VENTA DEL MORO EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA (1834-1890)

© Ignacio Latorre Zacarés

En la época del antiguo cólera asiático, comía uno con un amigo lleno de salud, y a la mañana siguiente veía pasar su entierro por delante de la ventana” Jack London.

El siglo XIX fue una centuria muy complicada debido, entre otros factores, a los conflictos bélicos (Guerra de la Independencia y tres guerras carlistas); bandazos políticos; grandes crisis económicas y los periódicos azotes del cólera que la comarca, y Requena principalmente, sufrieron con especial severidad. Analizaremos los datos que poseemos de Venta del Moro.

1. EL CÓLERA: ENFERMEDAD, EPIDEMIA Y AZOTE.

El cólera es una enfermedad endémica del área del Ganges (India) que inició su expansión europea en 1830. Desde entonces, se produjeron seis pandemias (1834, 1854- 1855, 1860, 1865, 1885 y 1890) que afectaron a España con diferente intensidad según regiones.

El cólera avanzó lenta, pero implacablemente. Tras expandirse desde la India en 1817, alcanzó Varsovia en febrero de 1831. A partir de entonces, el cólera se propagó velozmente por el continente europeo. En octubre de 1831 llegó a Inglaterra; en marzo de 1832 a Francia y en febrero de 1833 a Portugal. Las medidas aislacionistas que se impusieron (cordones sanitarios, cuarentenas y lazaretos) no lograron detener la invasión de la enfermedad en España. En febrero de 1833, el cólera ya había cruzado la frontera portuguesa por Vigo.

El pánico que provocó el cólera en la sociedad occidental fue la consecuencia de su rápida propagación, nulo remedio y terrorífico cuadro clínico. El bacilo se multiplicaba rápidamente en el aparato digestivo provocando síntomas brutales y espectaculares: diarreas y vómitos hasta la deshidratación. Su periodo de incubación era corto y el curso muy rápido. La espectacularidad de la muerte generó verdadero pavor.

Pero el cólera fue también una “enfermedad social”. Los coetáneos se dieron enseguida cuenta de la vinculación de la virulencia de la enfermedad con el bajo nivel de vida.

 

 

2. AGOSTO DE 1834: EL CÓLERA LLEGA A LA COMARCA.

En agosto de 1834 el cólera llegó por primera vez a la comarca, concretamente a Requena. No fue un hecho inesperado. A partir de 1832, el cólera se convirtió en el tema prioritario de la literatura científico-médica española. Fueron varias las comisiones médicas españolas que investigaron en los países europeos invadidos los orígenes, causas y posibles remedios de la enfermedad. El nivel de información sobre la enfermedad en España era muy similar a cualquier otro estado civilizado.

La comisión médica que elaboró las recomendaciones preventivas negaba la eficacia de las tradicionales medidas aislacionistas y cuarentenarias frente a la mayor importancia de las medidas de saneamiento e higiene pública: eliminación de los focos locales de insalubridad, alivio de la miseria en las clases populares, facilitación de los auxilios médicos o instrucción sanitaria de la población. Sin embargo, el grueso de la política sanitaria española se dirigió a evitar la introducción de las causas morbíficas por medios aislacionistas con escasos resultados.

Del cólera de 1834 en la comarca sólo hay noticias de Requena (1), una ciudad que sufrió gravemente seis epidemias de cólera. El 29 de agosto de 1834 se describió ya una Requena invadida por el cólera en la mayor parte de su vecindario y con una gran mortalidad. De este primer cólera no se poseen estadísticas oficiales, pero el médico Francisco Micó el 9 de septiembre de 1834 informó “que en la penalidad común acaecida por todo el mes de agosto pasado y permanente aún, en que enfermaron a la vez del cólera morbo más de seiscientas personas y enferman todavía en esta villa y sus arrabales”.

