APROXIMACIÓN A LOS SISTEMAS DE REGADÍO DEL INTERIOR VALENCIANO.

Autor: EMILIO IRANZO GARCÍA

Becario de Investigación de la Universidad de Valencia. Departamento de Geografía.

 

1. Introducción.

El territorio valenciano, al igual que otros muchos espacios mediterráneos, ha sido moldeado por los diversos grupos humanos que en él han desarrollado sus actividades. Lo que un observador percibe al contemplar el paisaje, queda lejos del escenario original. Lo que aprecia es un territorio fruto de una superposición de actividades y técnicas que han sido transmitidas, asimiladas y mejoradas por las diferentes sociedades asentadas históricamente en él. En este sentido, el paisaje valenciano es una herencia natural y cultural formada por un conjunto de elementos, difíciles de comprender aislados. Unas condiciones climáticas determinadas, con rasgos de aridez, han marcado las relaciones entre el agua, la tierra y el hombre, relaciones no siempre afables que han despertado el ingenio de las sociedades. La búsqueda del agua, que da riqueza o seguridad, o ambas cosas, induce a efectuar los mayores esfuerzos de parte de los habitantes del medio rural (Humbert, 1995). El resultado ha sido la articulación del territorio y la configuración de unos paisajes agrarios concretos y funcionales, específicos del área mediterránea, caracterizados por albergar un patrimonio hidráulico o del agua abundante, variado y singular.

ELEMENTO DE CAPTACIÓN: NORIA DE RIEGO EN JARAGUAS  

2. El medio rural valenciano y sus sistemas de regadío.

Nadie puede negar lo obvio; la Comunidad Valenciana nos muestra una realidad territorial: la dualidad litoral-interior. Un litoral que queda vinculado a la modernidad, al progreso y desarrollo, a lo urbano y a la diversidad de actividades económicas, frente a un interior caracterizado por los pequeños y dispersos núcleos de población, las actividades agrarias y por el atraso socioeconómico. Evidentemente, entre ambos extremos existe toda una serie de espacios de transición donde se produce una mixtura y gradación en un sentido o en el otro.

    El modelo valenciano tiene como rasgo una población que se concentra en los núcleos urbanos de mayor dinamismo, ubicados en el litoral. Estos grandes polos de atracción humana, es decir la gran ciudad, queda rodeada de pequeños núcleos cada vez más urbanos, donde confluyen las principales arterias que regulan los flujos económicos y las relaciones humanas. Por el contrario, fruto de la fuerte industrialización cuyo origen lo hallamos en el desarrollismo español de la década de los 60, el interior valenciano entra en una crisis demográfica que provoca el incremento de la población en las áreas metropolitanas. Crisis que queda perfectamente explicada como un círculo vicioso, donde la emigración, provocada por la falta de trabajo que producen las mejoras técnicas introducidas en el campo, la búsqueda de nuevos empleos y la ampliación de los estudios, hace que los núcleos rurales queden poco a poco deshabitados y envejecidos, al no existir regeneración natural.

    Esta situación induce a una pérdida de su capacidad adquisitiva y a un menor dinamismo económico. Pese a que la necesidad de servicios se acrecenta no siempre es posible su dotación por su falta de rentabilidad, ya que la aportación de los núcleos rurales al Producto Interior Bruto es reducida. El resultado es el despoblamiento por aumento de la emigración, cerrándose así el círculo vicioso. Esta dicotomía litoral-interior también se manifiesta en la agricultura. La agricultura que se practica en el litoral queda enmarcada dentro de los grandes sistemas de regadío, insertos en la economía de mercado y cada vez más desligados del autoconsumo. La vertebración de estos grandes sistemas de irrigación es posible gracias a las características topográficas de las zonas del litoral, donde los relieves no son abruptos, las pendientes suaves y donde se hallan espacios más llanos. Por su parte, en el interior la presencia o ausencia de agua nos permite diferenciar entre una agricultura de secano, en la que la inseguridad de una buena cosecha y la debilidad del producto contrasta con la agricultura de regadío que garantiza a los productores diversidad y abundancia en las cosechas. En este sentido, podemos realizar una primera aproximación a los regadíos del interior exponiendo que se tratan de sistemas menores, que aprovechan las aguas de pequeños manantiales o de cursos de agua intermitentes y que irrigan pequeñas parcelas. La agricultura de regadío en el interior habitualmente no tiene una vocación comercial, sino que su propósito es el abastecimiento familiar o autoconsumo, o en ocasiones producir para mercados locales .

 

3. Los sistemas de regadío de interior: caracterización y análisis.

Un sistema de regadío es concebido como tal, en áreas de escasez hídrica, cuando un  grupo humano o comunidad organiza la recuperación del agua para su uso agrícola. Para poder hablar de regadío unas tierras deben recibir más agua de la que recibirían de forma natural, gracias al ingenio del hombre en el empleo de la técnica y los artefactos hidráulicos. Los espacios irrigados nunca son rudimentarios. Son el resultado de un diseño que exige comprender el territorio y los objetivos agrícolas del grupo o comunidad campesina que los construye. La transmisión de las técnicas de control y gestión de las aguas, de unas culturas a otras, han configurado progresivamente los paisajes de regadío actuales.

