LAS GUERRAS CARLISTAS Y SU REPERCUSIÓN EN VENTA DEL MORO
Autor: Feliciano Antonio Yeves Descalzo

Las guerras carlistas enfrentaron en su primera fase (1833-39) a los isabelinos (partidarios del ascenso al poder de Isabel II, hija de Fernando VII) y a los carlistas (partidarios del infante D. Carlos, hermano de Fernando VII). El autor repasa los principales hechos que tuvieron lugar en la comarca, centrándose especialmente en Venta del Moro y sus aldeas, partidarios de Isabel II.

Digamos, para los legos en Historia, que las guerras entre isabelinos y carlistas (que fueron tres) tuvieron su origen a raíz de la muerte de Fernando VII, en que su hermano Carlos (de aquí la denominación de carlismo y carlistas) pretendió sucederle en el trono de España, en perjuicio de la hija del rey, Isabel (por entonces niña de corta edad), después Isabel II, que estaba bajo la regencia de su madre María Cristina de Borbón. Hay que decir que Fernando VII se había casado con su prima hermana María Cristina cuando ya tenía 45 años y en cuartas nupcias, sin haber tenido descendencia con sus tres anteriores esposas. Tuvo con María Cristina dos hijas, Isabel en 1830, y Luisa Fernanda en 1832. Es decir, su sucesora habría de ser la pequeña Isabel II (de donde sus partidarios serían los isabelinos).
Las pretensiones del hermano de Fernando V!I, Carlos, a la corona, se basaban en una ley promulgada por Felipe V en 1717 en que se excluía a las hembras de la sucesión al trono (Ley Sálica), pero Fernando VII la derogó en marzo de 1830 por influencia de María Cristina, y aún antes de nacer la niña Isabel, que vino al mundo el 10 de octubre de aquel año 1830.
El infante Don Carlos siempre sostuvo su derecho creyéndolo legítimo, y arrastró a sus numerosos partidarios a una guerra civil. Los liberales españoles vieron en la misma Cristina su amparo y refugio contra las maniobras de los partidarios carlistas, y se agruparon exaltando a la pequeña Isabel, una vez muerto Fernando en septiembre de 1833, convirtiéndose en sus defensores a ultranza. Así se originó la primera guerra carlista (Guerra de los Siete Años 1833-1839). Hay que decir y resaltar que, salvo contadas excepciones, el vecindario de nuestra comarca y mayoritariamente toda España se sumó desde un principio a la causa de Isabel II, cerrando sus puertas a los partidarios de don Carlos de Borbón. Sin embargo, el País Vasco, gran parte de Navarra, del norte de Castilla, de Aragón y de Valencia, se inclinaron por el carlismo.
Hecha esta pequeña digresión sobre las causas de las guerras carlistas, nos centraremos en lo que supuso para nuestra comarca, y en especial para nuestro pueblo Venta del Moro, donde, como se ha dicho antes se estaba casi completamente inclinados a la defensa de la Reina niña Isabel II, ya proclamada a los 3 años de edad.

