PADRÓN GENERAL DEL CENSO DE POBLACIÓN DE VENTA DEL MORO DEL AÑO 1.857

(COMENTARIOS Y OBSERVACIONES)

FELICIANO ANTONIO YEBES DESCALZO

En Venta del Moro, cuando se cumplían seis años de su incorporación a Valencia —tras el Decreto de Isabel II de Junio de 1851, en que separaba de Cuenca y agregaba a Valencia todos los municipios del Partido de Requena situados a la orilla izquierda del río Cabriel-; y se cumplían también, como mayoría de edad, los 21 años de su emancipación de Requena para constituirse en Villa independiente, una Comisión veriturreña procedió a la confección del PADRON GENERAL DEL CENSO DE POBLACIÓN DE VENTA DEL MORO 1857-, según consta en su encabezamiento, “Padrón General que forma la junta municipal de este pueblo, de todos los habitantes que han pernoctado en el distrito de la misma la noche del 21 de mayo de 1857, según las cédulas de inscripción que se han repartido y recogido en cumplimiento del Real Decreto de 14 de marzo de 1857”.

Dicha Junta Municipal estaba compuesta por los firmantes que figuran en las dos últimas páginas de dicho documento con fecha de diez de junio de mil ochocientos cincuenta y siete, y eran los siguientes: Dionisio Monteagudo; Eduardo Noguerol; Pedro Navarro Cárcel; Ramón Martínez, Diego Rebullida: Facundo Moya; Andrés Medina; Cruz de Francisco Iranzo; José Pérez; Nicolás Pérez, Pedro José Sáez; Marcelino Pérez; Pedro Juan Candela; José Cárcel; Martín Navarro; Ezequiel López; Regino Pérez y Domingo Mariano López (párroco). Todos ellos firmados y rubricados. Un sello ovalado con el escudo de España, que dice:
“Del Ayuntamiento de Venta del Moro”, testimoniaba dicho Padrón General del Censo de Población.

Los datos que figuran en el mismo son los siguientes: “Número de las personas”, “Nombre y apellidos paterno y materno”, “edad”, “estado” y “Profesión, oficio, ocupación o posición social”.

Es una verdadera pena que no figure el domicilio familiar toda vez que Venta del Moro, a diferencia de otros pueblos formados por un solo núcleo de población, consta del pueblo capital y además once aldeas y más de veinte caseríos entonces habitados, lo que dificulta mucho su localización vecinal por entidades habitadas, cuestión que hay que conjeturar y, a veces, no muy claramente.

El manuscrito original fue facilitado al autor por José Fernández Descalzo en el año 2005.

CONSIDERACIONES Y CURIOSIDADES SOBRE EL PADRÓN GENERAL DE 1857:

La caligrafía del Padrón es muy buena y hasta bonita, su numeración correcta, así como edad, estado y profesión; aunque, repito, es una verdadera pena que no contenga los domici lios de los individuos censados. Por ello es muy difícil seguir y averiguar donde vivían, teniendo en cuenta que, como hoy sucede y lo fue desde siempre, hay un pueblo capitalino y las once aldeas de su término. En ocasiones y no siempre con absoluta certeza, vamos desvelan do en la medida de lo posible la ubicación de la residencia de los censados, todo ello agrava do porque en aquel tiempo los caseríos también estaban habitados (unos 25 con, al menos, una familia residiendo en ellos).

Con referencia al punto anterio hay en este censo inscripciones (comprendidas entre los núms. 1 .746 y 1 .922) con la anotación profesional para el cabeza de familia de “hortelano jornalero”, lo que nos lleva con mucha probabilidad a situarlos en las pequeñas aldeas del Cabriel (desde la Fuenseca, pasando por Vadocañas, Los Cárceles, Santa Bárbara y El Retorno), con un par de docenas de familias (por cierto, muy numerosas).