A falta de remedios médicos y en una sociedad que aún vinculaba los conceptos de pecado y enfermedad, se recurrió a la mediación divina de los santos locales a los que se les atribuía capacidad taumatúrgica. Así, en este primer cólera de 1834, las crónicas relatan las constantes procesiones de todos los santos y cofradías por las calles de Requena. En Utiel, el historiador Ballesteros dijo que no había llegado el cólera y del resto de la comarca no hay ningún dato. A nivel español se estiman 500.000 enfermos (Peset y Peset, 1972) y más de 100.000 fallecidos según P.H. Hauser.

3. LA GRAN SACUDIDA DE 1854 Y 1855

La epidemia de 1854-1855 está considerada como la de peores consecuencias a nivel español. El 15% de la población española fue afectada. Pérez Moreda señala 1855 como el único del siglo XIX del que se puede hablar de “crisis general de mortalidad”. La epidemia nuevamente entró en España por Vigo en noviembre de 1853, pero otro ramal penetró en Barcelona en julio de 1854 procedente de Marsella.

Toda la Meseta de Requena-Utiel fue gravemente afectada y disponemos ya datos del término de Venta del Moro (2).

La memoria médica del cólera de 1855 informó que de las 1.491 almas que poseía el término venturreño en ese año, 420 fueron invadidas por el cólera: 157 varones y 263 mujeres. De los invadidos murieron 151 y se salvaron 269. En total, fue invadida el 30% de la población y falleció el 10,6% en menos de dos meses. Estas cifras hacen comprensible el verdadero terror que debió invadir al pueblo.

Se advierte la alta mortalidad femenina (al igual que pasó en Utiel y con menor diferencia a nivel general), atribuible a la mayor exposición al contagio de las mujeres por las labores domésticas (atención a enfermos, lavado de ropa, manipulación de alimentos, etc.).

La invasión en Venta del Moro duró cincuenta y cinco días; del 24 de julio al 15 de septiembre de 1855. El periodo álgido se desarrolló desde el 28 de julio, con luna llena, al 15 de agosto y el de decrecimiento entre el 15 de agosto y el 15 de septiembre.

El activo secretario del Ayuntamiento de Venta del Moro, Juan José de Fez, remitió al gobernador provincial el estado sanitario que entonces era de veintitrés invadidos y siete fallecidos. El médico titular no podía hacer frente sólo ante la catástrofe sanitaria al que se sumaba el problema añadido de la población venturreña que estaba diseminada en aldeas y caseríos; así pues, se contrató a un médico del Gobierno Provincial, Saturnino Ferrando, por doscientos reales diarios. En el aire estaba el temor de que el médico se marchara por los muchos casos de cólera que se estaban dando en el caserío de Los Aldabones y otros puntos del término. Era un hecho cierto el peligro que tenían de morir los propios médicos, como así ocurrió en Requena, cuando a los escasos días de irrumpir el cólera murieron cinco facultativos y enfermaron otros dos, quedando sólo un médico hábil.

El 5 de agosto de 1855, Juan José de Fez en nombre de Venta del Moro, volvió a suplicar ayuda al gobernador de Valencia con las siguientes palabras: “Este vecindario se encontraba afligido y acosado por la invasión del cólera morbo que deja ya postergadas a la memoria más de la cuarta parte de los vecinos de esta población en víctimas suyas”. Para pagar al médico y otras necesidades perentorias se suplicaba se les destinase una cantidad del fondo de calamidades públicas, porque si no debía recurrir a una reparto o derrama entre vecinos. Apeló “en nombre de la humanidad” y decía que estaban “sin otros recursos que la abnegación y patriotismo de que se halla poseído el incansable secretario del Ayuntamiento”.

Dos días después, el 7 de agosto, Juan José de Fez volvió a reclamar ayuda al gobernador. Habló de una doble invasión y azote, de la falta de médicos y medicamentos y apeló al patriotismo y filantropía del gobernador “en obsequio de la humanidad doliente”. Las palabras denotaban el sentimiento de desolación y tragedia.