INCIDENCIAS EN NUESTRA COMARCA
-Ya en noviembre de 1833 don Bartolomé Rausell pretendía levantar en Utiel una partida carlista, impidiéndolo el teniente coronel don José Casero. Fue entonces cuando don Ramón del Pino "director del Presidio de la Real Carretera de las Cabrillas" temiendo por los 500 presos que estaban bajo su custodia, pidió ayuda a Requena, quien formando tres compañías entre voluntarios y la milicia urbana, lograron ahuyentar a Rausell en Utiel y a Roger en Siete Aguas con sus correspondientes partidas.
- En 1834, las facciones que recorrían nuestra comarca eran cada vez más numerosas. Los más calificados defensores del carlismo eran don José de Medrano, el canónigo Isidoro de Salazar, refugiado en los Corrales de Utiel, y "retenido" luego en el castillo de Requena por el capitán de urbanos de Utiel don Miguel Sáez "E1 Gitano"; don Antonio Ruiz Perejil, y el fraile franciscano exclaustrado don Francisco Guillén, que se instaló en Fuenterrobles y, con José Antonio López y otros, formó una partida carlista.
No olvidemos que en estos avatares, Venta del Moro, todavía era aldea de Requena, y aunque partidario nuestro pueblo de la Reina, también los carlistas tenían su influencia, llevados algunos elementos por los cabecillas de Utiel, Requena, y los antedichos furibundos partidarios de don Carlos.
- Así las cosas, entraba en Utiel el célebre general carlista don Ramón Cabrera (el llamado "Tigre del Maestrazgo") con 1.200 hombres, alistándose allí bastantes jóvenes utielanos. Esto sucedió el 17 de septiembre de 1835; y al día siguiente fue Cabrera hacia Requena seguro de atraer a la población a su causa, y calculando el tiempo que podrían tardar en llegar socorros a esta villa requenense, quiso aventurar un ataque violento. Pero el coronel don José Ruiz de Albornoz, jefe que era del Cantón Militar, se aprestó a la defensa llamando a los ciudadanos a ello, contando con unos 150 fusiles y muchas escopetas. Los comandantes carlistas de Cabrera, Quílez y Cubells, que atacaban por Las Peñas y el Portal de Reinas, fueron rechazados, pues mientras los hombres defendían el terreno palmo a palmo, las mujeres y los muchachos abrían zanjas y formaban barricadas. Tras nuevos forcejeos del sitiador, las torrecillas, ventanas y tejados estaban llenos de luchadores voluntarios y gentes que abrieron fuego vivísimo, forzando la retirada de los atacantes hacia la Loma de San Francisco, ya fuera de la población. Ya había habido 60 bajas de la facción, y se habían apoderado los requenenses de tres carros de víveres. De Requena sólo cayó un voluntario (Fausto Gimilio) y resultaron algunos heridos.
Al anochecer de aquel mismo día, el jefecillo carlista Domingo Forcadell envió al coronel Albornoz un comunicado exigiendo la inmediata rendición de la plaza..., pero enterados los carlistas de Cabrera de que se aproximaban nutridas huestes de milicias urbanas desde Turís, Buñol, Chiva, Cofrentes, Jalance y Utiel, organizaron su retirada. Cabrera marchó a Chelva, sin detenerse en Chera, donde el cura arrogante y ferviente isabelino, don Manuel Fernández le retaba gallardamente como si tratase de hacerle caer en una emboscada, ya que las columnas de Amor, González, Antonio Buil y el general Albuerne amenazaban su retirada.
- Ya en el año 1836, la facción de Miguel Sancho( el Fraile de la Esperanza) atacaba impunemente Venta del Moro, Caudete, Fuenterrobles y Villargordo, sin que la columna isabelina de Warleta pudiera evitarlo (marzo de 1836). E1 mismo cabecilla siguió requisando acémilas y burlando columnas isabelinas, mientras que otros comandantes de la facción, Quílez, Morán y el canónigo Perciba proyectaban desde Utiel otra acción sobre Requena, siendo alejados por el general Palarea.
Aquel verano se constituyó la Junta de Gobierno y Defensa de Requena, estableciendo correos diarios con los pueblos y aldeas. Hay que decir que por entonces Chelva era el centro y sede de los carlistas y Utiel estaba casi por entero a su merced. De tal manera que las milicias urbanas de Utiel tuvieron, en ocasiones, que refugiarse en Requena, perseguidos por las facciones de Cayetano, Quílez, el arcipreste de Moya don José Millán y otras.
-Merece citarse que en aquellas fechas (agosto de 1836) las hasta entonces aldeas de Requena, Caudete de las Fuentes, Fuenterrobles y Venta del Moro, alcanzaron su independencia y se constituyeron en villazgo. Pero este feliz circunstancia para los nuevos pueblos no impidieron sus continuos saqueos y extorsiones, ya que siguieron afectos a la causa isabelina y dependientes en lo militar del Cantón de Requena, al que casi diariamente enviaban sus partes, como igualmente lo hacían Utiel, Villargordo y Camporrobles. Y tanto en la embestida carlista contra Requena realizada por Cabrera el año anterior, como en la que en septiembre de 1836 hizo el general Gómez, en compañía otra vez de Cabrera, los voluntarios de los recién creados municipios dieron su talla de valor, ayuda y compañerismo con generosidad. Al fin y al cabo toda la comarca se hermanó en aquellas negras circunstancias, como lo había hecho contra el francés de 1808, porque bebían de las mismas raíces.

