LAS RELACIONES DE MOROS Y CRISTIANOS EN LA  ALDEA DE LAS MONJAS

. © Fermín Pardo Pardo. Cronista Oficial de la ciudad de Requena.

Antigua representación de los moros y cristianos en Campo Arcís (Requena). El texto de estas relaciones coincide con los fragmentos conocidos del que se representó en Las Monjas en 1942.

En la comarca de Requena-Utiel se conocía con el nombre de Las Relaciones a las representaciones teatrales de Moros y Cristianos, las cuales se celebraron en muchas localidades comarcanas hasta el primer tercio del siglo XX, o hasta su primera mitad. En Campo Arcís y en San Antonio de la Vega se han conservado hasta bien entrado el siglo XXI. En Campo Arcís la última representación tuvo lugar en 2006, siendo San Antonio la población en que se continúa, hasta la actualidad, manteniendo su vigencia y, además, ha sido declarada como bien de relevancia local inmaterial.

Actualmente, a la mayoría de personas de nuestra tierra, les suena raro el escuchar que en nuestros pueblos y aldeas se celebraran fiestas de moros y cristianos. El motivo está claro, hace muchos años que dejaron de celebrarse, aunque poseemos documentación escrita y relatos de la tradición oral que nos hablan de su existencia y de sus características.

También es lógico que quien oye hablar de moros y cristianos, en nuestro territorio, piense en los suntuosos desfiles de comparsas y los atronadores disparos de las simuladas batallas entre los dos bandos, elementos característicos de las fiestas de moros y cristianos de las comarcas valencianas de la parte sur de la Comunidad. Sin embargo, ninguno de estos dos elementos, tan característicos de los llamados moros y cristianos valencianos, existían ni existen en nuestras Relaciones de moros y cristianos.

No es de extrañar que en el II Congreso Nacional de la Fiesta de Moros y Cristianos, celebrado en Ontinyent entre los días 12 al 15 de septiembre de 1985, y al que presentamos una comunicación, en la que aportamos toda la serie de datos históricos y etnológicos que conocíamos, en el momento, sobre nuestras relaciones, danzantes y banderas, se nos dijera que, los moros y cristianos a los que nos referíamos, no se podían considerar valencianos, aunque fueran propios de una comarca de la provincia de Valencia.

No estaban, en parte, faltos de razón, pero no supieron clasificárnoslos como moros y cristianos castellanos. Llegaron a decir que el esquema de nuestros moros y cristianos era semejante a los de los andaluces y a los de los llamados dances aragoneses. No sabían, los supuestos doctos en la materia, que en el antiguo obispado de Cuenca y en la Manchuela albaceteña, se celebró, desde antiguo, una manera de fiesta de moros y cristianos del mismo tipo que los que se usaban y hemos conservado en la Tierra de Requena.

Los moros y cristianos de nuestra tierra no tienen desfiles ni batallas con pólvora. Son simplemente una representación teatral al aire libre, con textos de origen barroco en verso. Lo más habitual es que los personajes ejecutaran la representación montados en caballerías bien enjaezadas, alcanzando el número de quince. De ellos seis varones adultos, representando el bando de los turcos (moros), otros seis varones adultos, figurando el bando cristiano, dos mozas, una con el papel de mora y la otra con el de cristiana y finalmente un ángel a cargo de un niño o de una niña. De manera opcional podía añadirse el personaje de uno o dos graciosos, conocidos como botarga o botargas, quienes introducían textos humorísticos improvisados y referidos a hechos cotidianos del momento en que se celebraba la representación.

Salvo excepciones, como pueden ser las de las fiestas de moros y cristianos de Valverde de Júcar, Valera, Paracuellos de la Vega o la Mota del Cuervo, los esquemas que conocemos que se utilizaron en poblaciones de distintas comarcas del obispado de Cuenca y de la Manchuela albaceteña son muy semejantes a los de nuestras representaciones de moros y cristianos, pudiendo variar el número de personajes en el bando moro y cristiano, pero no faltando la mora y la cristiana ni la figura del ángel.