La primera familia que aparece censada es la de Manuel Yeves Medina, casado con Baldomera Clemente Pérez (mis bisabuelos paternos), de profesión albañil, ambos de 33 años de edad, a quienes siguen Inés, Juan José, José María (mi abuelo paterno), y Victoriano Yeves Clemente, de 7, 5, 3 y 1 años respectivamente. Todavía no había nacido Tomasa, Dolores y gel). Sus números de registro en este Censo son del 1 al 6 de un total de 2165 habitantes que figuran en este padrón de 1857, escasamente 20 años después de conseguida, como Villa, la independencia de Requena, que se realizó en 1836.

Entre los números 1 .1 14 y 1 .119, inclusive, aparece a familia encabezada por Josefa Bonet Guill, siguiendo sus hijos José, Francisca, Nemesia, Lázaro y Martín Descalzo Bonet, de 21, 19, 15, 12 y 10 años. Josefa Bonet Guill, ya viuda, de 40 años que según noticias posteriores era natural de Castalla (Alicante)- fue una de mis tatarabuelas, pues su hijo José originó la familia de los Descalzo en Venta del Moro; así como los Descalzo de Casas de Pradas y de Los Cojos tuvieron su origen de Lázaro y Martín Descalzo Bonet. Está claro (aunque no especifica domicilios) que los censados dichos habitaban en Casas de Pradas por aquel entonces.

Nota curiosa en el censo es la de la familia que se anota desde el número 1.644 al 1.655: Padre, Juan José Moya Trujillo; madre, Encarnación Cárcel López; y diez hijos, entre los 18 y 1 año de edad, así Adriana, Emeterio, Segunda, Aniceta, Guillermo, Fidel, Juliana, Santiago, Narcisa y Olla Moya Cárcel. Todavía los padres —Juan José y Encarnación-, de 44 y 36 años de edad, andaban en edad de mas procreaciones. (aún sin tener alguna certeza, parece habitaban en la aldea de Las Monjas).

Con el número 1 .642 aparece censado Miguel Salinas, pastor viudo y de 56 años. Este Miguel Salinas fue culpado de la muerte del tío Miguel Valera (en el paraje Cruz de Valera) y estuvo preso en la cárcel de Requena, sin que pudiera probársele la autoría del crimen... —algo tuvieron que ver en ello sus propios hijos, según se comentaba muchos años después.

Como caso de longevidad anotamos que al número 1 .996 de este Censo aparece la viuda Isabel González Parreño, quién, al confeccionarse el mismo, ya contaba con 101 años de edad. Parece ser que era habitante de alguno de los caseríos del Cabriel.

Los censados, números 123 al 125 inclusive, formaron la primera familia de los Latorre en Venta del Moro, así Hipólito Latorre de 29 años, casado con Telesfora Giménez Trujillo, de 28 años. Hijos: María y Ceferino Latorre Giménez, de 6 y 2 años. (Todavía no había nacido José María quién sería el fundador de la rama actual, ya muy dividida y extensa: Latorre Castillo, Latorre Ochando, Latorre Zacarés ).

Los habitantes censados del número 1533 al 1538 forman una rama de la familia “Los Gervasios”. Primeramente figura la viuda, de 50 años, Bonifacia Ruiz Sánchez, a la que siguen: Gervasio, M Cruz, Nemesia, Isidoro y Adelaido Haya Ruiz (dice Aya), con 20, 14, 12, 10 y 6 años de edad. La subrayada Cruz, o “Crucita”, siendo criada del Conde de Plegamans — en Requena-, se casó con él —que le llevaba 29 años de edad- y se convirtió en madre de D Teresa Ferrer de Plegamans y Haya, esposa primera del Conde de Villamar. El padre de Cruz era mayordomo de los Ferrer de Plegamans en la Casa Garrido... (Y sigue una historia muy apasionante, que ya fue publicada en el último número de este mismo Lebrillo Cultural).

