciones, leyendas e historietas de mi pueblo, “la Venta del Moro”.

3º.- Que, si por el uso de nombres, apellidos, apodos y hechos o anécdotas, alguien, actualmente, se siente molesto (por ser descendiente o próximo familiar o vecinal), ruego humildemente su perdón y comprensión, pues mis citas o alusiones siempre han querido ser, no sólo justas y benevolentes, sino además muy amistosas y enaltecedoras de su honradez y de todos su valores.

Requena y Venta del Moro, 1997

Feliciano A. Yeves Descalzo.

Trascripción efectuada por Manolo Hernández

Marzo de 2007

 

ÍNDICE

1.- De cuando los Reyes Magos venían pobres.

2.- La Santantonada de los Rojones.

3.- ¿Quién me da una cesta vieja para San Julián?.

4.- Las candelas de un sacristán de amén.

5.- El jueves lardero.

6.- Las carnavalescas vistas del tío Pedorro.

7.- Una famosa tertulia culinaria.

8.- Un velatorio y un robo.

9.- La Fuente Vieja de los Desmayos.

10.- El Pino de los Quintos.

11.- Las tinieblas del Viernes Santo.

12.- La increíble historia de dos Judas.

13.- La Procesión del Encuentro.

14.- ¡ Vamos a “Las Lilas”!

15.- Los mayos y las coplas.

16.- La rogativa que ganó San Francisco Javier.

17.- Una novia sanjuanera.

18.- Cuando al Cabriel se le hincharon las narices.

19.- Una calle pueblerina.

20.- Los hombres de la “fauna” venturreña.

21.- El sorteo de los quintos.

22.- Por la Virgen de Agosto pintan las uvas y los tomates.

23.- Cumpliendo promesas a la Virgen.

24.- Los Lobillos van al Reino y los Conejillos a la Sierra.

25.- ¡ Vamos a la feria !

26.- Una cencerrada histórica

27.- La tertulia rosera de la tía Zafranares.

28.- Día y noche de Todos los Santos.

29.- De cuando el baile era el beile

30.- Cuando lo del ferrocarril Baeza-Utiel.

31.- El último lobo de la Derrubiada.

32.- La hoguera de la Virgen de Loreto.

33.- ¡ Que sale la pantasma !

34.- La Nochebuena, la zahora y las carazas de la Tambora.

35.- La Venta del Moro.

36.- El rapto de las edetanas.

37.- Los voluntarios de la Jaraguas cartaginesa.

38.- De Vadocañas a las Casas del Rey.

39.- Algunas historias de americanos.

40.- El crimen de Tamayo.

41.- Por la vereda de la Casa Segura. Leyenda de los Cárcel.

42.- El curandero de la “Venta”.

43.- La Gran Florida.

44.- La Cruz de Valera.

45.- Historietas y leyendas de tres curas de almas.

46.- Cuando el general Gómez pasó por las Casas de Moya.

47.- El último de los Pradas.

48.- Las cuentas del tío Alifonso. Pesas, medidas y monedas.

49.- Las posadas de la Venta del Moro.

50.- La escuela de la tía Micaela, y otras escuelas.

51.- La “estrella del rabo” y la “fin del mundo”.