CLAVES DE LA OBRA DE FELICIANO ANTONIO
YEVES DESCALZO
“CUENTOS Y
LEYENDAS DE MI
PUEBLO:
VENTA DEL MORO”
CLAVES DE LA OBRA “CUENTOS Y LEYENDAS DE
MI PUEBLO: VENTA DEL MORO”
CLAVES para mejor entender y
diferenciar lo que hay de verdad e histórico, de lo que es
puramente ficción o novelación, en la lectura del libro
titulado “CUENTOS Y LEYENDAS DE MI PUEBLO: VENTA DEL MORO”,
obra de Feliciano Antonio Yeves Descalzo, editado por el M.I.
Ayuntamiento de Venta del Moro el año 1997.
Relato número 1:
Iniciamos estos relatos con el título:
“DE CUANDO LOS REYES MAGOS VENÍAN POBRES”.- La narración
es simplemente un episodio autobiográfico de la infancia del
autor, en el que además se mencionan todos sus familiares y
todos sus pequeños amigos de la infancia. (Padres: José María
y Clotilde; hermanos: José María, Clotilde y María. Sus
amigos: Julio García Escribano, Ángel Moya García, José
Broseta Díaz, Heliodoro Ruiz García, Adelo García Latorre).-
El relato es una total fantasía que refleja, sin embargo, la
cierta frustración que experimentó –y que ciertamente
experimentan todos los niños- al enterarse de la verdad de la
venida anual de los Reyes Magos con sus regalos.
Relato número 2:
“LA SANTANTONADA DE LOS
ROJONES” es, ni más ni menos, un cuento basado en la realidad
de la existencia de la numerosa familia llamada “los
Rojones” (vivían en la Calle de Los Huertos) y de las
penalidades, hambres y miserias que por entonces imperaban en
las familias jornaleras.- Se quiere incidir en la celebración
de la fiesta de San Antón, y de la costumbre de encender
hogueras en las calles la víspera. Todo lo demás es pura
novelación y ficción, a excepción del cantar alusivo a la tía
Rojona. Ni aún lo del gorrinillo de San Antón era costumbre en
Venta del Moro, sino en algunas de sus aldeas. En clave de
cierto humor y de muchas y felices bondades, el cuento termina
“ganando los Rojones”, como el caso merecía.
Relato número 3:
En el cuento que se titula “¿QUIÉN
ME DA UNA CESTA VIEJA PARA SAN JULIÁN?”, todo es mera ficción,
incluyendo personajes, apodos y sucesos. La única verdad, que
se quiere resaltar, es la costumbre de quemar, en hoguerillas
callejeras, todos los trastos viejos el día de San Julián (28
de enero) Patrón de la Diócesis de Cuenca, a la que hasta 1957
pertenecimos, y que, popularmente, se le llamaba San Julián
“el Cestero”, por su oficio.- Esta costumbre tradicional, al
parecer, ya ha desaparecido de nuestro pueblo.
Relato número 4:
En el relato “LAS CANDELAS DE
UN SACRISTÁN DE AMÉN”, hay de todo, verdad y ficción. El
sacristán y el cura de la época en que el monaguillo Julio
“el Perroposao” repicó las campanas con el verdadero
resultado del chichón y el dedo estropeado (que ello sí es
realmente cierto), eran el tío Miguel y don Brígido. Lo de las
bondades del “tío Sacristán” también es cierto, pero
hemos exagerado sus condiciones físicas. Alguien se preguntará
si lo del segundo apodo de Julio, “Rusia” fue verdad y se lo
adjudicó el sacristán: fue cierto.
El episodio sucedió un domingo
cualquiera, cuando Julio tocaba a misa; pero lo hemos colocado
el día de la Candelaria, 2 de febrero, que se solía celebrar
(algunos años, no todos) repartiendo velitas o candelas a los
fieles, en su festividad.
Relato número 5:
En el cuento “EL JUEVES
LARDERO”, no hay de verdad más que el hecho de su celebración
anual, por los niños escolares, que suelen marchar al campo,
con sus maestros, a celebrarlo.
Aparte de que los maestros D.
Victorio y Dª. Salvadora, sí que estuvieron muchos años en el
pueblo dejando imborrable recuerdo, todo lo demás es pura
imaginación del autor, que recordando sus tiempos escolares, ha
intentado resaltar, humorísticamente, las alegrías y los
buenos apetitos de la chiquillería cuando se celebraba el
llamado jueves lardero.
Relato número 6:
“LAS CARNAVALESCAS VISTAS DEL
TÍO PEDORRO”, es un cuento, basado en algo que, siendo yo niño,
me contaron, y al que he recalcado quizás un poco de maloliente
desahogo fisiológico. Creo que fue cierta la existencia del tío
“Pedorro”, y también la broma que durante el Carnaval, uno
de los de antaño, organizó cierta comparsa en este pueblo.
Todos los demás personajes, así como algunos aspectos y
divisiones pedorrísticas, son pura ficción.
Relato número 7:
Al escribir el relato titulado
“UNA FAMOSA TERTULIA CULINARIA” fui recordando
conversaciones y hablillas de los contertulios del taller de
carpintería del tío Julio “Bernache”, comentando casos
sobre grandes “comedores” y “bebedores”.
Sin embargo, todo lo que se dice
en este cuentecillo es pura imaginación, tanto en nombres y
apodos como el pantagruélico hecho relatado.
Puede comprobarse que, con este
cuento, se ha querido enaltecer la fiesta de San José, y, muy
particularmente, los famosos “bocaillos” que cocinaban
nuestras madres y abuelas, y que aún continúan en nuestros días.
Relato número 8:
El cuento titulado “UN
VELATORIO Y UN ROBO”, pretende incidir en la piadosa costumbre
pueblerina de ir al “rezo”, o velatorio cuando se moría algún
vecino.
Su doble trama y argumento, la
del difunto y la del robo, se corresponden, en el segundo caso,
a la realidad de un hurto cometido; en el primero a una mera
fantasía del autor, aunque, sin embargo era corriente el
fallecimiento “de repente”, dadas las nulas previsiones y
precauciones en materia de medicina.
Todos los personajes son
ficticios. La única verdad que hay en el relato fue lo del robo
del caudal que, escasamente, podría tener la hucha de la santa
imagen. Hecho que quedó en el anonimato.
Relato número 9:
En el cuento “LA FUENTE VIEJA
DE LOS DESMAYOS”, el autor ha querido poetizar sobre aquel
manantial que vino surtiendo por algún tiempo la necesidad del
líquido elemento a los venturreños.
Todavía recuerdo su ya
abandonada existencia, durante mi infancia, bajo la sombra del
último sauce, al otro lado de la Albosa.
Todo su argumento es pura fantasía
e imaginación, aunque me fue sugerido por un caso que me
contaron en mi niñez: un mozo del pueblo (el tío Donato?) le
disparó un tiro a otro (el tío Mamerto?) que se las daba de
buen mozo.
Pero, como antes se dice, ni el
personaje femenino ni los mozos rivales del cuento, existieron
realmente. Todo ha sido fruto del deseo de novelar antiguas
costumbres y juveniles amores.