La censada al número 791, Ana López Navarro, viuda de 55 años, murió violentamente en el camino de Casas del Rey, y en aquel lugar hubo mucho tiempo una cruz, lo que originó que aquel paraje se llamara “la Cruz de Ana López”

El cura párroco era por entonces D. Domingo Mariano López, quien regentó esta Parroquia de 1855 a 1859. Figura en el censo al número 126, contando con 42 años de edad. También figura al número 419 D. José Carreño y Canales de 70 años, “eclesiástico jubilado” del que también se habló mucho en los años de la desamortización de bienes eclesiásticos, interviniendo en subastas de fincas a su favor. Ello le hizo impopular en el vecindario venturreño... se decía que había venido rebotado de Fuenterrobles. 

La hoy familia Clemente-Domingo, tiene sus antecedentes en este Censo de 1857, pues aparece la familia compuesta por Francisco Clemente Gómez de 61 años, casado con Antonia García López, también de 61 años; de profesión aperador. Y figuran seguidamente sus hijos Nicasio, Eugenio, Isabel y Victoria, de 30, 25, 23 y 20 años respectivamente. Figuran inscritos del número 556 al 561.

Entre los números 581 y 588 aparece una famosa familia: Los Garrido-Pardo. Están inscritos así: Juan-Crisóstomo Garrido lázaro, de 42 años, propietario (aldea de Las Monjas); esposa Fabiana Pardo Haba, de 32 años. Hijos: Francisco, Carmen, Prudencia, Saturnina, Lucía y Agustín-Adelaido Garrido Pardo de 10, 8, 6, 4, 2 y meses respectivamente. Familia de larga historia posterior. El padre era médico sin ejercicio en aquel entonces. De los hijos citados, la más famosa fue D Lucía Garrido Pardo, benefactora de Las Monjas, donde erigió a sus expensas la iglesia y la escuela; al casarse con el farmacéutico D. Ramón Sáiz de Carlos —Requena- se hicieron ricos gracias a los elixires estomacales, famosos en el mundo entero. Los Garrido-Pardo tenían su casa solariega en Venta del Moro, en la Calle de las Cruces: Saturnina Garrido se casó con su jornalero Pedro Ochando Pardo —de Las Monjas-, y vivieron en esta casa, que heredó Pedro “Periquín” al morir Saturnina.... Luego sirvió de morada al nuevo matrimonio de Pedro con la valenciana Concha Ferrando, de la que nació Conchín Ochando Ferrando, la más guapa muchacha... .y quizás no muy feliz....

Familia muy importante por entonces en Venta del Moro fue la llamada de “Los Cantornés” o Cantorneses, originada por Ramón Cantorné Martínez de 59 años, viuda, originario de Minglanilla (está censado como propietario al número 664). Le siguen su hijo Félix Cantorné López de 36 años, fabricante casado con Victoria Medina López, de 32 años; siguen censados sus hijos Desideria, Melitón, Lino y Lucinio Cantorné Medina, de 8, 6, 4 y 1 años. De ellos se sabe que Felix Cantorné, además de fabricante, fue secretario de Ayuntamiento. Y de su hijo ( por entonces de 6 años) Melitón Cantorné Medina sabemos que fue médico con ejercicio en Venta del Moro.

Según la nota anterior, una dama de la familia Medina López, Victoria, casó con Félix Cantorné. Pero sus hermanos quedaron o estaban por entonces solteros. Aparecen en este censo como propietarios, y eran Andrés (33 años), viviendo con sus hermanas Juana, Isabel y Nemesia, de 35, 25 y 23 años respectivamente, y una sirviente -prácticamente como de la familia- Loreta Salinas Cárcel, de 25 años por entonces. Fue una de las familias más ricas, cuyo apellido se fue perdiendo.

