EL ANECDOTARIO DE LOS LIBROS DE FIESTAS PATRONALES

Ignacio Latorre Zacarés

A mi madre, que ya no podrá ni leerme, ni amonestarme

Colaboración publicada en el Libro de Fiestas en honor de la Virgen de Loreto de Venta del Moro de 2012.

La digitalización que ha realizado el Ayuntamiento de los libros de fiesta antiguos (desde 1945) nos ha permitido consultar un material cuya coyunturalidad no le resta un ápice de interés para poder tratar ciertos temas como la evolución de las fiestas patronales, las costumbres y gustos de cada década, conocer cómo era el sector comercial e industrial de la época por medio de los anuncios, cuáles eran y qué hacían las asociaciones de entonces, etc.

En esta ocasión, nos vamos a centrar en el anecdotario de estos libros de fiestas que vienen a confirmar la fama de talante abierto y amigos de la broma que tenemos los venturreños. Los programas de fiestas encierran entre sus líneas un amplio anecdotario y artículos humorísticos que intentaremos resumir en estas líneas como homenaje a la imaginación e ingenio.

En principio, analizaremos los anuncios que son una fuente inagotable de anécdotas e información. Un repaso sosegado por ellos nos informa de oficios que prácticamente ya están desaparecidos en esta era tecnologizada: herradores, alpargateros, constructores de carros, guarnicioneros, aperadores, fumistas, tratantes, canteros de pesebres, herreros, hojalateros y un amplio etcétera. También otros anuncios aportan información sobre el sector industrial tan pujante en ese momento en Venta del Moro como las fábricas de aceite, de gaseosa, alcoholeras, tejerías, bodegas de vino o fábrica de harina. Además, se puede repasar el sector de servicios como los taxis, autobuses, barberías, posadas, salones de baile o el Gran Teatro.

Pero nos centraremos en el gracejo que rezuman algunos anuncios publicitarios. En los primeros años, algunos de ellos recurren al noble arte de versificar y así el Bar Cervera nos sorprende con la siguiente estrofa en 1945:

“Si queréis regocijaros

con un café de primera

consumid el delicioso

café de Jesús Cervera”

Y bien cierto que ese café era y sigue siendo delicioso y muy difícil de imitar en otras latitudes. Pero, como eran amigos del rimar, al año siguiente el Bar Cervera cambia la estrofa por ésta (un poco más forzada):

“Como Salón de recreo

el Cervera es el mejor

aquí se sirve y se paga

el público a discreción”.

El inolvidable Tonín Iranzo responde en el mismo libro de 1946 con los siguientes versos en los que publicitaba su droguería-perfumería:

“Aquí se vende barato

aquí la estafa no renta

es condición elogiosa

del droguero de la Venta”.

Vean aquí como la poesía y la economía no son incompatibles. A veces los anuncios parecían contraponerse. Si Pedro López decía abastecer a la clientela de “salchichas venturreñas gigantes” (¿cómo serían?); Enrique Lavarías contrarrestaba con “embutidos finos”. Llegamos a aterrorizarnos cuando Pedro Otero anuncia nada menos que “cojeras y castración”, aunque respiramos cuando dice que es veterinario titular (menos mal).

Otro asunto que despierta nuestra atención es el gusto por las modas y tendencias extranjeras en el Venta del Moro de la época: la posada de Sales sirve “macarrones la italiana”; Carmen Cano vende “modelos parisinos” y el Bar Hogar del Productor publicita su cocktelería basada en barra americana y anuncia que posee “delicioso café exportado de la Guinea para esta casa” (directo Guinea- Venta del Moro). Antonio Robledo no se arredra y anuncia que en su casa además de venderse “tejidos del país”, la especialidad es “el anhorak de Alaska”.

La imaginación es un buen aliado de la publicidad y así, en 1953, el Bar Cervera dice que está “a cargo del veterano as de la bandeja Indalecio López”. Los zapatos y prendas no se confeccionan o tejen, sino se “construyen” y, así pues, Antonio Sánchez “construye” zapatos y María Martínez “construye” prendas. Pero lo que sí nos deja anodados es que “Donato, Justi y el Gato S.L.” promocionen “sondeos petrolíferos” en la Venta (¡!). La Casa de los Retales de Lorenzo Robledo aboga por la economía de su clientela con sus lemas “Todo más barato que en Valencia” y “La solución del trabajador”. La peluquería de los célebres "Mudos”, con Severino y Lucio al frente, ofrecían un “servicio rápido y esmerado” ya en 1945.

