Ilustración del doctor Andrés Laguna de la obra de Dioscórides “Acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos...”. Impresa en Valencia en 1636 por Claudio Macé (ejemplar de la Biblioteca de la Fundación Lucio Gil de Fagoaga de Requena).

RECREANDO UNA BOTICA DE MEDEÇINAS DE REQUENA EN 1545

Durante el segundo semestre de 2017 e inicios de 2018 ha permanecido visitable la exposición “Recreando una botica de medeçinas de Requena en 1545” en Requena, Utiel y Valencia. Ha estado comisariada por Fernando Moya Muñoz y el Archivo Municipal de Requena y surgió a partir de un expediente de una visita de inspección a las boticas de Requena en 1545 (1). Se trata de un documento singular de catorce páginas en el que el médico Cristóbal listó los elementos simples, compuestos, ungüentos, emplastos, aceites, estomáticos, píldoras, conservas, pólvoras, resinas y gomas que estaban presentes en las tres boticas de la época. La información exhaustiva proporcionada por el médico ha permitido compilar los elementos simples que empleaban los boticarios requenenses de la época.

Las actas capitulares del Concejo de Requena demuestran el celo del ayuntamiento porque las boticas de Requena estuvieran bien abastecidas. En aquella época, era el Concejo quien regulaba e intervenía en los aspectos sanitarios y se esforzaba por conseguir y fidelizar para la población a médicos, boticarios y cirujanos. No era tarea fácil, pues la escasez de salario generaba continuas migraciones de sanitarios y los reyes eran remisos a conceder licencias a Requena para aumentar su equipo médico o dotarlo de más dinero. Es más, si se acercaban epidemias solían huir.

En el inicio del siglo XVII, con la peste presente, se intentó tener dos plazas de médico. Por un acuerdo de 1603 (2), vemos como el gobierno municipal adujo que un médico no era suficiente para todos los habitantes de la Villa y sus aldeas y caseríos dispersos y que, además, no tenía por qué llevar las cosas de cirujía. Con doscientos ducados, que era la cantidad que tenían licencia para invertir, no había para pagar dos médicos y en caso de enfermedad o se iba a Valencia con gran gasto o los pobres morían sin atención, por lo que se solicitó al rey que la villa pudiera pagar cuatrocientos ducados, ya que no había suficiente población con posibles para que el médico y el cirujano tuvieran más aprovechamientos. Finalmente, al no obtenerse la licencia real, se optó por dividir el sueldo entre dos médicos.

El concejo pagaba un salario al médico para que así atendiera a los pobres gratis y le garantizaba casas con pagos de igualas de vecinos con mayores posibilidades económicas. También al boticario se le pagaba un salario para atender a los pobres y así lo aprobó Felipe II para Requena en 1585 (3). A modo de ejemplo, en abril de 1606, el Concejo de Requena renovó por cuatro  años su acuerdo con el boticario Juan Cabronero a 506 reales anuales para que aprovisionara la farmacia con la condición de que de irse de la botica dejaría a otro boticario a contento de la vecindad (4).

Láminas del Códice Vindobonensis de Dioscórides (512 d.C.).

Son varios los acuerdos municipales que reflejan el intervencionismo del Ayuntamiento sobre lasboticas de medicinas como se llamaban en la época y que se diferenciaban de las boticas de pan o las de género variado. La denominación de “pharmacia” no apareció hasta el diccionario editado por Francisco Sobrino en 1705. Entre los acuerdos concejiles reveladores del interés por el buen estado de las farmacias, destacamos, por ejemplo, que en 1538 y ante las quejas de los vecinos del mal gobierno de la botica de Andrés García, que era regida por Sacedo, y de la carestía de las medicinas, se acordó que se realizara un arancel de las medicinas y su costo para que lo cumpliera Andrés García que, además, debía volver a regirla sin intermediación del mencionado Sacedo. En 1543, ante los precios altos que cobraban las boticas de la villa, se acordó que las medicinas fueran asentadas en recetas por el médico y no por los boticarios. En julio de 1545, se acordó que ningún boticario elaborara un compuesto magistral sin la presencia de un médico aprobado por la villa para que se examinaran los simples que fueran utilizados y que en el bote de la medicina se indicara el día, mes y año y la rúbrica del médico. Como se puede comprobar, todo un control riguroso de la calidad de los medicamentos.