De las familias que habitaban las aldeas y caseríos de la ribera venturreña del Cabriel, hacemos especial mención a la de Julián Martínez Navarro, de 36 años y su esposa Josefa Martínez Muñoz, de 32 años, y dos hijos, por su condición de molinero de Los Cárceles. (Antiguo batán y molino harinero de Los Cárceles). Y la de Joaquín Roda Merino, de 59 años, casado con Josefa Lechiguero Caballero, de 38 años, más 3 hijos, inscritos con la profesión de “hortelano-ventero”, es decir la familia que por entonces regentaba la “Venta de Vadocañas”.

Inscrito en el censo al número 24 aparece Sebastián Herrero Molinero, de 59 años, viudo, padre de Miguel Herrero Ruiz. Dicho Sebastián fue el cabecilla carlista en Venta del Moro en la ia Guerra (1833-1840). Su hijo Miguel, que se casó con Nemesia Haya, fue padre de Efigenia Herrero Haya, a quién conocimos en su casona de la Plaza del Olmo. Contrajo Efigenia matrimonio con el general D. Juan Romero y fueron padres de Juan, Francisco y José Romero Herrero, oficiales de Caballerfa en el Regimiento Lusitania 8 de Valencia. Los dos primeros (Juan y Paco) eran partidarios de la sublevación militar, fueron detenidos y fusilados en 1936.

Al número 204 aparece Juan Nicolás Olmo Onielfa, de 44 años de edad, casado de profesión herrero, casado con Antonia Beltrán García (hijos: Silverio, Juliana y Nicolás de 10, 8 y 1 años). Del primer hijo, Silverio, se originó después la extensa familia de los herreros venturreños con Enrique Olmo y sus sucesores los Olmo Castillo (3 hijos y 6 hijas). El último vástago, herrero, Enrique Olmo Gómez, aún sigue...

Al número 211 aparece inscrito Eduardo Nogueral Herrero, como estanquero e industrial (ya viudo a sus 35 años). Debió ser el boticario del pueblo. Hijo de Miguel Noguerol y de Loreta Herrero Pedrón (de Requena) que aparece inscrita al número 215; otros hijos de esta señora fueron Gustavo y Celia Noguerol Herrero, quienes fueron después, general del Ejército en Valencia y esposa de otro militai Alberto de Montaud “El Francés”, de este último matrimonio nacieron Gustavo, Alberto y Raúl; los dos primeros, Jefes de Ingenieros Militares en Madrid y el último psiquiatra famoso. Del General Gustavo Noguerol nació Gustavo Noguerol Adlert, en Valencia, quién murió fusilado en Alicante a raíz de la sublevación militar de 1936. (También publicamos en el último Lebrillo Cultural un artículo sobre esta familia).

Aparece al número 323 Santiago Fernández Trujillo, de 4 años, hijo de Juan Antonio y Francisca. Aquf empezó la familia de los “Chicharras”. El tío Santiago, con su esposa María y sus hijos Salomé y Santiago, fundaron el primer café o casino en Venta del Moro, allá por 1910.

Al número 530 aparece Francisco Pardo Valiente, casado con Brfgida Haba Gualta y sus hijos Francisco y Miguel, de 35 y 23 años. Era la familia de los “Paquillos”. De Francisco nacieron otro “Paquillo” (murió soltero) y la tía Brígida Pardo. Esta última se casó con Policarpo Haya (el famoso concejal “Tío Carpo”, quién nunca estaba de acuerdo con las decisiones de su Alcalde). Tuvieron 4 hijas y dos hijos. En un verano aciago murieron los dos hijos, Luis y Mariano, y una hija, Angelina. Ello provocó la locura de la Tía Brígida (suegra de mi tío Lino Descalzo). Vivió loca paseando en una habitación más de diez años. Y se daba la terrible circunstancia de que, tabique por medio, en otra casa, Rosa Medina, que era viuda, pasaba su locura casi al unísono con la Tía Brígida. Daba pena verlo y oírlo.