Pero donde destacan los anuncios son en el ansia de modernidad. “Modernidad” y “Posmodernidad” son conceptos analizados por filósofos que no se ponen de acuerdo, pero que aquí en Venta del Moro sí que teníamos muy claros. Prácticamente todo era moderno en nuestro pueblo. José Soriano poseía una “taberna moderna” en la calle Fuente (¿qué es una taberna moderna?); el médico Manuel Mercado disponía de un “modernísimo aparato de Rayos X”; el gran artesano y patriarca Emilio Leopoldo Clemente ofrecía “trabajos de carpintería con los procedimientos más modernos”; Ruiz e hijos poseían un “taller moderno de herrería”; la fábrica de aceite Latorre publicitaba su elaboración con “maquinaria moderna”; Enriqueta Pérez se anunciaba con la “especialidad en ondulaciones modernas” o Andrés Martínez Villena también poseía una “moderna fabricación de tejas y ladrillos”. ¡Hasta la farmacia de José Arroyo García decía tener la “especialidad en los más modernos antibióticos”!.

Pero aún tenemos más. “Cabuchas” se anunciaba como “pescadería moderna” con mariscos, percebes y crustáceos (éstos no eran modernos sino frescos) y Antonio Moya también tenía su “frutería moderna”. Francisco Candel estaba especializado en “instalaciones modernas” de electricidad con tubos L-T y Philips. A Manuel Haya, lo de “moderno” le sabía a poco y anuncia su peluquería de señoras con “procedimientos modernísimos”. Hasta “modernos” son los carros que anuncia Enrique Olmo. Lo dicho: todo moderno.

Los anuncios nos permiten, además, constatar la evolución de los tiempos y la tecnología. En 1958, Leopoldo González, patriarca de camioneros, ya anunciaba sus camiones a gasoil. En 1961 el cinemascope llegó al Gran Teatro gestionado por Lupicinio Beltrán y en el mismo año José Pérez Cárcel llevaba la representación de las motos Villof y Rafael Martínez de las Derbi y Vespa publicitando que “limpiaba y engrasaba a presión”.

Los gustos y modas también se reflejan en las imágenes y tipo de maquetación de los libros de fiestas e incluso la moda de la austeridad y minimalismo alcanzó a los libros de 1967 y 1968 con sólo cinco hojas cada uno de ellos y sin un simple anuncio.

Parte del anecdotario reside en la propia programación. Así en 1945, las fiestas estaban dominadas por las sesiones de cines. Una sesión proyecta la película “Camino de Amor” “en honor de todos los enamorados de esta Villa”; otra noche la película es “Grandes almacenes” en honor de los comerciantes y menos mal que “El signo del zorro” se dedica al “recreo de pequeños y mayores” y no a lo que podría deducirse. En las fiestas de 1957 se programa un partido de fútbol entre veteranos y actuales jugadores de fútbol, instalando una pipa de vino en medio de la cual puedan beber jugadores y afición y al final se invita en el programa a bailar la “tarara” a todos juntos con la banda de música. ¿Se lo pueden imaginar?. En 1967, dentro de la parquedad ya comentada del propio libro de fiestas, se programan cuatro “fiestas españolas” sin detallar en qué consistían tales fiestas tan raciales e hispánicas.

Pero el núcleo del anecdotario reside en las simpáticas colaboraciones de algunos de los articulistas venturreños. Por ejemplo, en 1950, Victorio Latorre, padre del que esto escribe, se quedó de piedra cuando le llegó a Madrid, donde residía, un telegrama de Venta del Moro solicitándole: “Envía urgentísimo artículo para profanar las fiestas”. Parece ser que trocaron la palabra “ensalzar” por “profanar”. Victorio, no obstante, “ensalzó” y no “profanó”. Nuestro cronista Feliciano Antonio Yeves da rienda suelta a su elevado gracejo venturreño cuando se pregunta si en vez del disparatado intento de llamar a Venta del Moro la “Gran Florida” no se podría haber denominado a nuestro pueblo “Villanueva del Olimpo” o “Villafilona del Uranio”, por ejemplo. Pedro Ochando, que estuvo trabajando en un libro sobre la historia de Venta del Moro que no llegó a ver la luz, nos habla en un artículo de 1946 de la existencia de una gran ciudad romana de 12.000 habitantes ubicada entre la Casa Segura y el Cerro de la Cabeza y de batallas del Cid en la cuesta de la Escaleruela y en el Cerro del Mapa cuando la Venta se llamaba la “Gran Florida” (¡ahí es ná!).