Cuando se realizó la visita de inspección (1545) eran tres las boticas: la de Lorenzo de Ahumada, la de Alonso Calvo y la de Juan Navarro Sacedo. Era una buena cifra de boticas para una población que rayaba los cuatro mil habitantes. La visita fue impulsada a voluntad del propio Ayuntamiento de Requena. El médico Cristóbal no sólo listó todos los fármacos presentes por cada botica, sino que también relacionó aquellos elementos que debieran estar o aquellos en los que había poca cantidad o la fórmula carecía de un poco más de cocción. Por ejemplo, en la botica de Alonso Calvo apuntó que no había nada de polipodio, ni de sangre de dragón, ni de goma edra, ni dialtea compuesta, ni la triaca de esmeraldas o asafétida entre otros. Reflejó que había poca cantidad de ermodátiles, goma adragrante, armoniaco o almizcle. Apuntó la necesidad de que el rembánbano fuera mejor, que se rectificaran las píldoras rasis o que se subiera de punto el jarabe de oxmelis y el capilorum veneris. Además, apuntó que ni el basilicón, ni el agárico tenían etiqueta o título.

La farmacopea del momento estaba dominada por la obra del siglo I dC que legó el médico, farmacólogo y botánico Pedanio Dioscórides y que seguía siendo el manual de los boticarios. Dioscórides era de origen griego, pero trabajó para el ejército romano de Nerón, lo que le facilitó compilar remedios medicinales por diferentes territorios. En la exposición hay una edición valenciana de 1636 del Dioscórides cuyo título es “Acerca de la materia medicinal y de los venenos mortiferos ...”, traducida y ampliamente ilustrada por el médico Andrés Laguna. La obra es de la biblioteca de la Fundación Lucio Gil de Fagoaga de Requena.

Para la exposición se han recolectado casi todos los elementos simples de las boticas de Requena que se documentan en el expediente de 1545.

En el apartado de minerales destaca el alumbre, azufre, bolo arménico, sulfato de cobre, cristal o lapis specularis, cobre, esmeraldas, hematites, magnetita, sal gema, tierra sellada, zafiros, lapislázuli, rubíes, topacios o granates.

Llaman la atención las sustancias de origen animal como el aceite de alacranes, hueso y cabeza de ciervo, castor, almizcle, coral rojo y blanco, perlas, aljófar, rasura de marfil, miel, grasa de gallina y de cerdo y cera blanca.

Gomas y resinas presentes en las boticas de Requena eran la almáciga, el incienso, estoraque, opopónaco, mirra, sangre de Dragón, opio, resina de pino, elemi, goma arábiga, colofonia y ámbar.

Son muchas las plantas presentes acorde con la farmacopea de la época. Entre muchas otras, el lirio, muérdago, cidra, anís, hinojo, eneldo, laurel, mirto, ciprés, cubeba, rosas, violetas, manzanilla, cantueso, mejorana, camedrio, salvia, menta, ajenjo, hierbabuena, membrillos, ruda, culantrillo, fumaria, sauco, almendras, azafrán, ruibarbo, mirabolanos, pimienta, nuez moscada, macis, jengibre, regaliz, canela, alcanfor, álamo negro, cardamomo, beleño, zumaque, valeriana y un largo etcétera.

Con estos simples y utilizando un sistema métrico propio ordenado en libras, onzas, dracmas, escrúpulos, óbolos y granos, realizaban complicadas fórmulas como la de confección de jacintos que se elaboraba con jacintos, esmeraldas, zafiros, topacios, rubíes, perlas, aljófares, coral blanco y colorado, azafrán, espodio, rasura de marfil, lignáloe, hueso y cuerno de ciervo, semilla de verdolaga, semilla de acedera y coriandro. Le suponemos un cierto efecto placebo a la fórmula y, tal vez, algo de carácter mágico en algunos de sus componentes. Se elaboraba también en Requena la triaca en sus versiones de la magna (de setenta a cien componentes y que se administraba en tiempos de peste), la poncil y la de esmeraldas.

¿De dónde conseguían los simples? Muchos estaban en el propio terreno como los que se han obtenido en la exposición. Otros eran de origen foráneo y hasta exótico y entraban por la aduana de Requena dondese ha documentado el paso de ruibarbo, acíbar, coral molido, goma arábiga, alcanfor, ungüento de alabastro, incienso, armoniaco, almoxate, azogue o diacitrón. En 1545 la farmacopea europea aún no utilizaba productos de América, algo que empezará a ocurrir a finales del siglo XVI.

La exposición ha suscitado el interés tanto de la ciudadanía común como la de los farmacéuticos, historiadores y especialistas por lo que se considera cumplido el objetivo inicial de difusión.

FERNANDO MOYA MUÑOZ E

IGNACIO LATORRE ZACARÉS

 

1 Archivo Municipal de Requena (AMRQ) sign. 6183

2 AMRQ, acuerdo de 3 de abril de 1603, sign. 2894, 0710

3 AMRQ, sign. 2430/4

4 AMRQ, sign. 2894, 827 r.

 

Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro

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El Trullo diciembre 2017