Por fin, el 25 de agosto, el Gobernador comunicó a la alcaldía de Venta del Moro que se había expedido la orden para entregar 2.000 reales destinados al socorro de los pobres enfermos invadidos. Los 2.000 reales formaban parte de los 100.000 consignados a toda la provincia de los que más de un tercio se destinaron a la comarca: 22.000 a Requena, 8.000 a Utiel, 2.000 a Sinarcas y 1.000 a Fuenterrobles. Señal inequívoca de que en nuestra zona el cólera fue especialmente severo.

Uno de los principales problemas para los ayuntamientos en tiempo de cólera era atender a los pobres que eran legión en estos tiempos. El cólera ha sido calificado como una “enfermedad social” debido a que afectaba sobre todo a las capas sociales más bajas (la “sociedad doliente” acuñada por Peset). No se puede hablar, por tanto, del poder igualitario de la muerte en el caso del cólera. La desnutrición, hacinamiento y carencia de educación higiénica de las clases sociales más pobres eran las causas de una mayor incidencia de la epidemia. Otro condicionante para que fueran más afectados los pobres es que ellos no podían huir como sí lo hacían las clases acomodadas. La huída era el medio más comprobado de salvar vidas, aunque aumentara los riesgos de propagación de la epidemia (Peset y Peset, 1972).

A los 2.000 reales entregados por el Gobernador se le unieron 341 reales cedidos por vecinos en beneficio de los pobres enfermos. La malnutrición era un problema grave que privaba de defensas ante la epidemia. En total, en el mes transcurrido entre el 15 de julio y 16 de septiembre de 1855 se gastaron 6.988 reales de vellón: 6.188 correspondieron a los honorarios del médico Saturnino Ferrando; 215 a las medicinas y el resto a comida comprada para los pobres, concretamente 130 papeletas de beneficencia de socorro a pobres de garbanzos, 134 de azúcar, 104 de arroz, 131 de carne y 22 de almendra. Entre ingresos y gastos hubo un déficit de 4.786,5 reales que se pagaron mediante una derrama vecinal en la que se excluyeron, lógicamente, a los pobres y también a los hortelanos del Cabriel. A 3,27 reales salió el gravamen por vecino.

En aquella época, la teoría miasmática y la contaminación aérea como explicación de la causa de la expansión del cólera tuvo muchos partidarios. Se asociaba la enfermedad a una alteración del ambiente. Creían en una especie de contaminación atmosférica o hídrica por pequeñas partículas o materias en descomposición que alteraban el equilibrio del organismo sano provocándole la enfermedad. Las medidas sanitarias iban dirigidas a la lucha contra estos miasmas invisibles.

Así, en Venta del Moro, en el cólera de 1855, el informe incidió en que habían predominado los vientos solano del este y el periodo álgido fue en luna llena. Se va más allá y se aportan datos como que se generó en una época de excesivo calor y fuerte calima que terminó en día y noche en densa niebla.

¿Qué remedios se administraron para atajar la enfermedad? La medicina microbiana estaba en sus inicios y aún no estaba claras las causas del cólera, ni su remedio. En Venta del Moro se adoptaron medidas de policía urbana y sanitaria interior y exterior; se establecieron controles de vigilancia alimentaria y de bebidas y se fumigaron con hierbas aromáticas habitaciones y calles, dentro de esa preocupación por limpiar la atmósfera de los miasmas. Se suministró alimento y medicinas a los pobres. Sólo se consignó como medicina efectiva de las distribuidas un revulsivo externo.

Las medidas que solían adoptarse primero eran aquellas que intentaban controlar la alarma que se creaba en la sociedad cada vez que se sospechaba de la presencia del cólera. Existía la creencia de que el propio terror era uno de los mejores aliados del cólera y, además, eran sabedores que el pavor se propagaba aún más rápido que la propia enfermedad. Así en Venta del Moro, la alarma se intentó minorar por las excitaciones de la autoridad, de personas filantrópicas y los consejos facultativos. En Requena en 1854 se ordenó (3) que no se tocaran las campanadas a muerto; que cuando se dispensara la extremaunción, el sacerdote no tocara las campanillas habituales para evitar causar impresión triste y perjudicial en los sanos y que los cadáveres fueran llevados directamente al cementerio de noche y cubiertos, depositados en la ermita y enterrados pasadas veinte y cuatro horas, cavando zanjas hondas en tierra y echándoles cal y agua al tiempo de ser sepultados.