SIGUEN LAS INCIDENCIAS. LA EXPEDICIÓN DEL GENERAL GÓMEZ

Situándonos en el mes de septiembre de 1836, el día 7 llegó a Utiel, procedente de Chelva, y que ya llevaba gran parte de recorrido con su famosa expedición por media España, el general carlista Gómez, (don Miguel Gómez) quien apremió a los jefes de las facciones que operaban desde el Maestrazgo hasta Murcia para que se le unieran rápidamente. Allí se le unieron en pocos días Quílez, Miralles, Cabrera, Arnau, Arévalo, Cala, Millán, Font, Sancho y Durán, aportando entre todos unos 8.000 hombres.
El día 11 había llegado Cabrera a Utiel, abogando por una inmediata acción contra Requena, acción que había fracasado el año anterior. Gómez trató de oponerse ; pero terció el arcipreste de Moya, don José Millán, y se convino una "excursión" a Requena, seguros de rendirla con sólo exhibirse las tropas. Incluso se prepararon 50 acémilas para el botín y gran cantidad de picos para demoler las defensas (según relata Pirala).
El día 13 de septiembre marcharon hacia Requena, donde ya se les esperaba, sin distinción de edad, sexo o clases, impávidos todos sus habitantes ante el torrente de boinas rojas que cubría el camino, mientras las campanas de la torre del Salvador ("las campanas salvadoras") alarmaban la campiña. A las dos de la tarde, los batallones carlistas acampados en lo que hoy es lugar de la plaza de toros y cercanías, se desparramaron por los arrabales, cortando las aguas, arrasando casas aisladas y tanteando las líneas defensivas, siendo rechazados desde el cerrito de Isabel II, en Las Peñas, y desde San Francisco en la Loma, que era un fortín defendido por el abogado Cañete con su compañía de voluntarios. E1 general carlista se decidió al fin, atacando por la puerta de Alcalá, Cantarranas y el camino de Valencia, empleando ya su artillería; pero el teniente don Enrique Zanón, desde la cuesta del Cristo, defendida por los nacionales de Utiel y algunos de Venta del Moro, logró desmontar con su cañón una pieza enemiga. Mientras los jinetes de Fernández Albarruiz iban de un lado a otro transmitiendo las observaciones que desde la torre del Salvador hacían varios sacerdotes, mientras las mujeres "servían aguardiente a los hombres y arrastraban la escasa artillería desde unos lugares a otros" estratégicamente.
Viendo Gómez la decisión de los defensores, recurrió a un pobre hombre llamado Juan Pardo (Manzana) para que entregase al coronel Ruiz de Albornoz un comunicado conminándole a la rendición, a lo que Albornoz contestó verbalmente "manifestando la resolución de enterrarse bajo las ruinas de la Patria antes que rendirse".
Fracasadas estas gestiones, los carlistas movilizaron nuevos grupos de combatientes, pero, convencidos de la esterilidad de sus propósitos, tomaron el camino de Utiel cuando ya anochecía, entre el alborozo indescriptible de los requenenses que "ganaron para su pueblo el título de Ciudad" y "la gallarda actitud del vecindario absorbió la atención de los periódicos de la época, y Madrid, la capital de España, honró este suceso dedicando una calle a Requena" que todavía ostenta su nombre, frente por frente al Palacio Real.
Los generales Gómez y Cabrera, disgustados entre sí por la forma ridícula en que había quedado la acción, siguieron su famosa expedición al día siguiente, 14 de septiembre, y dos días después, los carlistas que quedaron en Utiel abandonaron el pueblo ante la proximidad de los generales isabelinos Alaix y San Miguel.
E1 día 14 pernoctó la expedición de Gómez y Cabrera en el Renegado, el día 15 pasaron por Venta del Moro, Casas de Moya, Los Cárceles y llegaron a Casas Ibáñez en una larga y penosa marcha. Ni que decir tiene que estas tierras y gentes nuestras hubieron de suministrar a la columna carlista (unos 3.000 hombres), alimentos, paja, cebada, alpargatas y algunas caballerías o acémilas de carga.
- En los últimos meses de 1836 y primeros de 1837 las partidas de José Domingo Arnau y de Luis Casadevall (Llangostera) tenían a las aldeas y pueblos comarcanos indefensos a su merced, entre ellos Venta del Moro y sus actuales aldeas y caseríos. A mediados de febrero las poderosas facciones de Forcadell y Llangostera cercaban de nuevo a Requena, mientras Cabrera destrozaba una columna mandada por el coronel Crehuet cerca de Siete Aguas.
Ante el cariz bélico y político que tomaban los acontecimientos fueron expulsados de Requena don José de Medrano; los sacerdotes don Juan Antonio Moral, don Lorenzo Justo y don Santos Crespo (este último fue después párroco. de Venta del Moro desde 1839 a 1855), y otros incondicionales de la causa de don Carlos.
E1 14 de marzo de 1837, un grupo armado de utielanos y requenenses apresó cerca de Sinarcas a 38 carlistas que conducían varios carros de víveres, y dos días después aún insistían Cabrera, Forcadell y Sancho (el Fraile) preparando desde Utiel un nuevo ataque contra Requena, que también fracasó. Era el día 19 de marzo, y en esta luctuosa acción murieron nueve milicianos patriotas requenenses acorralados cerca de la Fuente de Reinas. Y es que Cabrera tenía por entonces establecido su cuartel en Utiel. E1 cerco se acentuó el 25 de marzo. Pero cuando los jefes isabelinos se convencieron de los empeños carlistas sobre Requena, Cabrera, inopinadamente se marchó con sus huestes a la huerta valenciana. Tampoco los isabelinos lograron detener o impedir el paso de Forcadell que venía desde tierras murcianas con enorme botín hacia Utiel : el audaz guerrillero carlista, tras burlar al brigadier Hidalgo, llegó a Los Pedrones y, en medio de una lluvia torrencial, por caminos intrincados, apareció en Siete Aguas.
También fueron frecuentes las incursiones de Tallada desde la serranía conquense, sorprendiendo en Garaballa a doce nacionales requenenses que fueron fusilados sin piedad cerca de Cañete.
- El día 2 de julio era proclamada la nueva Constitución, realizándose en todas las parroquias el correspondiente juramento. Mientras tanto, Sancho, Tallada y Peinado burlaban la persecución de Buil y de Borso, cometiendo muchos desmanes "desarmaron y apalearon a los nacionales de Venta del Moro" y establecieron una especie de portazgo en las atalayas de Contreras, no dejando en paz durante aquel verano a la industriosa arriería.

ALGUNAS PARTICULARIDADES DE LA GUERRA EN VENTA DEL MORO.