El desarrollo de la representación tenía o tiene lugar en el momento de la procesión o bien colocando de forma fija, al aire libre y en lugar espacioso, la imagen de la Virgen María, de Jesucristo, del santo o de la santa a quien se dedica la fiesta.

Los personajes de un bando y de otro, montados a caballo, como hemos dicho, ejecutan su actuación en diferentes puntos por los que discurre la procesión o si se opta por un lugar fijo se sitúan en escena en dos filas enfrentadas para dirigirse los parlamentos.

La temática de la representación se inicia figurando, por parte del bando cristiano, que van a celebrar fiesta solemne dedicada a su Santo Patrón o Patrona, pero temiendo la invasión musulmana. El bando musulmán entra en acción con embajadas y parlamentos en los que anuncian el impedimento de la fiesta y la temida invasión. Tras la simulación de lucha, ganan la batalla los del bando moro, arrebatando la imagen a los cristianos. Los cristianos, abatidos, se lamentan de su derrota, pero animados por la aparición del ángel, tratan de rehacerse y entablar de nuevo batalla, en la que, por intervención del ángel, quedan victoriosos y recuperan la imagen. Como consecuencia del palpable milagro, tratan los cristianos de convencer a los moros de que abracen el cristianismo, cosa que se consigue con los últimos parlamentos. Se acaba con el bautismo de los moros por el ángel y la acogida en la fiesta a los nuevos conversos, por parte de los cristianos. Los papeles de la mora y la cristiana pueden variar,  según los textos, pero casi  siempre eran o son destacados en el conjunto de personajes. Finalmente, el botarga o los botargas, si eran dos, introducían la inesperada composición improvisada, humorística y socarrona, en momento oportuno, con el fin de quitar tedio y pesadez a los parlamentos propios del texto culto y a veces farragoso de los personajes fijos de la obra teatral.

A esta tipología de moros y cristianos no dudamos en llamarle moros y cristianos castellanos, por ser o haber sido tierras castellanas las comarcas en las que se adoptaron los esquemas descritos.

En Requena, Campo Arcís, San Antonio, San Juan y Roma se añadían, a la representación, las danzas guerreras de doce danzantes y la ceremonia de correr la bandera. Este ritual se sigue manteniendo intacto en San Antonio, como hemos apuntado.

Además de las cinco poblaciones del actual término de Requena que hemos citado, poseemos datos documentales de otras villas y aldeas de nuestra comarca histórica en las que se celebraron las relaciones de moros y cristianos, tales como Villar de Olmos, Hortunas, Las Casas de Eufemia, Los Isidros, Los Cojos, Fuenterrobles, Camporrobles, Las Casas de Utiel, Los Corrales de Utiel, Las Cuevas de Utiel y La Torre de Utiel. Dentro del término de Venta del Moro se nos dieron referencias en Jaraguas, pero de manera poco diáfana, y en Las Monjas, de cuyas celebraciones de moros y cristianos hemos recogido varios datos de transmisión oral, como después detallaremos y que todavía recuerdan algunas personas de la aldea.

Algunos de los monjeños que actuaron en las relaciones de moros y cristianos de Las Monjas en 1942. De izquierda a derecha Alfredo Martínez Martínez, Laurentino Monteagudo Ochando, Pedro Rodríguez García y Fernando Maranchón “el de la tía Silvina”.

Los moros y cristianos de la comarca de Requena Utiel, como venimos señalando y por sus características, son encuadrables dentro de un amplio territorio que abarca el actual obispado de Cuenca y la vecina comarca de La Manchuela en la provincia de Albacete.

Además de la abundante documentación que poseemos en referencia a las también llamadas entradas de moros y cristianos en el territorio comarcal de Requena Utiel, conocemos por publicaciones y por recopilación de datos de la tradición oral, que las representaciones de moros y cristianos, con el esquema descrito anteriormente, estuvieron extendidas por tierras conquenses y albaceteñas. En el artículo “Las Relaciones de Moros y Cristianos en Requena y su Tierra en el siglo XIX”, publicado en el número 28 de la revista Oleana del Centro de Estudios Requenenses, en que se recogen las ponencias y comunicaciones del VI Congreso de Historia Comarcal, detallamos todo el material que consultamos y que acumulamos para nuestro archivo, sobre las fiestas de moros y cristianos de diferentes poblaciones de las provincias citadas.