Entre las medidas higienistas pos cólera en Venta del Moro se adoptaron las de la limpieza interior y exterior, corrección alimentaria, fumigaciones y blanqueos del interior de habitaciones.

La alcaldía de Venta del Moro informó de la muerte del párroco Santos Crespo por cólera fulminante habiendo cumplido su sagrado ministerio con loable exactitud y desplegados los más ardientes y fervorosos rasgos de caridad evangélica. La meritoria actitud del sacerdote venturreño no fue norma general entre el clero y el ayuntamiento de Requena fue muy duro con la actitud de la mayoría de eclesiásticos que se negaron a salir de casa para auxiliar enfermos, repartir limosna o dispensar la extremaunción.

En el resto de la comarca también la incidencia del cólera fue significativa.En Requena hubo dos sacudidas fuertes del cólera separadas por un intervalo largo de tranquilidad sanitaria. Entre 1854 y 1855, 788 muertos y un elevadísimo índice de mortalidad por habitante en torno al 8%, muy superior a la media nacional. El drama es fácilmente comprensible si se imagina una Requena con 120 fallecidos en sólo dos días: el 14 y 15 de julio de 1855. En Villargordo falleció el 7,1% de la población (42 personas) y el porcentaje de población invadida fue del 19,3%. En Utiel fueron 346 los fallecidos (5,3% de la población) y 1.500 invadidos (23% de la población). En Sinarcas fallecieron ochenta personas.

4. EL CÓLERA DE 1865

En 1859 y 1860 volvió a visitar el cólera España, aunque de una forma muy tenue y en la comarca apenas se consignaron casos. El cólera de 1865 sí que tuvo impacto en la comarca, pero no poseemos datos de Venta del Moro (4). Requena registró unas cifras elevadas, muy superiores al resto de la comarca y a las españolas, pues fue una epidemia considerada leve con 59.612 muertos en toda España (0’3% de la población, aunque Hauser eleva los fallecidos a 80.000 españoles). La comisión médica requenense fue consciente del hecho: “no dudarían en asegurar que en esta población sería doblemente más horrorosa la duración y mortandad que otra cualquiera”. En total, fueron 825 invadidos (370 varones y 455 hembras), de los cuales 460 fallecieron. La tasa de mortalidad por habitante fue de 3’80 % y la de mortalidad por invadido de 55’7%. Los invadidos de cólera fueron el 6’8 % de la población.

En el resto de la comarca, el alcance fue menor, excepto en Fuenterrobles donde fueron invadidos 87 habitantes (10’5% de la población) de los que fallecieron 31 (3’7% mortalidad/habitante). La mortalidad por invadido en hembras fue muy superior (46%) con respecto a varones (29%). En Utiel la epidemia tuvo mucho menor alcance que en Requena. Se registraron 89 invadidos (1,2% de la población) y 16 fallecidos (0,2% mortalidad/habitante). En Villargordo la epidemia casi no tuvo consecuencias: cuatro invadidos, de ellos dos fallecidos.