E1 sistema constitucionalista surgido al proclamarse la Constitución de la Monarquía el 15 de agosto de 1837, sedimentó nuestros afanes y nos equiparó al resto de los pueblos comarcanos con el título de Villa, y después "Leal Villa de Venta del Moro" conseguidos un año antes por el decidido apoyo venturreño a la causa isabelina y por los sufrimientos padecidos en las continuas pasadas y crueles exacciones exigidas por los carlistas, que, si bien, pretendían justificarse por sus principios, pronto cayó en la abyección y falta de escrúpulos de muchos de sus cabecillas y seguidores.
Por varios años rigió los destinos venturreños como Alcalde el patriota Francisco Trujillo, cuyo Ayuntamiento, casi recién creado, quiso poner orden a costa de muchos sacrificios, y a veces. fustigando y exonerando a algunos vecinos adictos a las ideas carlistas, que, equivocados o no, seguían fieles a su ideal de Dios, Patria y Rey. Uno de los apoyos del alcalde Trujillo era Ramón Yebes, especie de comandante de la Milicia Nacional creada para defensa del pueblo, y encuadrada en los batallones de Requena (Ver "El Lebrillo Cultural", nº 10).
E1 estado de guerra continua en la comarca estaba de manifiesto, y en tales circunstancias Venta del Moro hubo de ayudar con raciones y tropas al ejército isabelino. Así consta que en julio de 1837 se efectuó un reparto entre varios pueblos para el sostenimiento de la columna de operaciones de Castilla la Nueva, correspondiendo suministrar por Venta del Moro, que tenia unos 350 vecinos entre pueblo y aldeas, 80 raciones diarias de pan, 21 de carne de 12 onzas, 21 de vino, 7 de cebada de dos celemines y 7 raciones de paja, y que debían remitirse a Utiel cada ocho días, y por adelantado.
También en agosto de 1837 se publicó en nuestro pueblo el bando de declaración del estado de sitio, proclamado por la Capitanía General de Castilla la Nueva. Firmaron el bando y acusaron recibo el alcalde Francisco Trujillo, el comandante Ramón Yebes y el secretario Antonio Martínez.
En noviembre del mismo año 1937, nuestros regidores anteriormente citados se dirigen por escrito al cantón militar de Requena, solicitando, al menos, cincuenta paquetes de cartuchos para municionar a los milicianos nacionales del pueblo, pues debido a las continuas salidas contra los carlistas se acusaba falta de municiones. Para influir más sobre el suministro pedido, en el citado oficio se invocaron algunas razones de peso, tales como : "mayormente habiendo pasado tan repetidas veces a esta ciudad en su auxilio, y estando sumamente persuadidos de que los servicios prestados a la misma exige recíproca correspondencia...", con lo que se consiguió el suministro de municiones solicitados.
El año 1838 fue nefasto y calamitoso para Venta del Moro, debido a la lucha civil que continuaba, así como para toda la comarca. La guerra estaba en su punto álgido y el movimiento de tropas y partidas saqueaba la pobre y ya esquilmada riqueza agropecuaria de que se nutría la población, y los desmanes contra la vida y la seguridad del pueblo y aldeas estaban a la orden del día.
Bien se puso a prueba la recientemente conquista municipalidad venturreña, pues las facciones de Peinado, Vizcarro y El Puli (éste último de Utiel) entraban y salían a su albedrío, exigiendo raciones, amenazando de muerte a los vecinos pudientes y cometiendo toda clase de fechorías.
Parece ser que los más amenazados eran los alcaldes constitucionales y su concejales y funcionarios, los cuales, para salvar la vida, huían al menor atisbo de proximidad o acercamiento de las partidas carlistas. Prueba de ello es que estando obligados por la comandancia militar de Requena a dar parte de cualquier contingencia, los oficios y comunicaciones o partes que se envían durante todo el año 1838, son firmados por diferentes o distintas personas y en muy diversas y angustiosas circunstancias :
n El 16 de febrero de 1838, el secretario Antonio Martínez, que hacía oficio de alcalde, comunicó la presencia e "EL Puli" y su pernocta en el pueblo, marchando al día siguiente sin consecuencias.
n El día siguiente, 17 de febrero, hay otro parte, firmado esta vez por Pedro Navarro, en el que se dice que la facción de peinado se dirige desde Tamayo a Villargordo para unirse a la partida de "El Puli" (llevaba Peinado 200 soldados de a caballo).
n El 18 de febrero hay otro parte firmado esta vez por Francisco Clemente, manifestando que la noche anterior durmieron en Venta del Moro más de 70 carlistas y recogieron escopetas y algunos fusiles de la milicia nacional, habiéndoseles agregado cuatro vecinos simpatizantes de este pueblo. El mismo día y desde Villargordo se comunica a Requena un movimiento carlista hacia la Fuenseca y otros caseríos del Cabriel.
n El 22 de febrero fue sorprendida la facción en la Fuenseca por tropas isabelinas que iban en su persecución, haciéndoles huir hacia Mira y la Fuencaliente.
n El 26 de este mismo mes, el alcalde de Villargordo comunica que no tiene más remedio que enviar su partes por la ruta de la Venta del Moro, ya que habiéndolo hecho por Fuenterrobles han sido interceptados por los carlistas ; pero ruega se oficie a la justicia de Venta del Moro para que no se ponga impedimento alguno ya que se han negado en alguna ocasión a darles curso, aun siendo partes urgentes.
Continuará


LAS GUERRAS CARLISTAS Y

SU REPERCUSIÓN EN VENTA DEL MORO II


Feliciano Antonio Yeves Descalzo


En esta segunda parte del artículo, se repasan los hechos que acaecieron en el final de la 1ª Guerra Carlista (1833-1839) en Venta del Moro y comarca que enfrentaba a los isabelinos (partidarios de la reina Isabel II, hija de Fernando VII) y carlistas (partidarios del Infante D. Carlos, hermano de Fernando VII). El abrazo de Vergara (1839) acabó con la 1ª Guerra Carlista, pero se siguieron produciendo enfrentamientos y guerras (la última fue de 1.872 a 1.875). La comarca era isabelina y tuvo que soportar muchas incursiones carlistas lideradas por Cabrera, El Pimentero, Crisanto, El Puli, Santés, Cucala y en la que también participaron venturreños como el "tío Pelfa" y "Telén". El abrazo de Vergara, la quema del archivo venturreño, los partes-oficios de nuestro ayuntamiento, las epidemias de cólera y la última derrota carlista en Contreras son algunos de los hechos relatados.