Relato número 10:
El cuento “EL PINO DE LOS
QUINTOS” hace referencia precisamente al pino llamado de esta
forma, existente a unos dos kilómetros de Jaraguas en la orilla
de la carretera que la une a Venta del Moro.
Es un relato con fondo real: la
desafortunada rivalidad y alguna enemistad entre los jóvenes de
Venta del Moro y Jaraguas, o viceversa; que ignoro a qué fue
debido o qué causas la originó.
Sospecho que aquello surgió
ante el comprensible deseo de emancipación de la aldea con
respecto al pueblo capitalino.
Nada de lo que se cuenta en la
trama y personajes del relato es verdad, así como su desenlace.
Sin embargo, insistimos, es cierto que en algunas ocasiones
pascueras, de noviazgos, etc., hubo alguna paliza que otra, pero
sin graves consecuencias.
Creo sinceramente que hubo, hay
y habrá muchas mas amistades y lazos de unión entre ambas
poblaciones, que odios y desavenencias.
Relato número 11:
He titulado el relato “LAS
TINIEBLAS DEL VIERNES SANTO”, como un viejo recordatorio
costumbrista, argumentándolo imaginariamente, aunque el
personaje central, llamado “Pitorrito” vivió en nuestro
pueblo –con otro nombre-, y que después llegó a ser agente
de aduanas en Vinaroz, donde se jubiló. Creo que la piadosa
costumbre de golpear con mazos un gran palo colocado en el
exterior de la iglesia, el día de Viernes Santo hasta la tres
de la tarde, ha desaparecido.
Relato número 12:
Escribí el cuento “LA
INCREIBLE HISTORIA DE DOS JUDAS”, por la solemne costumbre del
ahorcamiento del “judas” en la mañana del Domingo de
Pascua, para después lanzarlo desde lo alto del campanario y
reventarlo en el suelo con una paliza de la chiquillería.
El cuento es pura ficción,
salvo la ancestral costumbre antedicha. No he pretendido
involucrar ni aludir siquiera a quién o quienes todavía llevan
el apodo de “Judillas” en el pueblo. Debe entenderse el
relato como una novelación, que pudo ser posible en el punto en
que alguien se dejó atar y voltear sobre una campana de nuestra
torre (alguien me contó que este alocado suceso hubo de ocurrir
en cierta ocasión).
Se puede comprender que la básica
intención del escritor ha sido la de conmemorar y exaltar esta
costumbre, que, en el mismo día de la procesión del Encuentro,
no debiera desaparecer nunca.
Relato número 13:
Siguiendo lo tradicional se ha
titulado este cuento como lo que se celebra en la mañana
dominguera de Pascua: “LA PROCESIÓN DEL ENCUENTRO”.- Es el
encuentro de Jesús y de María en la solemnidad de la
Resurrección, tras los luctuosos hechos del proceso de Jesús,
su Cruz y su Calvario.
Para motivar esta piadosa
costumbre, se han inventado los personajes del tío “Roque”
y la tía “Roqueta”; es decir, no existieron jamás. Pero
todo lo que se relata remontándonos a la historia de lo que
sucedió en Venta del Moro en 1706, es real y documentada. Se
saqueó y profanó la ermita que ya existía, donde se veneraba
a la Virgen de Loreto.- Lo que sí ponemos en duda, es que este
histórico hecho diera origen a la procesión del Encuentro,
cosa que hemos anotado como muy remotamente posible.
Relato número 14:
Con el título “¡VAMOS A
“LAS LILAS”!”, se ha escrito este cuento basándolo en un
desgraciado hecho real. Lo tradicional y costumbrista se sirve
de las fechas pascueras, cuando el mocerío salía en carro para
correr “la Mona”.
De los tres personajes que
intervienen en este relato, dos son absolutamente ficticios;
solo uno, el que verdaderamente sufrió la tragedia, es real,
aunque tampoco se llamaba Adolfo como dice la narración.
Recuerdo que era un chico de la familia de los “Julianazos”.
Y, en honor a la verdad, lo que le ocurrió al muchacho no fue
culpa de nadie, sino de una imprudencia que cometió al
encaramarse a una torreta de alta tensión, no se sabe con que
intención.
Relato número 15:
“LOS MAYOS Y LAS COPLAS”; es
una narración sobre la tradicional costumbre que todavía
perdura en el pueblo, sobre la cantata de “los Mayos” a la
Virgen de Loreto a cargo de todo el pueblo congregado a las
puertas de la iglesia; y sobre el cantarlos también a las
muchachas del pueblo, a cargo de rondas de quintos y acompañantes
voluntarios.
El relato que nos ocupa se
refiere casi más concretamente a las llamadas “coplas” que,
tras los Mayos a la Virgen, se suelen hacer públicas y en las
que se permiten toda clase de críticas, quejas, lamentos,
ruegos... y hasta poner en solfa abusos más o menos
comprobados. Todos los personajes de este relato fueron reales;
las coplas que se incluyen (la primera fue tal y como se dice)
son invención del autor, aunque poco más o menos pudieron
cantarse así en aquel año y en aquellos momentos.
Relato número 16:
El cuento “LA ROGATIVA QUE GANÓ
SAN FRANCISCO JAVIER”, tiene su base real: una oración de
“rogativas” para pedir al cielo la benefactora lluvia para
los campos, que, aquellos años sufrían una pertinaz sequía.
Fui testigo de aquello.... y
llovió, aunque no tanto como se dice en el relato.- Pero lo de
que consiguió más San Francisco Javier que la Virgen de
Loreto, no es tan cierto y real, sino una concesión que el
autor hace al Santo con permiso de la Virgen, a quien ruego
fervorosamente perdone mi atrevimiento.
En la Casa Segura se efectuó el
trueque de imágenes hecho entre la Venta y Jaraguas, y una
semana después, el destrueque.
El caso es que llovió
abundantemente en toda nuestra tierra y demarcación. Y, que
conste: nadie se acogió a los pronósticos del tiempo
favorables, porque entonces ni existía la “tele” ni el
“hombre del tiempo”... Creo que todo fue cuestión de fe y
esperanza.
Relato número 17:
Todo el relato que se titula
“UNA NOVIA SANJUANERA” es un canto a la sencillez y a la
hermosura de las mujeres de mi tierra.
En el cuento, sólo es real el
tradicional lavatorio de las muchachas solteras y en edad de
merecer, en las pequeñas fuentecillas de la ribera de la
Albosa, con las alegrías, los ensueños y las inocentes
supersticiones de niñas y doncellas.
El argumento, que se teje en
torno a unos amores juveniles correspondidos, es pura ficción;
todos los personajes del relato son invención del autor. Pero
hay que hacer constar que, en ocasiones no muy numerosas,
algunas cosas sucedían tal y como se cuentan. Y, la verdad, no
salía muy bien parada la moza que caía en este “pecado”.
Entonces era.... entonces.- Hoy, nadie, excepto alguna familia
demasiado pacata, hace juicio sumarísimo por el fortuito desliz
de alguna muchacha.