Pero todo lo precedente no tiene parangón cuando llega el turno de Lorenzo Robledo “el Zapatero”, quien es un habitual de los libros de fiestas donde sorprende por su enorme capacidad de imaginación, gracia suma y donde se puede detectar cierto bagaje cultural y lector que plasma en colaboraciones dignas de un Mihura, Paso o más bien Jardiel Poncela, pues llega al puro surrealismo venturreño.

En 1945, publica sin firmar, pero su estilo inimitable nos hace adjudicarle su autoría. Se trata una historia sobre la fundación del pueblo que fecha en los tiempos de “Maricastaña”, cuando las huestes de Mariflorinda y Picamoncho se aproximaron al Valle del Chipirito, entonces enorme vega que bañaban las aguas del Ebro (según sus propias palabras). Habla sobre hipótesis que atribuyen la formación del pueblo a Blancanieves y los Siete Enanitos y sobre que los primeros venturreños fueron diezmados por “paperas” y “anginas tobilleras”. Según Robledo, Mariflorinda ganó la batalla porque desde Cuevas Morenas llamó por radio a las fuerzas que estaba apostadas en Cabeza Ludén y Chozas Quemadas (todos estos sitios en la Derrubiada). Pero, hete aquí, que desde los peñones de la Cuesta de la Noguera (donde está ahora el camping Kalahari) se descubre al bereber Beni-Jalamé que funda la primera línea de autobuses Venta del Moro-Valencia, utilizando un abandonado camino visigodo, y también funda una venta, origen de la Venta del Moro. El artículo acaba con esta aseveración: “A las pruebas me remito”. ¡Se puede pedir más imaginación en una cuartilla!

En 1947, Lorenzo Robledo expone sus “investigaciones científico-literarias” para descubrir el origen de la palabra venturreña “guacho”. Según sus averiguaciones, en el S.XVI un venturreño zarpó en goleta hacia América desde el “puerto de la Bullana”, eso sí pertrechado de provisiones del ultramarinos de Gerardo el de la “Milagros”. A la vuelta de América se trajo la palabra “gaucho” originaria de Argentina. Cuando desembarcó en el puerto de vizcaíno de Machichaco enfermó y murió de unas anginas galopantes, pero llegó a pronunciar la palabra “gaucho”. Los vascos no lo entienden bien y corrompen “gaucho” por la palabra “gancho”. Pero la deriva toponímica sigue su curso y cuando la palabra “gancho” llega a Madrid la convierten en su castizo “gachís”. Finalmente, llegó la palabra a Venta del Moro vía Albacete y los venturreños “gachís” la transformamos en “guacho”.

En 1957, Robledo echa en falta que las puertas ya no se hagan con gateras y se alegra de que con la nueva energía nuclear se pueda ya sembrar hongos donde se quiera (¡?). En el libro de fiestas de San Isidro de 1959 (primer año de San Isidro como patrón de la Venta), Lorenzo Robledo habla de una gran ciudad antes del Diluvio Universal llamada “Nhorius Vidale”, es decir, “La Noria de Vidal”, según unos documentos recogidos en “la alacena de la Tía Seca” y también nos cuenta cosas de un palacio habitado por el monarca “Peri Gili I” en Casas del Rey entre las eras de Ochando y la Tabla de la Monja. En 1969, casi 25 años después del primer artículo, el genial Lorenzo ya en su madurez realiza unas reflexiones personales filosóficas en torno a la naturaleza humana a partir de la comparación entre la vida de un higo y un hongo. ¿Alguien da más?

Y de esta manera ponemos colofón a este artículo que posee la humilde pretensión de resaltar el ingenio, imaginación, creatividad y gracejo de los venturreños, parte del cual ha quedado impreso en los libros de fiestas. Como herencia de estos testimonios escritos, en el programa anual de la Semana Cultural de Venta del Moro también se suele colar siempre un evento o acto de carácter imaginario. ¡Disfruten de las fiestas!

 

Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro

Colaboración publicada en el Libro de Fiestas en honor de la Virgen de Loreto de Venta del Moro de 2012