Prosigue la relación de hechos acaecidos en Venta del Moro durante la 1ª Guerra Carlista (1833-1839)
- E1 día 1º de marzo de 1838 comunica Francisco Clemente a Requena que el cabecilla Peinado ha escrito un oficio a Venta del Moro, desde La Yesa, "por el que previene a la Justicia, Ayuntamiento, Cura Párroco y pudientes, que dentro de 48 horas presenten en el pueblo de Aras de Alpuente un cahíz de trigo, otro de cebada y veinte reses o un toro, bajo multa de mil reales por cada arroba que falte, y que exigirá a los antedichos". E1 bueno y asustado Clemente pide y solicita de Requena el oportuno consejo y las órdenes pertinentes sobre la gravedad de las amenazas.
-E1 5 de marzo, Pedro Navarro comunica que la facción de Vizcarro ha entrado en Mira, Fuenterrobles y Villargordo, llevándose raciones y algunas personas, temiendo entre en la Venta del Moro y suceda igual.
- E1 día 8 del mismo mes, el citado Navarro da parte de que en Mira hay 200 carlistas; y que una partida suelta le ha quitado al vecino Francisco Garrido, de los Aldabones, dos mulas, llevándoselas con ellos a Mira. Igualmente informa de que se le ha presentado un desertor de la facción de E1 Puli, llamado Juan José Huerta, y que lo envía a Requena para que se presente en la Comandancia.
-E1 día 13 de marzo comunica Francisco Clemente que en Los Aldabones un facineroso ha robado a un vecino de Villargordo 4 reales; y que ha abierto y se ha enterado del contenido del parte que Villargordo remitía por conducto de ese vecino, por lo que sale con hombres de Venta del Moro en persecución del forajido o faccioso.
- E1 13 de abri1 de 1.838, se comunica que un sujeto de la Ribera del Cabriel se encontró seis hombres armados en el Cerro de las Cruces los cuales le ordenaron se presentase en las Casas de Moya y dijese a sus vecinos que les enviasen pan, vino, aceite y una sartén, y que de no verificarlo incendiarían la aldea citada; extremos que no cumplió, presentándose en Venta del Moro para dar parte de lo sucedido; advierte en este oficio, el comunicante Pedro Martínez, que no tienen en el pueblo armamento para salir en persecución de dichos hombres. Se ignora lo que sucedió después.
-E1 8 de junio de 1.838, Miguel Aba remitió desde Venta del Moro un parte a Requena, diciendo que dos hombres armados salieron en el paraje de La Noria ante el vecino Juan Alonso Navarro, al que encargaron avisase a Alejandro Guaita de Casas del Rey para que les enviase a la Hoya del Botear dos panes o tortas con tajadas y 40 reales, añadiendo que no lo tomase a burlas. El alcalde reunió a varios vecinos voluntarios para perseguir a estos dos desalmados. Se ignora el resultado de dicha expedición.
-El mes de agosto de 1838 una partida isabelina del Regimiento Provincial de Córdoba, de guarnición en Requena, apresó a Juan Navas, vecino de Villamalea, quien guió y socorrió a una partida carlista en La Terrera, río Cabriel, les llevó comida durante su ocultación en la Derrubiada y los guió por la Bullana hasta Los Marcos y Utiel. Por cierto que el Juan Navas compró cigarros para los carlistas en el estanco de Casas de Pradas y pretendió pasar una dobla de 40 reales como si fuera de 80, cosa que el estanquero no toleró.
-Seguramente dos hombres huidos de la facción, que merodeaban por la Fuente de la Oliva, robaron al Cura de Venta del Moro, don Francisco Rubio y a un criado suyo en dicho paraje, sin que pudieran reconocerlo. Ello ocurrió a las once de la noche del día 30 de junio de 1838. E1 alcalde comunicó el hecho a la Comandancia Militar al día siguiente y salió también en búsqueda y persecución de los malhechores. En esta ocasión el parte lo firmaba Miguel Pérez.
-Por otra parte, firmado esta vez por José Fernández, se comunica haberse personado en las casas llamadas de la Ventilla, en donde tuvo noticias que se hallaba Casimiro Navarro, un carlista que desertó de la facción, precisamente en casa de su padre. Lejos de huir, se presentó voluntariamente al alcalde, quien lo envió a Requena. Esto sucedió el 11 de julio de aquel azaroso año 1838.