Relato número 18:
El tío Marcelino “Pichuli”
me contó, durante una cacería de dos días, en que pernoctamos
en “El Tete”, junto al Cabriel, un caso, según él, muy
real, ya que lo había protagonizado. Ello me sugirió años
después, el relato -mitad cuento, mitad historieta- que titulo
“CUANDO AL CABRIEL SE LE HINCHARON LAS NARICES”.
Y no me cabe duda que algo de lo
que cuento sucedió en realidad, pues el tío Marcelino era un
empedernido cazador, más de hurón y podenco que de escopeta; y
también debió ser en su juventud algo roscachán y pelipuesto.
En resumen; que, con otro nombre
y pintando varias e imaginarias circunstancias, a mi modo y
manera, con algunos añadidos y fantasías, cuento lo que aquel
hombre me contó. Quizás haya exagerado más de la cuenta, pero
el caso fue que el tío Marcelino atravesó el Cabriel, con un
ataúd a cuestas, nadando y bregando a más no poder, viéndose
bastante comprometido en tan insólita navegación.
La famosa riada cabrielina que
se narra, no es precisamente la que atravesó el tío
“Pichuli”, ya que verdaderamente sucedió precisamente en el
verano de 1936, a poco del comienzo de la guerra civil.
Relato número 19:
En el relato “UNA CALLE
PUEBLERINA”, cuento lo que verdaderamente era la calle de Los
Arcos, en Venta del Moro, donde yo viví casi treinta años,
hasta que me casé. Desde 1945 calle de D. Victorio Montés.
Todos los nombres y apodos que
cito son reales y verdaderamente existieron y habitaron durante
mi niñez y juventud en esta calle.
Mis comentarios sobre las vidas
y milagros de aquellas buenas gentes no quieren ser sino un
elogio a la hermandad y la convivencia que demostraron.
El sucedido entre el tío
Timoteo y el tío Mata que detallo en mi relato ocurrió como se
dice, aunque no tan exagerado en sus consecuencias.
Es posible que me haya olvidado
de algún que otro vecino que no llegó a echar raíces en mi
calle, por lo que pido perdón.
Relato número 20:
El cuento “LOS HOMBRES DE LA
FAUNA VENTURREÑA” es un romance ideado por el escritor sobre
los apodos que llevaron las gentes de este pueblo, con nombres
de animales; se emparejan en el romance los apodos o motes más
antagónicos, para mostrar que la unión y la convivencia del
vecindario fue siempre laudable y fraterna, por lo que el
cuentecillo viene a ser una moraleja y enseñanza para las
posteriores generaciones. Todo es producto de una momentánea
vena cómico-poética del autor, quien con supuestos autores, lo
mismo pudo romancear con otros apodos relacionados con distintos
temas, ya que el repertorio de motes y sobrenombres da para
mucho.
Relato número 21:
El relato titulado “EL SORTEO
DE LOS QUINTOS” consta de dos partes. La primera narra el
costumbrismo, alegrías, temores y llantos, que despertaron
aquellos sorteos -hoy desaparecidos- de los mozos en la recluta
de soldados en tiempos bastantes difíciles, sorteo que se
verificaba antiguamente en los propios pueblos.
Los ejemplos que cito en esta
primera parte son verídicos, o, al menos, como tales me los
contaron a mí.
La segunda parte es un
cuentecillo sobre algo que oí y que me llamó la atención,
sucedió en otro pueblo, quizás no muy lejano del nuestro (¿pudo
ser Villatoya?). De cualquier modo, este cuento es, en cuanto a
nombres de personajes, una mera fabulación con un desarrollo y
un desenlace de lo más chusco y anecdótico.
Relato número 22:
Cuando escribí el cuento “POR
LA VIRGEN DE AGOSTO PINTAN LAS UVAS... Y LOS TOMATES” estuve
dudando si emplear el nombre o nombres con sus apodos reales, o
si disfrazaba de algún modo al protagonista principal del
relato. Me incliné por lo segundo.
Puede ser que mucha gente -de
sexagenarios para abajo- ya no recuerde al tío Saturnino “El
Rumiento”, a quién hago un recordatorio que quiere ser muy
amistoso, porque tanto él, como su mujer la tía Amparo, y sus
dos hijos -Vicente y Juan Antonio- todos fueron muy benevolentes
conmigo. Especialmente Vicente “El Abuelo”, uno de mis más
queridos amigos, que hizo de todo durante mi gestión municipal:
alguacil, sereno, enterrador, compañero de mayos, rondas,
juerguecillas y todos los etcéteras imaginables en la que
durante algún tiempo fue la “Peña de la Herradura”.
Los hechos que relato fueron
casi todos reales, aunque salpimentados un poco; y es que el tío
“Rumiento”, o el “Cojo” -que lo era de verdad- tuvo
casos para contar... Además fue quizás uno de los más
piadosos venturreños en el último arte de “dejar como nuevos
y listos para el otro mundo” a muchos hombres que con sus
manos amortajó. Se llamaba Saturnino Gómez Fernández.
Relato número 23:
Me declaro enamorado y fiel
devoto de la Virgen María en cualquiera y en todas sus
advocaciones, especialmente de mi patrona la Virgen de Loreto.
El relato que me inventé con el
título “CUMPLIENDO PROMESAS A LA VIRGEN”, es todo una
fantasía de mi mente, que pretende contagiar mis devociones
marianas.
Empleo tres personajes femeninos
para hablar sobre promesas en los tres centros de más
significación y tradición en esta Comarca: El Remedio,
Consolación y Tejeda.
Ni personajes ni hechos, en este
cuento, son reales. Pero, ¡cuántos venturreños hicieron y
cumplieron semejantes promesas desde tiempos muy antiguos!.
Se puede colegir que la
verdadera intención del escritor aparte de ratificar sus
creencias, es la de recordar y vincular más y más a la
veneración de nuestra Virgen de Loreto en el alma de todos los
hijos de este pueblo, pues por algo se entronizó aquí a
nuestra Patrona.
Relato número 24:
En el cuento “LOS LOBILLOS VAN
AL REINO Y LOS CONEJILLOS A LA SIERRA” se disfrazan los apodos
de los personajes, de la misma manera que he podido involucrar a
cualesquiera de los motes que por el pueblo circulan.
Todo es ficción en el relato,
tanto en sus anécdotas como en los sucesos señalados. Pero lo
que sí es cierto y real, era la costumbre anual de ciertas y
varias familias con fornidos hombres en su haber, de desplazarse
a la siega del arroz a Valencia, y a la de cereales de pan y
pienso por tierras serranas de Cuenca, para sumar algún
numerario a su menguada situación económica, cosa que sacó de
apuros a muchos vecinos.
Es el cuentecillo una glosa del
casi épico esfuerzo en el trabajo de los segadores bajo el
estival sol de la meseta, o en los lodazales del arroz
valenciano.
Relato número 25:
Se hace un alegre relato, propio
de muchachos y mozos despreocupados y desenvueltos, en el
titulado “¡VAMOS A LA FERIA!”.