En este artículo nos limitaremos a enumerar las poblaciones de las que tenemos referencias que se celebraron estas representaciones de manera semejante a las nuestras. Dentro de la provincia de Cuenca poseemos datos, más o menos abundantes, de las localidades siguientes:

Reíllo, Salvacañete, Fuentelespino de Moya, Landete, La Fuencaliente de Mira, Cuenca, Olmedilla de Eliz, Albendea, Almendros, Valdespino de Huete, Las Cuevas de Velasco, La Ventosa, El Villar del Saz de Navalón, Caracenilla, El Herrumblar, Ledaña, Iniesta, Villalpardo, El Castillejo de Iniesta, Villanueva de la Jara, Quintanar del Rey, El Peral, Valverde de Júcar, Valera de Abajo, Paracuellos de la Vega, La Alberca de Záncara y La Mota del Cuervo.

De la provincia de Albacete citaremos las villas de Jorquera, Abengibre, Casas Ibáñez, Cenizate, Villamalea, Pozocañada, La Gineta, Casas de Ves y Fuentealbilla. Los moros y cristianos que celebran en Almansa y Caudete adoptan el esquema levantino y no el de tipo castellano.

Antigua representación de los moros y cristianos en San Juan (Requena).

Hemos de añadir que nuestro esquema castellano de moros y cristianos también fue utilizado o sigue utilizándose en comarcas de la provincia de Valencia, como son el Rincón de Ademuz y la Serranía del Turia. Del Rincón de Ademuz poseemos datos recopilados sobre estas fiestas en la propia villa de Ademuz y en la de la Puebla de San Miguel. También de las aldeas de Sesga, Los Santos, Mas de Jacinto y Mas del Olmo, en donde conservaban, en 1985, dos textos completos manuscritos para la representación.

En la Serranía del Turia siguen conservando la representación de sus “entramoros” las villas de Tuéjar y Aras de los Olmos. También celebraron moros y cristianos en Sinarcas, dedicados a su Patrona Santa Úrsula.

Finalmente citaremos la aldea de Los Castilblanques de la parroquia de La Venta Gaeta, en término de Cortes de Pallás, en donde se han conservado también dos textos manuscritos de moros y cristianos, usados, a principios del siglo XX, en las fiestas dedicadas a San Vicente Mártir y siguiendo un esquema muy semejante al de nuestras aldeas.

Los moros y cristianos de nuestra tierra, son una de tantas tradiciones de origen castellano que conservamos, por haber pertenecido a Castilla en un periodo de más de seis siglos, en cuanto a lo civil (desde 1239 a 1851). Una castellana reforzada en lo eclesiástico por los más de setecientos años de haber formado parte del obispado de Cuenca (desde 1239 a 1957).

La época de apogeo, y la mayor extensión en el territorio comarcal, de las celebraciones de nuestros moros y cristianos, tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XIX y primer tercio del siglo XX, coincidiendo con las llamadas guerras de África y las del Rif. Los textos cultos barrocos de nuestros moros y cristianos, recitados por jóvenes campesinos de nuestros pueblos y aldeas, convertidos en actores, sirvieron de arenga para los que, como soldados combatientes les tocaba ir a luchar contra los marroquíes en el Norte de África. Después de la última guerra civil española las representaciones de moros y cristianos quedaron reducidas a las de las fiestas patronales de Campo Arcís y las de San Antonio de la Vega. Un caso aislado fue la representación realizada en 1942 en la aldea de Las Monjas, sin que volviera a repetirse.

El origen de las fiestas de moros y cristianos, en los territorios que formaron parte del Imperio Español, en el siglo XVI, se sitúa en la orden por la que Felipe II mandó celebrar, con fiestas extraordinarias, a ciudades, villas y lugares de su Imperio, su victoria contra el Imperio Turco en la batalla de Lepanto el día 7 de octubre de 1571. Este hecho explica el que todavía se celebren fiestas de moros y cristianos en algunas ciudades de Méjico y también en ciertos territorios de Estados Unidos en los que, en origen, fueron conquistados y colonizados por hispanos.