    Existen, según Barceló, tres factores técnicos que articulan el espacio hidráulico: localización del acuífero, la ubicación de las tierras de cultivo y la pendiente existente entre ambos. En este sentido hay una línea de rigidez que queda definida por la acequia principal o madre, de la cual se deriva toda la red de acequias y canales menores que configuran el sistema de regadío. Esta acequia madre ha sido construida a partir del nivel del acuífero, de las pendientes topográficas y del terreno a irrigar. En definitiva, va a ser la fuerza de la gravedad el concepto fundamental para el desarrollo del sistema de regadío. Además de los tres factores técnicos va a existir un factor social; a la hora de diseñar los perímetros regados los constructores tenían que estimar la amplitud del sistema para el buen abastecimiento de la comunidad.

 

 En función de las disponibilidades hídricas, de la topografía y de las técnicas empleadas, diferenciamos dos tipos de sistemas de regadío:

• Los sistemas mayores: caracterizados por captar aguas superficiales de grandes cursos de agua perenne, que permiten la creación y expansión de huertas en llanos fértiles. Como ya se ha mencionado, este tipo de sistema es típico de las zonas próximas a los llanos litorales.

• Los sistemas menores: a partir de pequeños manantiales y aguas superficiales de ramblas y barrancos intermitentes, se capta el agua y se conduce hacia las parcelas localizadas junto a las márgenes. Suelen ser sistemas sencillos, pero dependiendo de la topografía del área pueden ser más o menos imbricados, aumentando en complejidad. Este tipo de sistemas son característicos de las zonas de interior.

 

    Tanto en los sistemas mayores como en los menores predomina la hidráulica tradicional, es decir soluciones tecnológicas sencillas que intentan aprovechar los recursos hídricos disponibles. No obstante, son los sistemas mayores los que, mediante recursos técnicos que permiten la extracción de aguas subterráneas captadas a gran profundidad, y superficiales a partir de la regulación de las cuencas con embalses y transvases, hacen un uso mucho más intensivo de los recursos. Pero la diferencia entre ambos sistemas no es exclusivamente técnica. Se trata también de diferencias culturales, históricas y medioambientales. Los sistemas menores asociados con la hidráulica tradicional y predominantes generalmente en el interior, los hallamos discontinuos en el espacio, localizados en estrechas vegas en pequeños valles o en terrazas de barrancos. La agricultura practicada se asocia a la subsistencia y al autoconsumo, observándose también en los últimos años una agricultura a tiempo parcial orientada al ocio. Otro rasgo de los sistemas menores es la rigidez del espacio hidráulico: una línea de rigidez que queda definida por la acequia más alta es la que articula el perímetro irrigado. Del mismo modo, la reglamentación de la gestión del agua es muy estricta y precisa. Desde una perspectiva social, el regadío tradicional es una solución local al control del recurso para una mejor producción agrícola. Desde un punto de vista económico, los sistemas menores son intensivos en trabajo y menos en capital, además de no ser excesivamente agresivos con el medio ambiente.

Elemento de acumulación: BALSA DE LA ACEQUIA DE LOS OLMOS (Casas del Rey)

    En los sistemas menores, generalmente asociados a las áreas rurales del interior valenciano, se diferencian dos clases de sistemas hidráulicos: los sistemas de media hidráulica y los sistemas de pequeña hidráulica. A continuación, se presentan algunas de las características más relevantes de éstos.

    Los sistemas de media hidráulica: los rasgos más significativos son:

• Localizados en zonas donde ensanchan las vegas;

• Donde hay disponibilidad de agua todo el año (cursos permanentes o fuentes);

• Compleja y pormenorizada redistribución y gestión de las aguas;

• Predominio de las captaciones de aguas superficiales, a partir de azudes, boqueras y presas, y ampliación de las captaciones desde galerías que funcionan a través de los subálveos de los cauces;

• Captación de aguas subterráneas con el fin de aumentar los caudales superficiales. Un ejemplo de este tipo de sistema lo podemos encontrar en la Vega de Xàtiva. Los sistemas de pequeña hidráulica: cuyas características principales son:

• Localizados en zonas más montañosas o accidentadas;

• Contiguos a las redes fluviales mayores, en pequeños cursos, barrancos o ramblas, no siempre conexos entre sí;

• Irrigación temporal o puntual, totalmente condicionada por las condiciones climáticas;

• Sistema más diversificado puesto que presenta rasgos tecnológicos y morfológicos (elementos de captación y acumulación y red de transporte de las aguas) que se adaptan a las características un relieve más abrupto.  Los regadíos de la Rambla Albosa son un claro ejemplo de los sistemas de pequeña hidráulica. Existen, además de las diferencias físicas de tamaño y de tipo técnico, otras diferencias de tipo social entre ambos subsistemas de interior. Entre ellas están:

• La construcción del sistema fruto de la inversión en trabajo, intensivo en mano de obra, en el caso de la pequeña hidráulica; • Sistemas resultado del paciente esfuerzo personal o familiar; • Modo estricto de gestionar las aguas, que puede diferir de unas comunidades a otras en su complejidad.