Se refiere al hecho acostumbrado
de ir en cuadrilla o pandilla a la entonces famosa Feria de
Utiel, para pasar un día en alegre camaradería, viendo las
cosas, trajines y actividades de las gentes que, procedentes de
la comarca y zonas algo más alejadas allí acudían; ante aquel
movimiento extraordinario, las cuadrillas que iban por primera
vez, se extasiaban ante los feriantes y sus atracciones. Este
relato es real en cuanto a los personajes que se citan, y algo
ficticio en los sucesos que se les achaca. Y es cierto también
que allí se ganó Teodoro el mote de “Patatas”, como también
lo es, desgraciadamente el final de cuatro amigos y compañeros
de feria: los cuatro muertos en la guerra civil.
Relato número 26:
Nuestro cuento titulado “UNA
CENCERRADA HISTÓRICA” es una exposición libre y meramente
fantaseada de lo que pudo ser una célebre “cencerrada” de
hace ya siglo y medio. Que lo mismo pudo pasar después, y en
cualquier ocasión en que algún contrayente matrimonial, o los
dos, eran viudos. Era costumbre interesada que sacudía la
serenidad del vecindario y que lo colocaba en situaciones de
mofa y hasta escarnio contra los recién casados, si éstos no
se sometían con alegría y desenfado a las reglas del juego.
Ciertamente hubo casos en que
pudieron suceder desórdenes y derivar en graves consecuencias.
Las más de las veces transcurría la broma sin más quebrantos
que las descaradas alusiones al “bodurrio”.
Creemos que aquella costumbre
desapareció sin pena ni gloria; cosa que ni nos preocupa ni nos
desazona demasiado.
Todos los personajes y los
sucesos del cuento son ficticios. Pero alguna otra cencerrada,
que sucedió después, tuvo sus más y sus menos: algo que pudo
costar muy caro... (sustituyamos a los voluntarios realistas por
la Guardia Civil, cuando la boda de Paco Candel y Ricarda Fernández).
Relato número 27:
El azafrán era, hasta no hace
medio siglo, una sustancial riqueza y ayuda para algunas
familias labradoras. Por ello se saca a la luz este cuento
titulado “LA TERTULIA ROSERA DE LA TÍA ZAFRANARES”.
Este cuento lo protagoniza una
buena mujer que mi imaginación creó o inventó, y a la que
adjudiqué el apodo de “Zafranares”, que realmente existió
en nuestro pueblo.
Todo el relato es un recuerdo de
aquellas faenas que “roseros” y “roseras” hacían en la
cosecha y monda del azafrán, con su pintoresquismo, ajetreo y
tertulia consiguientes.
Algunos personajes secundarios
del relato tienen su nombre y apodo reales. Pero debo aclarar
que el nombre de Ana López, que se da a la tía
“Zafranares” no sé si realmente le corresponde; creo que
no. Lo que sí es cierto es que un paraje, en el camino de la
Venta a las Casas del Rey, se denomina Cruz de Ana López... Y
por algo fue llamado así.
Relato número 28:
El cuento “LA NOCHE DE TODOS
LOS SANTOS” es un arreglo ficticio de lo que, según se cuenta
o se contó, ocurrió en nuestro pueblo cuando había más
hambre y ganas de comer que abundancia de pan.
Los personajes son irreales. Los
sucesos no tanto.
Todo es en el cuento fruto del
respeto y hasta desmesurado miedo de las gentes de antaño por
los muertos. Y cuando el hambre no daba para más, y cuando las
tertulias eran casi obligatorias porque no existían otros
medios de distracción, el tema casi era consustancial con la
vida de aquellas gentes.
La verdad es que no sabemos si
la muerte del protagonista al que llamamos Felipe “Mudí”
(el protagonista y víctima del relato fue realmente Ángel Giménez
“El Rosito” hijo único de la tía Rosa “de Panderas”),
fue producida por el miedo al ver al fantasmón ensabanado, o
porque ya la llevaba encima a causa de la tuberculosis y sus
desarreglos amorosos.
Relato número 29:
Este relato, que es puramente un
cuento, y que se titula “CUANDO EL BAILE ERA... EL BEILE”,
tiene por objeto rememorar las juveniles excursiones por
nuestras aldeas, y para señalar que las únicas diversiones de
entonces eran los bailes. Durante mucho tiempo para mozos y
mozas -amén de los sabrosos cotilleos de bastantes madres y
abuelas-, los esporádicos o periódicos bailes en el pueblo y
las aldeas, eran lo mejor de lo mejor para la juventud. Se
celebraron últimamente y hasta que salieron a escena las
modernas orquestas, a base de un solo músico: el acordeonista.
El acordeón fue un instrumento que jamás se ponderará como
merece, así como también a sus celebrados y renombrados
ejecutantes.
Los nombres y episodios que
aparecen en el cuento, todos son ficticios, pura imaginación
del autor. Pero, como siempre sucede en esta clase de
cuentecillos, hay una base anecdótica que inicia o desata el
argumento, y que realmente hubo de suceder.
La lucha de los mozarrones, por
la noche y en el paraje llamado “Las higueras de Antón” la
protagonizaron de verdad, Manuel Pedrón y Julián Ruiz (ambos
q.e.p.d.) cuando volvían del baile celebrado en las Casas del
Rey. Todo lo demás es, como ya se deja dicho, un cuento... Pero
algo me dice en el oído que lo de quitar el novio a una amiga,
por correo, también sucedió en nuestro pueblo (La Tomasa Cano
le quitó el novio -José María Cárcel- a Francisca Moya.
Todos están ya en las mansiones celestes del más allá).
Relato número 30:
El relato titulado “CUANDO LO
DEL FERROCARRIL BAEZA-UTIEL”, se fundamenta en un hecho real,
complementado por personajes, casos y anécdotas que se
entresacan de la verdad o son sugeridos por la imaginación.
(Antes del accidente, llegué a conocer a aquel mozo portugués).
El hecho del ferrocarril lo
demuestran los vestigios que quedan y quedarán quizás por
siglos. La parte real del cuento está en la verdadera
existencia y la desgraciada muerte del portugués, Damián,
nuestro protagonista. Sus compañeros fueron mozos del pueblo
con los nombres, casi inventados, que les aplico.
Ni su novia, ni su suegra, ni la
famosa “Peña del Veintiuno” existieron jamás. Pero la
verdad es que muchos recuerdos afloran en mi mente con relación
a aquellos años de las obras del ferrocarril...
Relato número 31:
Fue un triste suceso acaecido en
las cercanías del pueblo lo que me sugirió la idea de escribir
el cuento “EL ÚLTIMO LOBO DE LA DERRUBIADA”. Sucedió en
1894; una niña de tres años, Angelita Valiente, fue devorada
por un lobo, en el pueblo de Venta del Moro (según dijeron los
periódicos -Almanaque de “Las Provincias”-). Todo lo demás
que se cuenta en el relato es producto de mi imaginación. Quise
novelar el desgraciado suceso a mi libre pensamiento. Tanto el
lugar donde situó la acción, como las circunstancias y los
personajes de la misma (a excepción de la pobre niña) son
ficticios. De los parajes que cito, solamente existe uno (aparte
de la Derrubiada, claro está) que parece recordar algo del
suceso: el Cerro de la Coscolina donde (dicen) digo que
aparecieron algunos pequeños restos de la misma.