Históricamente, los moros y cristianos de nuestra comarca ya nos aparecen documentados en el siglo XVI. Miguel Ballesteros Viana nos dice, en su Historia de Utiel, publicada en 1899, que tras el mandato citado de Felipe II, se realizó en esta villa lo siguiente: “La escuadra de Utiel amenizó los festejos simulando un combate entre turcos y cristianos”.

Durante el siglo XVIII también nos encontramos descripciones festivas como eran los desfiles o procesiones cívicas que se organizaban con motivo de las coronaciones reales. En Requena, en las fiestas que se organizaron con motivo de la coronación de Fernando VI, a comienzos de octubre de 1745, tomaron parte, en los desfiles cívicos, miembros del gremio del Arte mayor de la Seda, montados a caballo y con vestimentas figurando turcos y árabes, además de los danzantes, llamados matachines”, con su contradanza.

Pero es en el siglo XIX cuando más referencias encontramos documentadas sobre nuestros moros y cristianos, destacando dos autores, José Antonio Díaz de Martínez y Enrique Herrero y Moral. Díaz de Martínez en su Memoria sobre las Ermitas enclavadas en el término de la Ciudad de Requena, obra manuscrita, redactada en 1860 por mandato del Sr. Obispo de Cuenca y que se conserva en el Archivo Diocesano de esta ciudad, nos dice, sobre los moros y cristianos que en aquella época se celebraban en la partida de San Juan lo siguiente:

“Hacen en efecto la fiesta en el día que se conmemora su natividad (la de San Juan Bautista). Consiste en procesión por el barrio y misa cantada con sermón, a que asiste el clero de la parroquia de El Salvador.

Además danza y relaciones (de moros y cristianos), insiguiendo una costumbre antigua y generalizada en el país”.

Nos dice Díaz de Martínez que en 1860 ya era costumbre antigua la celebración de los moros y cristianos en San Juan y además que era costumbre generalizada en el país. Herrero y Moral, en su Historia de Requena, publicada en 1890, nos hace una descripción detallada de la fiesta de moros y cristianos, tal como se celebraba en Campo Arcís a finales del siglo XIX:

“Todos los años, el día 15 de mayo, se celebra en la partida la fiesta a dicho Santo (San Isidro), como Patrono de ella, que consiste en una misa cantada con sermón y una contradanza, llamada danza, que bailan doce mozos de la aldea, a quienes se da el nombre de danzantes, ofreciendo un espectáculo pantomímico, en el que toman parte además dos, que se les da el nombre de botargas o graciosos, y dos chicas, que figuran ser mora y cristiana e hijas de los reyes de estas religiones, que con sus respectivas huestes, que son los doce danzantes, simulan un gran combate entre sí. También figura, en primera línea, un niño que, vestido de blanco y con alas, representa ser un ángel del Señor, por cuya plática y poder divino son vencidos los moros y convertidos al cristianismo. A las pláticas que tienen ambas huestes, antes de principiarse la acción, se les da el nombre de relaciones, que dicen en verso cada uno, y según el orden que ocupan..”.

Tal como describe Herrero y Moral los moros y cristianos de Campo Arcís en 1890, han llegado a nuestra época. De manera idéntica los hemos visto representar en Campo Arcís y los siguen representando en San Antonio.

Vista aérea de 1945 de la ermita, destilería, almazara y molino de Los Pleitos donde se representaban los moros y cristianos antes de la erección de la Iglesia de Las Monjas en 1928.

LAS MONJAS

También en la aldea venturreña de Las Monjas debieron representarse de forma semejante, según algunas personas que las presenciaron o participaron en ellas y nos han transmitido sus recuerdos. La recopilación de datos sobre la representación de los moros y cristianos en Las Monjas la realizamos en dos ocasiones. La primera la llevamos a cabo en 1985, en una recopilación sobre fiestas, rituales y elementos festivos de toda nuestra comarca histórica. En aquel momento nos hablaron sobre los moros y cristianos que se celebraron en Las Monjas, en distintas épocas.