- El mismo comunicante anterior, procedió el 25 de julio a la detención del mozo Manuel Martínez Solaz, al que se creía desertor del ejército isabelino, pero que resultó estar comprendido en la rebaja de quintos hecha por el Gobierno en el último reclutamiento.
Y cuando no por causa de guerra, las desdichas se sucedían en aquel 1838 por otras razones y azares.
En la aldea de Las Monjas, el 30 de julio, se disparó fortuitamente una escopeta que llevaba en el carro el vecino Francisco Pardo, hiriendo al soldado Gabriel Salinas del Regimiento de Infantería Mallorca nº 13, que estaba entonces en Requena. La herida fue grave pues le destrozó el brazo izquierdo. Quedó la cosa como accidente casual y aunque actuó la Justicia, se sobreseyó el asunto.
Parece ser que aunque en guerra abierta contra el carlismo, no se perdonaron a Venta del Moro ni a los pueblos del partido las contribuciones, pues exigiendo su cobro la Comandancia Militar, se contestó un oficio de 3 de septiembre, manifestando la imposibilidad de recaudar los 8.000 reales que le correspondieron a Venta del Moro, a pesar de las activas gestiones que la alcaldía realizó para ello.
Y no sólo el estado militar, sino que la Iglesia tampoco perdonaba el cobro de diezmos y tercias, puesto que hay un aviso de Requena dirigido a los alcaldes de Villargordo, Fuenterrobles y Venta del Moro, como anejos a las iglesias de Requena, comunicando haber nombrado recaudador del Tercero Decimal a don Joaquín Ferrer de Plegamáns, a quien debería ayudarse en sus cobros.
- La guerra civil seguía, aunque en principio se creyó que la facción carlista había abandonado la comarca. Pero en la noche del 25 de noviembre ocurrieron sucesos lamentables. El alcalde de Venta del Moro, a la una de la madrugada envió un parte-oficio a Requena, urgente, que decía: "Sr. Comandante del Cantón: Siendo sobre las ocho de la noche estando en mi casa acostado, llamó Sebastián Herrero, vecino de este Pueblo, y levantándome y abriendo la puerta se presentaron ocho facciosos, y preguntando si era el Alcalde me dieron un oficio, y diciéndole al Sargento Comandante que no sabía leer, me lo leyó el mismo, cuyo contenido era el siguiente: Ochenta raciones, sesenta camisas y doce mil reales, y que de no presentar dichos pedidos, le presentase los mayores contribuyentes, y sujetos, que se han llevado siete y el Escribano que se llevaban, se les ha escapado, y han vuelto y le han robado y estropeado la casa, y me han dejado para que hoy mismo les remita el pedido y de no hacerlo, que vuelven y me degüellan a mi y a la familia, como también al Cura, y personas que se han llevado. Hoy nos personamos en esa el Cura y yo. Dios guarde a V. muchos años. Señal de la cruz del Alcalde" (no sabía firmar).
(No hemos podido averiguar en que quedó la cuestión. Suponemos que no hubo represalias, ya que no hay documento alguno que diga lo que ocurrió después).
Durante los años 1839 y 1840 ( hasta el abrazo de Vergara entre Espartero y Maroto que puso fin a la primera guerra carlista o de los Siete Años) aún ocurrieron cosas lamentables en nuestra comarca pero ya con menos virulencia. Pulularon algunas partidas y facciones, entre ellas la del famoso utielano Timoteo Andrés "el Pimentero" quien tenía en Villar de Olmos el refugio de su Partida, y por el que se llegaron a ofrecer 8.000 reales por su captura o muerte. Otros, como Crisanto, Palillos, Llangostera, Potaje y Peinado, fueron alejados por las tropas del general isabelino Aspiroz.
E1 24 de abril de 1839 se dijo que "el Pimentero" había acabado con el ganado que quedaba en Casas del Río. Libró combates con los nacionales que capitaneaba también el utielano don Miguel de Córdova, y fueron apresados los familiares que el dicho Pimentero tenía en Utiel y en Requena. Sus gentes dieron muerte a tres labradores requenenses, en lo que hoy se conoce como la Cruz del Gallo (que recordó por muchos años aquellas alevosas muertes). E1 agreste y agresivo Pimentero siguió sus fechorías desvalijando a varios carreteros, saqueó Camporrobles y Siete Aguas, transportó a las eras de Utiel numerosos carros cargados con sólo las espigas de las mieses, y cuando se disponía a trillarlas, tuvo que huir perseguido por las tropas de Iriarte.