Relato número 32:
Mi abuela Clotilde, hija del que
fue comandante de una facción en la última guerra carlista,
José Antonio Martínez “el tío Telén”, me contó como un
milagro de la Virgen de Loreto, lo que sucedió a un albañil al
construir la torre de la iglesia del pueblo. Aquel caso llegó a
mi memoria y divagó por mi cerebro para invitarme a escribir el
cuento que titulo “LA HOGUERA DE LA VIRGEN DE LORETO”. Todo
se rodea de la celebración de la víspera del día de nuestra
Patrona, con la confección de la tradicional hoguera en la
plaza de la iglesia.
El argumento central es el caso
del tío Garrañera, volteado por los aires y salvándose de
milagro. Es, por lo tanto, un relato sobre fondo verídico que
se adorna con circunstancias tradicionales y los alegres
preludios del Día de la Virgen.
El caso, que se cree milagroso,
probablemente no ocurrió precisamente el 9 de diciembre del año...,
sino cualquier otro día, pero en nuestro relato lo hemos
incluido así, con el afán de resaltar y exaltar la devoción a
la Virgen en su advocación Lauretana, que en Venta del Moro es
consustancial y eterna.
Relato número 33:
Con el título “¡QUE SALE LA PANTASMA!”
se ha construido un cuento basado en la aparición, de tiempo en
tiempo, de un fantasmón o ensabanado sujeto, que vete a saber
lo que buscaría por el pueblo, asustando a quien se aventuraba
por gusto o necesidad a salir de casa a altas horas de la noche.
Que yo recuerde, solamente oí decir algo sobre este espinoso
tema en una o dos ocasiones durante mi niñez.
Después ni se vio ni se oyó
nada sobre esta cuestión
Pero algo hubo de suceder en el
primer cuarto del siglo XX con relación al fantasma, al que se
llamaba popularmente “la pantasma”. Todo el cuento es una
imaginaria versión, en la que sólo es real la vivencia del
“tío Mata”, el sereno, y su famoso lanzazo. Lo demás son añadidos
y novelaciones del cómo, el cuándo y el porqué de aquellas
apariciones.
Relato número 34:
Antiguamente también se
celebraba la Nochebuena en familia. Pero la gente joven solía
reunirse en pandilla de amigos para celebrar lo que se le
llamaba entonces “La Zahora”, después de la Misa del Gallo,
comiendo a partir de la medianoche lo que de comestible se solía
reunir, o bien condimentando, generalmente alguna paella, que la
muchachada comía con “buena barra”. Después se organizaban
juegos de toda índole, así como las llamadas “carazas” y
otras diversiones.
Todo ello me motivó el cuento
que titulo “LA NOCHEBUENA, LA ZAHORA Y LAS CARAZAS DE LA
TAMBORA”. Todo el cuento es mera ficción; los personajes son
imaginarios a excepción de “La Tambora”, quién sí existió
y fue noticia por su firmeza y sus escarceos, con el hijo
natural que le sobrevino. Todo lo demás lo pone el retrato de
los marginados personajes que asistieron a la cena y consecuente
juerguecilla en casa de “La Tambora”. Y, como es natural,
todo el imaginario relato, enmarcado dentro de la tradicional
celebración de la Nochebuena, que llegaba, con más o menos y
mejores o peores provisiones, hasta las mesas más humildes y,
como en el caso contado, hasta los que casi vivían en paupérrima
marginación. Era noche de amor y quizás la caridad hacía las
veces de la justicia, cuando ésta apenas existía
igualitariamente.
Relato número 35:
Con esta narración se entra en
el capítulo de las leyendas e historietas de nuestro libro.
Este primer intento quiere ser una leyenda: “LA VENTA DEL
MORO”. En este caso, que es una fantasía novelada en torno a
la posible existencia de una venta o descansadero en los
comedios del camino de Iniesta a Requena, sólo hay una idea
base histórico-legendaria: el viaje desde Sevilla al feudo
requenense de los Infantes de la Cerda, emprendido por la Reina
Dª Violante, su nuera Dª Blanca y sus nietecitos los dichos
Infantes. Pero ¿pasaron por este camino, o lo hicieron por otro
itinerario?. El afán de situar la antigüedad de “nuestra
Venta” en el tiempo más remoto, me movió a imaginar este
viaje y el descanso, por una noche, de los históricos y reales
personajes antedichos, en aquella primera venta regentada por
uno de los moros huidos de la cristiana Requena tras su
conquista, así como el trágico suceso que se relata.
Por ello quiero dejar muy claro
que esta leyenda no contiene de histórico (y aún dudoso) más
de lo dicho. Los avatares del viaje y de sus etapas, la estancia
en la venta, los nombres del ventero y su familia, así como el
del capitán de escolta, son fantasías de mi cerebro. Y nada más.
Y lo digo por si alguien piensa o puede pensar que este relato
constituye la base histórica documental de “La Venta del
Moro”, nuestro pueblo. Nada más alejado de la realidad de la
primitiva fundación venturreña. Pero sin poderlo remediar,
este nombre sigue martilleando mi imaginación: ¿porqué, a
causa de qué y desde cuando surgió esta denominación?. Por
algo sería.....digo yo, sin que mis preguntas consigan en modo
alguno respuestas satisfactorias y ciertas.
Relato número 36:
Leyendo historias sobre los
primeros pobladores de nuestra comarca, todos los autores
coinciden en que por las tierras de la meseta comprendida entre
Las Cabrillas y el Júcar, cuya línea intermedia es el Cabriel,
habitaron, o mejor dicho transitaron con sus rebaños sin
establecerse sedentariamente, unas tribus o clanes célticos en
su origen que tardaron mucho tiempo en fusionarse con olcades,
thobelios y lobetanos, más civilizados, originando nuestros
primeros poblados ibéricos que ya tenían ciertos contactos con
los edetanos (Llíria) del casi litoral.
El modo de vida de los
beribracos o beribraces, que así se llamaban aquellas primeras
tribus semisalvajes, me impulsó a forjar una especie de
leyenda, nada histórica por cierto, que titulé “EL RAPTO DE
LAS EDETANAS”. Así como si los que pastoreaban por las
laderas de la Albosa, la Bullana, los llanos de la Casa Segura o
el Boquerón, por ejemplo, idearan y acometieran la insólita,
por entonces, empresa de conocer otras tierras más feraces y de
mejor clima, culminando su atrevido viaje con el rapto de
algunas bellas edetanas, más peripuestas y mejor ataviadas que
las mozas de su tribu o de sus trashumantes clanes. Y este es mi
relato, que pretendo sea leyenda en contra de lo que se
considera como legendario al transmitirse oral y
generacionalmente. Esto es pura elucubración escrita, un sueño
que se plasma y que se cuenta, sin otro ánimo que el de
significar que por aquí deambularon aquellas protohistóricas
gentes.