Laurentino Monteagudo Ochando, moro, en la representación de Las Monjas del 13 de junio de 1942.

 

Laurentino Monteagudo Ochando, moro, y Prudencia Monteagudo Ochando, mora, en la representación de Las Monjas del 13 de junio de 1942.

Por una parte, Florentino García González, vecino de Los Marcos, quien recordaba haber visto una representación realizada por los monjeños en la ermita de la casa de Los Pleitos, en la que existía una ermita dedicada a San Antonio de Padua y con anterioridad a la construcción de la iglesia de Las Monjas, la cual fue edificada en 1928.

Por otra parte, en la propia aldea de Las Monjas, nos sirvió de transmisor de datos Floro Pérez Maranchón, quien recordaba los nombres de algunas personas que fueron actores en la representación que se realizó en la aldea el 13 de junio de 1942, festividad de San Antonio de Padua. Lo aportado por uno y otro es lo que plasmamos en el artículo citado, sobre los moros y cristianos de la comarca y que está publicado en el número 28 de la revista Oleana, como ya dijimos.

La tarde del día seis de julio de 2015 volvimos a Las Monjas, al enterarnos por Carmina Pérez que todavía vive en la aldea una mujer que se acordaba de muchos detalles de la última representación, por haber participado en ella dos de sus hermanos. Esta mujer se llama Rosario Monteagudo Ochando, quien, muy amablemente, se brindó a contarnos todo lo que pudiera recordar. También acudió como informante, de manera muy acogedora, Vicente Martínez Rodríguez, quien completó con Rosario detalles y pormenores de interés, sobre la representación de 1942. También nos acompañó en la entrevista la alcaldesa pedánea Mari Carmen Pardo.

Recordaron los informantes que aquella última representación se celebró con motivo de la fiesta dedicada a San Antonio de Padua, como era tradición en otras épocas en que los moros y cristianos se dedicaban también a este Santo, pero se acudía a la ermita de la casa de Los Pleitos para celebrar la fiesta. Los moros y cristianos celebrados en 1942 ya se celebraron en la aldea y el lugar elegido fue el amplio espacio formado por la llamada era de Orencio Pérez y el terreno que ocupa la actual cooperativa.

Los personajes, todos montados a caballo, interpretaron sus papeles en formación de dos filas enfrentadas, en el lugar citado y presidiendo el acto la imagen de San Antonio de Padua, en sus andas, colocadas sobre una mesa. Como se desprende de lo narrado, la colocación de los actores en dos filas enfrentadas y la imagen sobre una mesa, nos confirma que la representación era del tipo de las estáticas y no de la otra variante en la que los actores seguían el curso de la procesión y representaban las distintas escenas en diferentes sitios de la localidad.

Como era habitual en la época, los trajes de los actores y las monturas y jaeces de las caballerías se alquilaron en Valencia, en alguna de las roperías que existían en la ciudad y que ofrecían este tipo de servicios. No recordaron los informantes el nombre de la ropería. El alquiler de los trajes y jaeces representaba un desembolso importante para nuestras aldeas o pueblos pequeños, pero siempre era señal de que las personas que se dedicaban a la organización tenían una sensibilidad especial y que el conjunto de los actores no tenían en cuenta el esfuerzo que suponía el aprendizaje de los papeles y los ensayos necesarios para conseguir perfecta la representación. En aquella ocasión, nos contaba Rosario, que para conseguir la cantidad de dinero necesaria para el alquiler de los trajes, prepararon los actores una obra de teatro sencilla y que representaron con anterioridad a los moros y cristianos. Con lo obtenido en aquella función de menor categoría pudieron sufragarlos gastos de los alquileres de la representación de los moros y cristianos en 1942.

Las caballerías competían en engalanamiento de montura y jaeces. Laurentino Monteagudo Ochando en la representación del 13 de junio de 1942 en Las Monjas.

Estas celebraciones extraordinarias atraían a personas de localidades vecinas en el día de la fiesta. Forasteros y anfitriones se admiraban y disfrutaban del colorido de los indumentos y los adornos poco habituales de las caballerías, cuyos dueños también gozaban de verlas engalanadas y de sujetarlas en el momento de la representación para que los actores desarrollaran su papeles con tranquilidad y sin peligro.