 

4. Los elementos que configuran los sistemas de regadío: el patrimonio del agua.

Los sistemas de regadío tradicionales y por ende los elementos que configuran estos sistemas son una pieza fundamental del patrimonio cultural del medio rural valenciano. Estos elementos, heredados de nuestros antepasados y que fueron creados con el único objeto de ser funcionales, forman parte de unas costumbres y de un modo particular de gestionar el territorio que habita una comunidad. El ingenio para captar las aguas, almacenarlas, conducirlas y distribuirlas ha quedado reflejado en el territorio. Así, podemos clasificar el patrimonio del agua en la siguiente tipología:

• Elementos de captación: constituido por elementos cuyo fin es la introducción del agua en el sistema. Entre ellos destacan: azudes y presas, fuentes, minas y galerías, pozos y norias, boqueras...

• Elementos de acumulación: aquellos destinados a almacenar las aguas para su correcta gestión. Algunos ejemplos son los pequeños embalses, balsas y albercas, depósitos, aljibes...

• Elementos de transporte y distribución: conducen las aguas hasta las parcelas, y están formados por canales y acequias, brazales y ramales, regadoras, alcavones, acueductos, canos, sifones...

• Elementos de uso: son aquellos artilugios que optimizan el sistema, bien en el riego de las tierras, en la gestión y control de las aguas de regadío o bien en la elaboración otros productos. Destacan los partidores, medidores, galipuentes, molinos, batanes, martinetes, arietes...

 

5. Conclusiones.

Los sistemas de regadío del interior valenciano, considerados como sistemas hidráulicos menores, albergan una parte muy importante del patrimonio cultural del medio rural. Las técnicas empleadas en el control del agua y la gestión social generada en torno a ella dado lugar a un espacio organizado donde nada es casual. Es la lucha por el dominio del agua, en regiones con rasgos de semiaridez como la mediterránea, la que ha generado un paisaje agrario específico.

    No obstante, la agricultura y más en concreto la agricultura de regadío tradicional y su sistema de irrigación asociado están en peligro, fruto de una dinámica de desorganización social y pérdida de identidad y de los cambios que se están produciendo en la gestión de las aguas. Como resultado de esa desagregación de la sociedad rural se está favoreciendo el deterioro físico, pero también espiritual o inmaterial de estos sistemas de irrigación colectivos. La debilidad creciente de las comunidades rurales y la pérdida de identidad hacen que sea muy complicada la defensa de los elementos de los sistemas de regadío tradicionales, frente a las nuevas iniciativas técnicas: sondeos y riego a goteo.

 

BIBLIOGRAFÍA.

 

 - BARCELÓ, M. (1989), “El agua que no duerme” en Actas del I Coloquio “ El agua en zonas áridas: Arqueología e Historia”. Almería 14 a 16 de diciembre de 1989. Instituto de Estudios Almerienses.

- CASTILLO REQUENA, J.M.; RODRÍGUEZ VAQUERO, J.; SÁNCHEZ PICÓN, A., (1995) “Agua, paisaje y medio ambiente. Itinerario por la Vega de Almería y los campos de Nijar” en Paralelo 37, nº 17, Revista de estudios geográficos. Instituto de Estudios Almerienses, pp. 133-150

- COURTOT, R (1989), “Les hortes de València: una doble comparança”, en Los Paisajes del Agua. Libro jubilar dedicado al profesor Antonio López Gómez, Universitat de Valencia, Universidad de Alicante, pp. 239-248.

- CRUZ, J.(1998), “El patrimonio cultural en el medio rural valenciano. Aportaciones para un debate conveniente”, en revista Ruralia, nº 4 (Valencia).

 - ESPARCIA, J. Y NOGUERA, J. (2001), “Los espacios rurales en transición” en ROMERO J ET AL. (Coords.): La periferia emergente. La Comunidad Valenciana en la Europa de las regiones., Ariel Geografía (Barcelona),2001, pp.343-372.

- HERMOSILLA, J (Director), (2002), El patrimonio del agua en el Valle de Ayora-Cofrentes, Direcció General de Patrimoni Artístic, Conselleria de Cultura i Educació, Generalitat Valenciana, (Valencia).

- HERMOSILLA, J (Director), (2003), Los sistemas de regadío en la Costera. Paisaje y patrimonio, Direcció General de Patrimoni Artístic, Conselleria de Cultura i Educació, Generalitat Valenciana, (Valencia).

 - HUMBERT, A. (1995), “El agua y los hombres en el ámbito mediterráneo. Observaciones magrebíes” en Paralelo 37, nº 17, Revista de estudios geográficos. Instituto de Estudios Almerienses, pp.11-20.

 - MATEU, J. (1989), “Assuts i vores fluvials regades al País Valencia medieval”, en Los Paisajes del Agua. Libro jubilar dedicado al profesor Antonio López Gómez, Universitat de Valencia, Universidad de Alicante, pp.165- 186..

 


Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro

lebrillo 21