Relato número 37:
Con la denominación “LOS
VOLUNTARIOS DE LA JARAGUAS CARTAGINESA” he escrito un
imaginario relato -que puede ser leyenda- sobre las atribuidas
primeras raíces jaragüeñas ibéricas y púnicas. Una virtual
o posible gobernación cartaginesa que servía de recluta para
las huestes de Aníbal, es inventada por el autor, situando y
protagonizando en este lugar acciones mitológico-guerreras con
trasunto amoroso y sacrificada amistad. Por supuesto que, tanto
los personajes como los sucesos que se cuentan, son pura ficción.
Pero ahí queda la interrogante de la antiquísima Daghiere que,
antes de ser la Xaragua mora, pudo ser posiblemente fenicia y
cartaginesa.
Relato número 38:
Una de las primeras motivaciones
que me impulsaron a escribir estos cuentos, historietas y
leyendas sobre Venta del Moro, fue la contemplación y el repaso
de todo lo que pude averiguar sobre Vadocañas y su famoso
puente. Y por ello uno de mis primero relatos (aunque aquí lo
incluyo en el número 38) fue el que titulo “DE VADOCAÑAS A
LAS CASAS DEL REY”.
Este relato o leyenda tiene dos
partes diferentes en su concepción y en su anecdótico asunto o
trama. La base fundamental es la verdadera historia del paso del
Archiduque Carlos por Vadocañas y la Derrubiada, camino de
Requena, a marchas forzadas, por la presión de los borbónicos
ejercían en su tropa desde la Manchuela, incluyendo en esta
parte histórica su pernocta en las después y hasta hoy
llamadas Casas del Rey, sin duda por el motivo antedicho.
La parte que no es histórica,
sino imaginada y novelada como leyenda por el autor es todo lo
que se refiere sobre los “Hurones” y su casi inmortal hazaña
(si hubiera sucedido realmente) de haber “cazado” al
Pretendiente. Todo esto es irreal y accesorio, como una pura
invención anecdótica, que sirve de complemento a la
documentada verdad histórica que se relata.
Relato número 39:
Como leyenda entremezclada de
realidades y fantasías, escribí el relato “ALGUNAS HISTORIAS
DE AMERICANOS”, relacionándolo con la historia venturreña.
Lo que posiblemente fue y lo que nunca existió nunca se
alternan o se superponen -según le pareció a la mente y a la
pluma del autor- para contar en cuatro partes distintas algunas
cosas relativas al apasionamiento de nuestros mayores por las
cosas del Nuevo Mundo Americano. Estas cuatro partes del total
relato, tienen un principio de base real, que se va
desarrollando -concretamente en los tres primeros-
artificiosamente en forma de cuento con aspiración de leyenda.
Todos los personajes que aparecen fueron reales e históricos.
Los sucesos que se relatan han sido argumentados por el libre
pensamiento y discurso del autor. Únicamente el último
apartado, o broche final del total relato, es auténticamente
cierto. En resumen, todo fueron sueños de riqueza que en muy
pocos casos se realizaron favorablemente.
Relato número 40:
Una versión imaginaria del por
qué sucedió el hecho luctuoso que se relata en “EL CRIMEN DE
TAMAYO”, una de nuestras historietas, es el argumento que
quiere explicar aquel suceso, sin tener otra base real que el
expediente judicial que se siguió en el caso. Este expediente
dice como ocurrieron los hechos y quiénes fueron sus
protagonistas. Pero las causas que lo motivaron, nunca fueron
conocidas. Me refiero a los motivos que engendraron la enemistad
del asesino y la víctima y sus respectivas familias. La causa
última fue, indudablemente, una discusión y la subsiguiente
reyerta. A falta de daños, tras consignar el hecho en sí, se
han imaginado y novelado todas las que se han considerado como
probables y hemos descrito detalles y modos de vida de los
“riacheros de Tamayo y Santa Bárbara”, aplicándolos a lo
que pudo ser móvil del crimen. Resumiendo; este relato no tiene
de real más que la primera parte, que es prácticamente copia
de los autos de detención del criminal y de sus familiares, con
el resultado del proceso y los gastos que originó.
Relato número 41:
Reiteradamente he visto el
apellido Cárcel (antes de la Cárcel y Lacárcel) en papeles,
padrones y repartos antiguos propio de familias afincadas
fuertemente en nuestra Comarca y, por ello, también en nuestro
pueblo. Queriendo seguir un poco su enraizamiento por estos
lares, he escrito lo que yo titulo “POR LA VEREDA DE LA CASA
SEGURA; HISTORIA O LEYENDA DE LOS CÁRCEL”. Como el apellido
se extendió por casi todos los pueblos y aldeas comarcanos, en
el relato me he ceñido únicamente a lo que fue más cercano a
Venta del Moro y sus ramificaciones. Pero ¿es verdad todo lo
que le relato sobre el particular de los avatares de los Cárcel?.
Lo que es real e histórico, así se consigna, y es fácilmente
reconocible hasta dónde llega la verdad o dónde funciona la
imaginación y la leyenda que se ha querido implicar en el
relato, cuando no se cita documentación aclaratoria. Lo cierto
es que con este apellido ha habido para toda la escala social:
desde el simple pastor o jornalero hasta próceres de la política
y la intelectualidad, pasando por (lo más corriente)
labradores, ganaderos, escribanos y, en general, hombres buenos
en toda la extensión de la palabra. Pero también es claro que
igualmente merecen su apología y una similar leyenda otros
apellidos ciertamente ilustres o muy significativos en la vida
venturreña... (Pardo de la Casta, Monteagudo, Noguerol, Haya,
Cantorné, Guaita, Latorre)... y algunos, más corrientes pero
no menos honrados, como los García, Pérez, López, Clemente,
Ruiz, Beltrán y un largo etcétera, sin olvidar los Martínez,
Gómez, Olmo, Robledo, Castillo, Cabanes, Yeves, Hernández,
Fernández, González, Moya, Descalzo, Nohalés etc...
Relato número 42:
En muchos pueblos era
antiguamente corriente la acción del curanderismo, originado
por creencias y prácticas supersticiosas, cuando verdaderamente
la ciencia apenas alcanzaba a remediar males y enfermedades,
cuando no epidemias, hoy muy simples y algunas erradicadas.
Aunque la verdad sea dicha, cuando llega la muerte ninguna
ciencia la puede parar, aunque sí retardarla en lo posible. En
este sentido, de remedios imprevistos y supersticiosos, he
escrito un cuento, sobre base real, titulado “EL CURANDERO DE
LA VENTA”.
El cuento, leyenda o historieta
que nos ocupa, se construye sobre un hecho real: el proceso que
sustanció a petición del médico del pueblo contra un
curandero “por intromisión en el arte de curar”. Ambos son
los únicos personajes verídicos de nuestra historia; los demás,
así como los “sucesos” que se cuentan, son una imaginada
leyenda que pudo o no pudo ser (lo más fácil, lo segundo). Sin
embrago el introito del cuento (sobre prácticas de hechizos,
aojamientos y curanderismo) resume lo que de verdad existía en
tiempos antiguos sobre el tema.