Es decir, la guerra había derivado hacia el robo, el cautiverio de personas honradas e inermes, el exterminio y el desastre económico. En las afueras de Camporrobles fueron muertos por los carlistas catorce milicianos requenenses como represalia a una orden que había promulgado el general Espartero.
En este horrible casi final de la contienda, merecen recordarse los descalabros carlistas en Contreras y Los Sardineros (pedanía cercana a Los Isidros). Sobrevino luego el fusilamiento en Valencia del cabecilla Arnau, el fusilamiento en Campo Arcís de siete latrofacciosos, la muerte de José Andrés (hermano del Pimentero) en Fuencaliente. El mismo Arnau había arrasado la iglesia y la posada de Talayuelas, la iglesia y una manzana de casas en Caudete. E1 célebre Crisanto fue fusilado junto a Utiel, y acaecieron otros sucesos lamentables. La última página de esta guerra la escribió el brigadier Beccar en el Collado de Alpuente, derrotando y apresando a una partida carlista. Era el 6 de agosto de 1840.
Como curiosidad , por cierto también muy necrológica, de aquellos tiempos (siete años de guerra) diremos que una de les primeras invasiones del cólera en nuestra comarca fue en el año 1834, en cuyo verano causó en Requena, sus aldeas y algunos pueblos, la mortandad de hasta una séptima parte de la población, mejor dicho, del vecindario. Y, para que se nos olvide este terrible problema del cólera, en nuestro pueblo y aldeas, como en casi toda la comarca, diremos que hubo después otras invasiones: en 1855 causando más de mil muertos en la comarca ; la de 1865 que también fue muy virulenta o la del verano de 1854 que fue más benigna. Pero la última, la de 1885, solamente en Venta del Moro y aldeas ocasionó 77 defunciones.
E1 Abrazo de Vergara acabó con la 1ª guerra carlista (31 agosto l839) y el pretendiente Carlos pasó a Francia con su familia, e igualmente huyó a Inglaterra Cabrera después de haber pasado a Francia más de 10.000 de sus soldados y partidarios. Ya en Francia, Carlos abdicó en su hijo Carlos Luis de Borbón, más conocido como Conde de Montemolín, en mayo de 1845. Ya había sido proclamada Reina Isabel II a los 13 años, solemnizándose su jura el 1º de diciembre de 1843 en todos los pueblos.
E1 conde de Montemolín planeó una nueva campaña, la llamada 2ª Guerra Carlista en 1848-1849. Tristany en Cataluña y otros cabecillas por Aragón, Castilla, Navarra y Guipúzcoa, tuvieron algunos éxitos, ayudados por la vuelta de Cabrera, pero el general Concha actuó con eficacia y apresó al conde de Montemolín, y se vieron nuevamente forzados Cabrera y Tristany a cruzar la frontera, acabando aquel conato Pero en el transcurso de este tiempo, por nuestras sierras, los que no se acogieron al indulto de Vergara, continuaron su guerrilla particular. Así pues, durante 1846 y 1847 inquietaron la comarca las partidas carlistas de Juan Belenguer "el Santero", Santés y el célebre facineroso utielano "E1 Pimentero". Dos años después, el Pimentero era fusilado en Burgos y al conocerse la noticia en Utie1 y Requena, con los otros pueblos comarcanos, parece ser hubo como un enorme respiro de descanso. Todos estos cabecillas, restos aún de la 1ª y 2ª guerras carlistas, fueron desalojados de sus escondrijos últimos, y de los reductos que tenían por Chera y Villar de Tejas por el comandante militar de Requena don Manuel Castell.
Hacia 1860 hay otro levantamiento carlista, que por nuestros pueblos apenas tuvo consecuencias, reinando cierta tranquilidad en la comarca. Existen partes y comunicados periódicos de nuestros alcaldes dando noticias de que aquella sedición, por aquí, merecía el comunicado de "sin novedad". Y era cierto, pues aunque siempre existieron partidarios del carlismo en todos nuestros pueblos y aldeas, la causa gubernamental isabelina era defendida y seguida por la mayoría del vecindario. No se sabe que ocurriera nada en estos años (de 1860 a 1865) en que parece hubo movimientos en algunos lugares norteños ( Cataluña y Maestrazgo) que aquí no nos afectaron.