5. OTRO GRAN CÓLERA: 1885.

En 1885 España padeció una fuerte sacudida colérica con 338.685 invadidos y 119.620 fallecidos. La medicina científica basada en la investigación de laboratorio y en la microbiología había empezado a proporcionar resultados. El doctor Ferrán, discípulo de Pasteur, creó la vacuna sirviéndose de un cultivo atenuado del bacilo Koma. En medio de una gran polémica médica, realizó campañas de vacunación en la provincia de Valencia entre mayo y julio de 1885 con resultados muy positivos (5). Requena intentó sumarse a la campaña de vacunación del Dr. Ferrán y el 26 de junio de 1885 se le envió una carta con 122 firmas alabando su sistema profiláctico y solicitando que se inoculara a toda Requena (Bernabéu, 1982, p. 463-464). Pero, antes de poder extender su campaña de vacunación a Requena, el Dr. Ferrán había decidido retirarse enfadado por la Real Orden de 30 de julio de 1885 que obligaba a que sus experimentaciones fueran vigiladas por un delegado gubernativo. Así pues, la comarca de Requena sufrió nuevamente el cólera y en proporciones significativamente superiores a la media nacional (6), especialmente Utiel.

La información permite seguir el avance geográfico por la comarca día a día de la enfermedad que se fue extendiendo lentamente como una mancha de aceite, destacando que entre la aparición del cólera en el primer punto de la comarca el 16 de junio de 1885 en San Antonio y Roma a la aparición en los lugares poblados casi más alejados de la comarca (Villar de Olmos 22 de agosto y Jaraguas 26 de agosto) transcurrieron 72 días. Entre Requena y Utiel la aparición de los primeros casos estuvo separada por un periodo de 33 días. Se puede observar el avance siguiendo el curso del río Magro y su red de acequias o posteriormente por el Valle de la Albosa.

Cronología del avance del cólera en 1885

16 de junio, el cólera llegó a San Antonio y Requena; 19 de junio, Roma; 26 de junio, El Derramador; 30 de junio, Campo Arcís y El Pontón; 2 de julio, Hortunas; 10 julio, La Portera; 12 julio, Casa Lázaro; 18 de julio, Utiel; 21 de julio, Los Antones (VdM); 28 de julio, Venta del Moro; 31 de julio, Los Duques; 1 de agosto, Camporrobles; 3 de agosto, Pedriches; 4 de agosto, Las Monjas; 5 de agosto, Casas de Pradas; 7 de agosto, Casas de Cuadra; 12 de agosto, Los Isidros y Los Cojos; 19 de agosto, Los Ruices; 22 de agosto, Villar de Olmos y 26 de agosto, Jaraguas.

En Venta del Moro, según los datos del Registro Civil de Venta del Moro, fueron 56 los fallecidos (en torno al 2% de mortalidad por habitante) incluyendo algún caso de gastroenteritis sospechoso (serían 48 casos en el sentido restrictivo de certificados como tal muerte de cólera). La epidemia se inició en el caserío de Los Antones (Las Monjas) el 21 de julio con un fallecido. El 28 de julio falleció la primera persona en la propia Venta del Moro. A partir del 3 de agosto, la epidemia tomó fuerza dándose casos en Venta del Moro y Pedriches. El 4 de agosto llegó a Las Monjas y al día siguiente falleció el primer invadido en Casas de Pradas. En Jaraguas se retrasó hasta el 26 de agosto donde se dieron en los últimos días de la epidemia cuatro casos. No se registraron fallecidos en Casas del Rey, ni en Casas de Moya o en los caseríos del Cabriel (sólo uno en El Retorno de vómito intestinal). Los focos más importantes fueron Venta del Moro (treinta y seis fallecidos con especial incidencia en calle de la Plata, Plaza José María Castillo, la Picota y calles Victorio Montés y de la Fuente), Casas de Pradas (7), Las Monjas (5), Jaraguas (4) y Pedriches (3). Por sexos, la incidencia fue igual: veintiocho mujeres y veintiocho hombres. Dieciséis eran menores de doce años, gran parte de ellos de seis años o menos años.

El cólera en Requena fueron 593 los fallecidos durante los 86 días de epidemia y 806 invadidos con una elevadísima tasa de mortalidad por invadido de 73’5%. La tasa de mortalidad por habitante fue de 4’38%, muy superior a la española (1’82%).