Relato número 43:
El relato que se titula “LA
GRAN FLORIDA” recoge y quiere explicar el deseo de algunos
ilusos venturreños que, sin venir a cuento y sin saber el porqué,
pretendieron cambiar el nombre de Venta del Moro por el de
“Gran Florida”. Se supone que tal pretensión y propuesta
hubo de realizarse en el tiempo y la circunstancia histórica y
real que se adjudica en nuestro relato. Pero también pudo ser
unos años antes, con motivo de nuestra segregación de Requena
como municipio independiente. En cualquiera de estas dos épocas
sucedió el caso. Del relato lo único exacto y real es el acta
y los personajes que la firmaron, adhiriéndose (un 18 de julio
de 1854) al levantamiento de Espartero y O’Donell en pleno
reinado de Isabel II. (Sólo hacía tres años que nos habían
incorporado a Valencia, separándonos de Cuenca). Todo lo demás,
nombres y apellidos (aparte de los firmantes de aquella acta de
adhesión), opiniones de unos y otros, la natural y lógica polémica
sobre el pretendido cambio de nombre del pueblo, adhesiones a
uno u otro bando, así como el discurso del Secretario,
votaciones y resultado último sobre el tema, son pura invención
de quien esto escribe y escribió el cuento o historieta así
titulada. Desde luego algo debió suceder, y quienes pensaron o
idearon el cambio de nombre, por demasiado ilusos y soñadores,
se quedaron como suele decirse “con un palmo de narices”. ¡
Y es que la empingorotada y floripondia denominación -en contra
de lo que desde siempre se llamó y se llama Venta del Moro- se
las traía!.
Relato número 44:
La Cruz de Valera es un paraje
sito en un pequeño altozano junto a la carretera de Venta del
Moro a Requena, cercano a Las Monjas y Los Marcos. Allí hubo
una cruz en recuerdo de Miguel Valera, asesinado en dicho lugar;
hecho que ocurrió en 1842. Sobre este trágico tema he novelado
un relato con el mismo título “LA CRUZ DE VALERA”, a mi
libre capricho y albedrío, con personajes y nombres ficticios
(salvo el del tío Valera, al que llamó Francisco aunque era
Miguel). Otro nombre y personaje, también real -y al que le
achaco el asesinato- es Miguel Salinas, cuyo escrito he conocido
al leer un escrito de la Cárcel o Prisión de Requena en el que
se dice y declara la “pobreza de solemnidad” del recluso.
Todo lo demás, como ya he anticipado, es una digresión entre
costumbrista e indagatoria para hacer recaer la autoría del
crimen en los propios hijos del tío Valera, teniendo como móvil
principal el robo de las pertenencias del desgraciado hombre. El
preso siempre dijo que era inocente y las sospechas de vecinos y
allegados vecinos, bastante generalizadas, fueron la comidilla
de las gentes de entonces. En el relato y en su final, se hace
justicia; pero tanto este desenlace como los hechos que en el
transcurso de la narración se dicen, son fruto de una imaginación
deseosa del triunfo justiciero.
Relato número 45:
De los muchos sacerdotes o curas que
regentaron la parroquia venturreña, apenas se tienen noticias
fidedignas de sus actuaciones y modos de vida, excepto los ya
conocidos por el autor de estos cuentecillos. Pero intuyendo
algo de ello, tras la lectura de unos pocos documentos, o haciéndome
eco y portavoz de lo que me contaron, además de mis juveniles
vivencias en el último caso que cuento, me he atrevido (quizás
un poco a la ligera y sin un conocimiento exhaustivo de la
verdad) a reseñar algunos aspectos de tres curas en nuestro
pueblo, haciendo constar, de antemano, mi afán por resaltar sus
virtudes, que fueron más que sus pequeñas faltas, si las
tuvieron. Hay muchas verdades en mis tres relatos que componen
el título “HISTORIETAS Y LEYENDAS DE TRES CURAS DE ALMAS”
aunque también declaro solemnemente que algunos hechos y
circunstancias descritos, así como las opiniones sobre su forma
de ser y pensar, han sido ideados por mi pluma; pero jamás en
detrimento de sus bondades y seguras dedicaciones al
cumplimiento de sus meritorios deberes sacerdotales.
Pido, pues, perdón a Don
Francisco Rubio, a Don Cándido Doménech y a Don Brígido
Poveda (don Brigidillo, debido a su corta estatura física) por
haberme entrometido en el recuerdo de sus vidas personales y
profesionales en esta mi tierra con un atrevimiento demasiado
desenfadado en algunas apreciaciones que manifiesto, sin que
nada de ello, según creo, haya sido obstáculo para gozar los
bienes celestiales que indudablemente merecieron.
Relato número 46:
Cuando por primera vez leí en
la Historia de la Guerra Carlista, de A. Pirala, el famoso
itinerario del general Gómez recorriendo media España con sus
tres mil soldados carlistas, me resultó curioso ver nombres de
pueblos, aldeas y caseríos donde hicieron alto o etapa, entre
los que estaban Venta del Moro, Casas de Moya, Los Cárceles...
Basándome en un hecho histórico
(15 de septiembre de 1836) tan comentado por la historia, he
querido novelar su paso por estas tierras titulando mi relato
“CUANDO EL GENERAL GÓMEZ PASÓ POR CASAS DE MOYA”, en el
que sitúo un episodio novelesco como consecuencia de algunos
desmanes, exigencias y tropelías que, sin poder evitar los
jefes de la expedición, se cometieron. Todo el relato con sus
personajes y sucesos son pura invención, excepto la marcha e
itinerario de las tropas. Aunque, la verdad sea dicha, parece
ser que algo debió ocurrir, y no muy bueno, pues alguien hace
ya casi tres cuartos de siglo recordaba que sus bisabuelos solían
hablar de Gómez y Cabrera..., y algún suceso ocurrido allá en
las Casas de Moya.
Relato número 47:
Con el título “EL ÚLTIMO DE
LOS PRADAS” he intentado llegar hasta el punto de que este
notable apellido desapareció de los censos y padrones venturreños.
Lo cierto, como lo demuestra el nombre de la aldea de Casas de
Pradas, es que alguien de este apellido estableció allí su
primera casa o alquería, y debió suceder antes de 1700, pues
en el Catastro de Ensenada (1752) aparecen en dicho lugar Blas y
Nicolás de Pradas (con algunos otros vecinos), y en 1806 existían
Ginés y María de Pradas como propietarios de tierras en esta
aldea.
Pero llegó un momento en que el
apellido se apagó definitivamente por nuestras tierras. Y por
ello, imaginativamente he construido mi relato, que no es ni más
ni menos que un cuento -con algunos detalles históricos- sobre
los últimos Pradas.
Relato número 48:
Sobre el tema de pesas, medidas
y monedas en las actividades comerciales de nuestros mayores,
hemos sacado a relucir un cuento sobre el dicho popular “LAS
CUENTAS DEL TIO ALIFONSO” quien parece quería lo ancho para sí
y lo estrecho para los demás (como la ley del embudo). Todo el
relato es invención excepto la introducción, de base histórica
y documentada.