Y así podríamos seguir, pero para no alargar en exceso este artículo y tras las consideraciones anotadas anteriormente, merece la pena verificar un detenido estudio y examen detallado de este Censo de Población de Venta del Moro, confeccionado en 1857, unos veinte años después de obtener la municipalidad con la categoría de villazgo de realengo. Este estudio detallado nos permitirá establecer por escrito varios apartados demográficos, formas de vida, la conexión entre la tierra y sus habitantes, pirámides de edades, natalidad y mortalidad, categorías sociales, etc. Únicamente, y es una pena constatarlo, solamente por conjeturas, afinidades y repeticiones de apellidos podremos situar o domiciliar en el pueblo capitalino o en sus once aldeas menos aún en sus numerosos caseríos y casas de labor habitadas-, ya que es el único dato que no figura en este Censo. Los demás datos (según se puede apreciar en su cabecera manuscrita) aparecen muy claros: Número de inscripción, nombre y dos apellidos, edad, estado civil y profesión u oficio. Según la importante anotación de “profesión, oficio, ocupación o posición social” que figura al final de cada censado y únicamente para el cabeza de familia, ya que el resto de cada una de ellas figura en blanco- aparecen las siguientes categorías: propietario, labrador, jor nalero, hortelano-jornalero, pastor, sirviente/a y pobre de solemnidad, además de profesiones liberales y otros oficios específicos cuando corresponde.
De esta forma, que se ha escalafonado de mayor a menor solvencia económico-social según criterios de entonces, aparecen los grupos familiares clasificados así:

Sumadas estas titulaciones de ocupación u oficio resulta un total de 656 que, salvo profesiones indicadas específicamente en los mismos grupos o familias censados y casos aislados de pobres de solemnidad, viudos y viudas, además de algunos transeúntes, la población censada, en total 2.165 habitantes, se agrupaba en unas 630 viviendas, comprendidas en el pueblo, las 6 aldeas principales, los 5 caseríos de la Ribera del Cabriel y el resto de casas de labor o caseríos dispersos en el término municipal.

Es muy importante reseñar que en el cómputo de estos vecinos y habitantes aparecen además de los casados y solteros- hasta un total de 98 viudos o viudas (más de las últimas), casi todos ellos siendo cabeza de familia.

Como apreciación extraña y rara, significamos que no aparecen algunas profesiones específicas tales como barbero, botero, esquiladoi batanero, zapatero, carnicero, tabernero, carpintero, aunque nos figuramos lo siguiente:

El oficio de barbero y sangrador sería el mismo de cirujano

El oficio de carpintero lo asumirían los aperadores.

El oficio de zapatero (apenas habría zapatos) lo llevaría el propio espartero, quién confeccionaría alborgas y alpargatas.

El oficio de tabernero, carnicero, etc., lo asumirían los titulados como comerciante, revendedor, tendero, que sí aparecen.

Quién figura como fabricante, se supone que sería de jabón, o quizás de aguardiente.

El caso titulado como estanquero-industrial (doble oficio y doble finalidad), podemos asegurar, por la persona que lo ostenta y practica —en lo de industrial nos referimos- era el propio farmacéutico (o boticario, como antes se le llamaba).

Un caso significativo es el de que figuran dos sacerdotes. Uno de ellos era el propio Párroco; el otro, como ya hemos explicado, era sacerdote jubilado; quién fijó aquí su último domicilio, sin siquiera intervenir en oficios ni sacramentos.

Para mayor detalle, explicación, interés y curiosidad, a continuación se relacionan las personas que ejercían oficios o profesiones específicas y liberales, aparte de los títulos de propietarios, jornaleros, pastores, hortelanos, sirvientes y pobres de solemnidad. Eran los siguientes:

A continuación, por curiosidad, relacionamos por orden de su inscripción en el Censo de población- los titulares que figuran específicamente como propietarios o terratenientes en el mismo:

A continuación se relacionan los hombres que aparecen en este Censo venturreulo de 1857, cuyo oficio era el de pastor, generalmente cuidando rebaños de ovejas y cabras de propietarios terratenientes; solamente la 5a parte de los relacionados cuidaban, como autónomos, su propio y siempre reducido ganado. Los tratos y contratos entre ganaderos y pastores se
efectuaban el 29 de junio, día de San Pedro, en que celebraban festividad por su patronazgo.