La ultima guerra carlista y sus incidencias comarcanas
La última guerra carlista -de 1872 a 1875- puso nuevamente en jaque a la comarca y especialmente a Venta del Moro, donde entraban y salían los partidarios de uno y otro bando en armas continuamente. Hasta que ocurrió la acción de Contreras, en donde las facciones de Santés y Cucala fueron deshechas, precisamente en febrero de 1874, y finalmente hasta mitad de 1875 en que el general Salamanca acabó con todas las partidas comarcanas, nuestro pueblo se vio comprometido en varias ocasiones.
En una incursión y entrada en Venta del Moro de los carlistas de Santés, ardió el archivo municipal, que contenía toda la documentación relativa a nuestra segregación de Requena en 1836, los deslindes efectuados, y otros documentos valiosos.
Y aunque en nuestro pueblo no se conocen hubiera víctimas humanas, aparte de las lógicas de la propia guerra en sus encuentros y batallas, si se supo lo ocurrido en Camporrobles donde fue asesinado el maestro Cañada; y también que en otros pueblos comarcanos, Caudete sobre todo, hubo que lamentar sucesos graves, como atropellos. amenazas, detenciones y secuestros. En general, supuso una gran inseguridad y muchas desazones en que se pusieron de manifiesto los enconos de las rivalidades políticas de exacerbado furor partidista. Sobre esta segunda guerra carlista, transcribo lo que en las páginas 215 y 216 de mi libro "Geografía e Historia de Venta del Moro escribí en 1977, por creer que resumen casi fielmente lo sucedido por estas tierras comarcanas:
"A comienzos de 1872 aparecieron por nuestro término algunas partidas carlistas que pusieron en jaque a las tropas isabelinas y a las milicias nacionales y locales. En octubre merodearon por aquí las facciones de Fortes, Orero, Cucala y el Tuerto del Villar, sin graves incidentes, cosa que no ocurrió así en Camporrobles, donde el Tuerto mandó matar al maestro don Marcelino Cañada, que era el jefe de los milicianos locales, los cuales reaccionaron dando muerte al Tuerto y a otros".
"En 1874 Santés entraba en Utiel con 1.000 hombres, uniéndosele las partidas de Cucala, Rovira, Palacios y Arnau, pretendiendo la conquista de Requena, después de haber saqueado Cuenco y Albacete"
"A las tropas de Santés y Cucala se unieron algunos vecinos de Venta del Moro, entre los que se encontraban "El tío Pelfa" (creo se llamaba Pedro Onielfa) y José Antonio Martínez "Telén", (todos ellos hombres de bien , que por sus ideales tradicionalistas no vacilaron en sumarse a los carlistas abandonando familias, hogares y pequeñas haciendas, con la intención de luchar por la causa del nuevo Pretendiente).El tío Telén llegó a ser comandante en las huestes de Cucala y uno de sus lugartenientes más conocidos."
"Ante los continuos ataques de los carlistas, el general Weyler ordenó al comandante Calleja que fuese a Minglanilla; al enterarse Santés de este movimiento de tropas quiso aprovechar la ocasión para caer sobre ellas; así ordenó a Cucala que entrase por Pajazo, a Vidal y a Rovira que marchasen por Venta del Moro hacia Villargordo, mientras que el propio Santés iba por la carretera de Madrid, todos a converger en Contreras. Pero, mientras tanto, el alcalde de Requena envió a un ágil vecino llamado Florentín Navarro "el Marquillo" para que previniese a Calleja de esta marcha carlista, cumpliendo su cometido con tanta rapidez que, al llegar los carlistas al puente de Contreras, cayeron sobre ellos los isabelinos tan de sorpresa, que hicieron huir a Santés y su tropa, después de dejar en el campo más de 60 muertos; el propio Telén cayó herido en el terraplén del puente, aunque no de gravedad, pues pudo huir río Cabriel abajo hasta alcanzar Vadocañas en compañía de toda la facción de Cucala. El mismo Cucala, herido también, llegó a Venta del Moro con su lugarteniente y el resto de sus tropas hacia las dos de la madrugada el día 9 de mayo de 1874, pasando al día siguiente por Jaraguas hacia Utiel."
"Todavía en noviembre del mismo año la caballería del cabecilla Velasco merodeó por Villatoya y saqueó el pueblo, y también a Venta del Moro y Fuenterrobles; pero la derrota sufrida en Contreras marcó la salvación de la comarca, que ya no pudo dominar el carlismo, y al cabo de un año quedó completamente pacificada la situación. Muchos partidarios carlistas se acogieron al indulto que se publicó en 1875 a raíz de la proclamación de Alfonso XII. Uno de ellos fue José A. Martínez "Telén" (bisabuelo del autor de este relato, casi transcrito de las Historias de Utiel y de Requena, de Ballesteros y Bernabeu respectivamente), que aunque indultado, hubo de pagar su arrojo y valentía en un forzoso destierro de seis años por tierras de Cuba".
Sufrimientos y penalidades sufrieron nuestros pueblos a consecuencia del levantamiento último carlista. Y sufrieron unos y otros; todo fue muy deprimente, fruto del fanatismo y a veces de rencores. Y sabemos que la causa isabelina era inalterable y por tanto injustificado el levantamiento carlista, que también contó en sus filas con algunos honrados hombres imbuidos erróneamente o no, según sus propios ideales, del fervor casi desesperado de algunos partidarios como el tío Telén y el tío Pelfa. De este último se cuenta que era muy buen vecino, y que se decía carlista porque era amigo de Telén, y por ello también sufrió lo suyo defendiéndose y defendiendo a su amigo.
Para darse cuenta de que una inmensa mayoría era pacíficamente partidaria del gobierno y reinado de Isabel II, se cantaba por todos los pueblos aquello que decía:
"Santés le dice a Cucala,
¿Cuándo entramos en Requena?
y Cucala le responde:
¡no está la cosa muy buena!"
Así pues, para terminar hablando de esta época turbulenta, dejamos constancia de un oficio de la Alcaldía de Venta del Moro, dirigido a Requena, que pone de relieve la angustiosa situación por la que pasó nuestra flamante Villa en aquellos años. Este oficio o comunicado dice así: "Para dar cumplimiento a una orden de la Dirección General de Impuestos, he de merecer de V. se sirva certificar en el papel que acompaño adjunto, haciendo constar que desde 1873 en octubre, hasta mayo de 1875, estuvo constantemente ocupada esta villa por fuerzas carlistas como consta en esa alcaldía por los partes que se daban diariamente , y que además de las continuas exacciones hechas a este vecindario, se impidió la recaudación del impuesto de consumos, como es público y notorio. Hecho así, le suplico se sirva devolvérmela a los efectos ulteriores, y quedo obligado a V. tanto en su obsequio. Dios guarde a V. muchos años. Venta del Moro 18 de febrero de 1877.- P.A. Andrés Cabanes".
Podríamos detallar incidencias sobre esta última guerra carlista en Valencia y su Reino, así como de regiones cercanas limítrofes con nosotros, pero creemos suficiente lo dicho para que el lector aficionado a los hechos históricos se dé cuenta de las situaciones vividas por nuestra comarca y en especial nuestro pueblo.

Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro

Lebrillos 11 y 12