Se cuentan, en tono humorístico,
los apegos comerciales y demás ires y venires del famoso tío
Alifonso, así como las aficiones de su familia. Hay incisos
reales sobre cómo funcionaba “el repeso” a cargo del
ayuntamiento, para evitar y castigar abusos de algún
desaprensivo tendero; así como del sistema usual entonces de
las medidas de peso y capacidad, como también las monedas que
se usaban.
Relato número 49:
Sobre paradores, posadas y
hospedajes de tiempos antiguos en Venta del Moro, he pretendido
historiar, dar visos de leyenda, o si se prefiere, un simple
cuento, presentando el título “LAS POSADAS DE LA VENTA DEL
MORO (ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA)”. Hay de todo en el
relato, realidad e invención. Asocio la verdadera existencia de
las posadas del tío Sales y del tío Velonero con episodios
históricos sucedidos en el pueblo y novelo personajes e
invenciones -incluso rivalidades que nunca existieron-, para
enaltecer aquellos trabajos de hospedaje y alojamiento para los
trajinantes, vendedores ambulantes, tratantes y demás
visitantes del pueblo, faenas que no daban más que para
malvivir a diario y recibir de vez en cuando, algún sofocón o
disgustillo, por si alguien no pagaba como es debido o
embrollaba el trajín de la posada.
Relato número 50:
Casi para finalizar esta serie
de cuentos, leyendas e historietas sobre mi pueblo, Venta del
Moro, he compuesto un relato sobre escuelas y enseñanza
primaria que titulo “LA ESCUELA DE LA TÏA MICAELA, Y OTRAS
ESCUELAS”. Con ello evoco la vida de aquellos maestros de las
primeras letras, que indudablemente en épocas pasadas debían
pasar hambre (según atestigua el dicho popular), y de la clase
de instrucción que recibían los alumnos en condiciones muy
precarias para unos y otros.
Todo lo que cuento sobre la célebre
“escuela de la tía Micaela” no pasa de ser una figuración,
quizás bastante concordante con la realidad.
En mi pueblo, cuando hay
desorden y demasiado bullicio en una casa o cualquier reunión,
se suele decir: “¡esto parece la escuela de la tía
Micaela!”. Luego, algo habrá de verdad en el relato.
La narración quiere ser un
alegato en defensa de la educación y la instrucción de la
sufrida y nunca bien ponderada clase del Magisterio, a la que he
pertenecido a mucha honra.
Relato número 51:
Cuando ya daba por terminados
mis cincuenta cuentos y leyendas sobre mi pueblo, Venta del
Moro, recordé vagamente un suceso que mis padres comentaban con
cierto desenfado, ironía y jocosidad. Ello me sugirió el
siguiente relato “LA ESTRELLA DEL RABO Y LA FIN DEL MUNDO”,
que escribo como punto final a este libro.
Lo del cometa Halley, en 1910,
es cierto y verdad que supuso mucho miedo y mucha descomposición
de conductas, porque es natural que aquellas predicciones de
“la fin del mundo” pusieran nudos... y otras cosas en la
garganta del más bravo.
Novelo un tanto lo hechos reales
de la aparición del cometa, y fantaseo a rienda suelta lo que
pudo suceder en los barrios y calles de mi pueblo... y en otros
lugares más o menos escondidos.
Finaliza el relato con lo anecdótico
de los “setecientos justos que habrían de librarse”,
incluyendo en ellos a la familia de “los Justos” de las
Casas del Rey.
► Como nota final advierto,
1º: Que estas claves pueden ser utilizadas
como complemento a los 51 relatos que se incluyen en el libro.
2º: Que todo ello se ha escrito para
entretenimiento y recuerdo de costumbres, fiestas, tradiciones,
leyendas e historietas de mi pueblo, “la Venta del Moro”.
3º.- Que, si por el uso de nombres,
apellidos, apodos y hechos o anécdotas, alguien, actualmente,
se siente molesto (por ser descendiente o próximo familiar o
vecinal), ruego humildemente su perdón y comprensión, pues mis
citas o alusiones siempre han querido ser, no sólo justas y
benevolentes, sino además muy amistosas y enaltecedoras de su
honradez y de todos su valores.
Requena y Venta del Moro, 1997
Feliciano A. Yeves Descalzo.
Trascripción efectuada por Manolo Hernández
Marzo de 2007
ÍNDICE
1.- De cuando los Reyes Magos venían pobres.
2.- La Santantonada de los Rojones.
3.- ¿Quién me da una cesta vieja para San
Julián?.
4.- Las candelas de un sacristán de amén.
5.- El jueves lardero.
6.- Las carnavalescas vistas del tío Pedorro.
7.- Una famosa tertulia culinaria.
8.- Un velatorio y un robo.
9.- La Fuente Vieja de los Desmayos.
10.- El Pino de los Quintos.
11.- Las tinieblas del Viernes Santo.
12.- La increíble historia de dos Judas.
13.- La Procesión del Encuentro.
14.- ¡ Vamos a “Las Lilas”!
15.- Los mayos y las coplas.
16.- La rogativa que ganó San Francisco
Javier.
17.- Una novia sanjuanera.
18.- Cuando al Cabriel se le hincharon las
narices.
19.- Una calle pueblerina.
20.- Los hombres de la “fauna” venturreña.
21.- El sorteo de los quintos.
22.- Por la Virgen de Agosto pintan las uvas
y los tomates.
23.- Cumpliendo promesas a la Virgen.
24.- Los Lobillos van al Reino y los Conejillos
a la Sierra.
25.- ¡ Vamos a la feria !
26.- Una cencerrada histórica
27.- La tertulia rosera de la tía Zafranares.
28.- Día y noche de Todos los Santos.
29.- De cuando el baile era el beile
30.- Cuando lo del ferrocarril Baeza-Utiel.
31.- El último lobo de la Derrubiada.
32.- La hoguera de la Virgen de Loreto.
33.- ¡ Que sale la pantasma !
34.- La Nochebuena, la zahora y las carazas
de la Tambora.
35.- La Venta del Moro.
36.- El rapto de las edetanas.
37.- Los voluntarios de la Jaraguas
cartaginesa.
38.- De Vadocañas a las Casas del Rey.
39.- Algunas historias de americanos.
40.- El crimen de Tamayo.
41.- Por la vereda de la Casa Segura. Leyenda
de los Cárcel.
42.- El curandero de la “Venta”.
43.- La Gran Florida.
44.- La Cruz de Valera.
45.- Historietas y leyendas de tres curas de
almas.
46.- Cuando el general Gómez pasó por las
Casas de Moya.
47.- El último de los Pradas.
48.- Las cuentas del tío Alifonso.
Pesas, medidas y monedas.
49.- Las posadas de la Venta del Moro.
50.- La escuela de la tía Micaela, y otras
escuelas.
51.- La “estrella del rabo” y la “fin
del mundo”. |