La relación siguiente se verifica atendiendo al orden en que aparecen censados los pastores, casi siempre (excepto los autónomos), inscritos al final de la familia propietaria del ganado.

Igualmente, como dato curioso, relacionamos los que aparecen inscritos como pobres de solemnidad (incluida la familia):

Señalamos a continuación los datos estadfsticos de distribución de edades

TOTAL:  2165 habitantes; por sexo: 1119 hombres y 1046 mujeres.

A la vista de estos datos numéricos sobre la edad de los censados, puede construirse pirámide que en este caso (y lógicamente en aquellos tiempos de hace ya prácticamente 150 años, y para cualquier población rural de este tipo), es de amplia base infantil y juvenil, descendiendo progresivamente (pirámide progresiva) hasta llegar a una cúspide de una sola per25 sona, tras un truncamiento de casi dos décadas (de los 80 a los 101 años, solo hay ocho personas).
La distribución por edades sería así:

De 71 a 101 años.. 21 personas
De 61 a 70 años.... 91 personas
De 51 a 60 años.... 169 personas
De 41 a 50 años.... 206 personas
De 31 a 40 años.... 343 personas
De 21 a 30 años.... 356 pers onas
De 11 a 20 años 384 personas
De 0 a l0 años 595 personas

De todo ello se observa la gran natalidad (muchas familias excesivamente numerosas), que la mortalidad infantil iba aminorando, que en la adolescencia y juventud se sostenía, para ir bajando progresivamente entre los 40 y 50 años, para llegar muy reducida a la edad sexagenana; la ancianidad comenzaba en la 5a década, y muy pocos llegaban a los 70 y sucesivos.

Se explica así el gran número de viudos y viudas que aparecen en este Censo. Y como cosa algo singular, se hace notar que la población varonil (1119 personas) sobrepasara algo a
la femenina (1046 personas).

Creemos que en este Censo debe haber algún error sobre la edad que se anota, pues resulta algo sospechoso que se redondeen las cifras finales de decenas (figuran muchas personas en
las edades de 10,20,30,40,50,60,70 y 80, que en sus correspondientes cifran anteriores), por lo que conjeturamos que este dato, o no lo sabían los interesados o era anotado “a ojo de buen cubero”.

Los calígrafos fueron el Maestro Corachán y el Cura Domingo López.

Como último detalle de este artfculo, relacionaremos alfabéticamente los apellidos (1 er. Apellido), con expresión de su frecuencia de aparición en este Censo:

TOTAL .................. 2.165

A la vista de esta relación alfabética de apellidos venturreflos en 1857, puede observarse la frecuencia con que se daban los patronímicos castellanos, por este orden:

 Y los gentilicios:

Y después seguirían con menor frecuencia, Sáez, Medina, Iranzo, Fernández, Salinas, Lahiguera, Murcia, Giménez, Escribano, Arroyo, Trujillo, ... Yeves, Descalzo, etc.
Es curiosa la aparición de apellidos valencianos como Cifres, Ricart, Andreu, Gisbert, Mislata, Sanz etc., debiendo explicarse como inmigrantes en labores de carboneo, leñas y pastoreo, corrientes en aquella época.

Otros apellidos, muy importantes por entonces, ya han desaparecido o están en vías de extinguirse en Venta del Moro. Así los Cantorné, Medina, Pozuelo, Alarte, Garrido, Herrero, Lorente, Moliní, Noguerol, Nuévalos, Peralta, Pradas, Romero....

Otros, los Castillo, Monsalve, Cabanes, Robledo, Gil etc..., o no habían llegado a Venta del
Moro, o tenían escasa representación.

TRASCRIPCIÓN EFECTUADA POR MANOLO HERNÁNDEZ
FEBRERO DE 2.006

Lebrillo 23