Los datos recogidos por el Ministerio de la Gobernación para el resto de la comarca fueron los siguientes:

- Utiel: 800 invadidos y 441 fallecidos del 18 de julio al 31 de agosto. 5,38% de mortalidad por habitante y 55,12%.mortalidad por invadido.

- Camporrobles: 139 invadidos y 48 fallecidos del 1 de agosto al 18 de septiembre. 3,40% mortalidad por habitante y 34,53% mortalidad por invadido.

6. EL ÚLTIMO CÓLERA: 1890.

La última epidemia de cólera fue la de 1890, mucho menos agresiva que la de 1885, pues se estiman unos 4.000 fallecidos en toda España. El conocimiento del agente causante, la aparición de las primeras vacunas y la mejora de medidas sanitarias contribuyeron a luchar con mejores armas contra la propagación de la epidemia. Su epicentro fue Valencia. Una parte de los fallecimientos habidos corresponden a Requena que nuevamente fue perjudicada.

Los datos del registro civil describen una epidemia que se desarrolló entre el 15 de agosto y el 18 de septiembre de 1890 con 102 fallecidos de cólera: 33 adultos varones, 30 adultas, 19 niños menores de 10 años y 20 niñas. El 18 de septiembre de 1890 a las 2 de la mañana falleció el último colérico en la comarca: un varón de 48 años en el Batanejo (barrio de Requena).

El cólera había llegado a su final en Requena y en la comarca. En Venta del Moro no se registró ningún fallecido por cólera en 1890 según su registro civil.

Fuentes documentales

• ARCHIVO MUNICIPAL DE REQUENA. Libros de actas del pleno, correspondencia, registro civil de defunciones 1837-1870, libro de actas de la Junta de Sanidad.

• ARCHIVO DEL JUZGADO DE REQUENA. Registro Civil de defunciones años 1885 y 1990.

• ARCHIVO DE LA DIPUTACIÓN DE VALENCIA. Serie de Sanidad (D 2.2).

• ARCHIVO DEL JUZGADO DE PAZ DE VENTA DEL MORO. Registro Civil de Defunciones años 1885 y 1890.

Bibliografía

• Consúltese en: LATORRE ZACARÉS, Ignacio. “Requena en los tiempos del cólera: una sociedad frente a la enfermedad”. Oleana: Cuadernos de Cultura Comarcal, 2014, n. 28, p. 91-122 y en LATORRE ZACARÉS, Ignacio. “El cólera en Requena. Una sociedad frente a la enfermedad”. Cuadernos de Geografía, 2014, n. 95-96, p. 201-226.

 


1 Sobre la incidencia del cólera en Requena y la comarca se pueden leer más in extenso los artículos: LATORRE ZACARÉS, Ignacio. .El cólera en Requena. Una sociedad frente a la enfermedad.. Cuadernos de Geografía, 2014, n. 95-96, p. 201-226 y LATORRE ZACARÉS, Ignacio. .Requena en los tiempos del cólera: una sociedad frente a la enfermedad.. Oleana: Cuadernos de Cultura Comarcal, 2014, n. 28, p. 91-122.

2 Archivo de la Diputación Provincial de Valencia d.2.2. Caja 47 y 50.

3 Acta del pleno de 3 de octubre de 1854, ARM, sign. 2778.

4 En la caja pertinente del Archivo de la Diputación de Valencia no pudimos localizar estos datos, aunque sí del resto de la comarca. Caja 107, serie de Sanidad, D 2.2.

5 Archivo de la Diputación de Valencia, Estadísticas de la inoculación preventiva del cólera. 1º serie. 1885, Valencia. Folleto W 29, nº 21.

6 Para 1885 nos basaremos principalmente en los datos ofrecidos por el Ministerio de Gobernación en el "Resumen general de las invasiones y defunciones por causa de cólera ocurridas en España durante el año de 1885”. Los cruzamos con los datos del registro civil de 1885 del Archivo del Juzgado de Requena y el Archivo del Juzgado de Paz de Venta del Moro.

 

Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro

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