Persona fundamental en este tipo de representaciones era quien se hacía responsable de la dirección de los actores. Desempeñó ese cargo un maestro que estaba en Los Marcos, según nos contó Rosario, pero no recordaba el nombre.

Cuando entrevistamos a Floro Pérez Maranchón solamente recordaba el nombre de las tres mujeres que intervinieron en los moros y cristianos de 1942 y cinco de los varones. Nos añadió que el botarga era un hombre de Las Casas de Pradas, pero no recordaba el nombre.

En la entrevista de la tarde del seis de julio de 2015, conseguimos ampliar el número de los nombres de los actores varones, aunque no se completó el número de doce que seguramente participaron, como era habitual en nuestra comarca. Nos nombraron los siguientes: Laurentino Monteagudo Ochando, Orencio Pérez Monteagudo, José Pérez Monteagudo, Julio Descalzo Olmo, Alejandro García Moya, Moisés Ruiz, Pedro Rodríguez García, Fernando Maranchón y Alfredo Martínez Martínez

Los nombres de las tres mujeres ya los conocíamos de la entrevista de 1985, pero sin los apellidos completos. Pudimos completarlos el día seis de Julio de 2015 y fueron: Maruja Martínez García, con el papel del ángel; Concha Monteagudo Navarro, con el papel de la mora y Angeleta Pérez Prieto, con el papel de la cristiana.

Esta tarde del ocho de julio de 2015, a punto de concluir este artículo he podido contactar telefónicamente con Angeleta Pérez, pues reside en Barcelona. A sus noventa y un años todavía conserva su lucidez perfecta.

Sin dudar nos ha recitado un fragmento del texto que le tocó interpretar en la representación de 1942. Con este fragmento recitado por Angeleta, hemos podido comprobar que el texto que se utilizó en Las Monjas para la representación de los moros y cristianos en 1942 es el que se conservó completo de forma manuscrita en Campo Arcís y se publicó, en 1998, en el libro titulado Relaciones de Moros y Cristianos Campo Arcís de Arcadio Piqueras Expósito. Como existe alguna variante disponemos para su comparación los dos fragmentos.

En la entrevista del seis de julio de 2015 también hubo recuerdos para las representaciones que se interpretaron a principios del siglo XX en la ermita de Los Pleitos. Rosario recordaba que, en aquella ocasión, le contaba su madre, Francisca Ochando Pardo, que había actuado como mora, encargándose del de la cristiana Felisa Moya García.

Acabada la sesión de recopilación de datos nos acompañó Vicente al lugar en donde se representaron los moros y cristianos en 1942. Después salimos al campo para acercarnos al leve promontorio, cercano a la aldea, en donde estuvo situada la casa y la ermita de Los Pleitos. Nos contaba Vicente que en esta casa de labor, además de la vivienda y la ermita, hubo una almazara, una bodega y una destilería. De todo aquello no queda hoy rastro, pero desde ese pequeño altozano se contempla el hermoso mar de viñas que ocupa hoy lo que en otras épocas fue la dehesa del Realame.

Texto de Las Monjas Texto de Campo Arcís
Padre yo no me retiro Padre yo no me retiro
de vuestra compañía de vuestra dulce compaña
que aunque tengo pocos bríos que aunque tengo pocos bríos
para ataques ni campañas para ataques ni campañas
seré el terror de los turcos seré el terror de los turcos
puesta en mi mano la espada. puesta en mi mano la espada
Ayudada, cual confío, Ayudada, cual confío,
de esa imagen soberana de esa imagen soberana
más moros he de matar más moros he de matar
que flores el campo esmalta, que flores el campo esmalta,
más que esconde el cielo estrellas más que esconde el cielo estrellas
y en mi mar arenas guarda y que arenas el mar guarda.

En la antigua era de Orencio Pérez (actual Plaza de Orencio Pérez) y la zona de la actual Cooperativa Vitivinícola se representaron en 1942 las últimas relaciones de moros y cristianos de Las Monjas.

Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro

lebrillo 32