LA PRIMERA CARRERA CICLISTA EN VENTA DEL MORO

Autor: Feliciano Antonio Yeves Descalzo

Debió ser allá por 1930. No recuerdo ni puedo fijar el año exacto pero puedo situarlo cuando florecía el taller de arreglo de bicicletas que regentaba Ricardo Ruiz Marín, un hijo (el mayor) del tío Juan Julián -Julianazo- el herrador de las caballerías, que tenía el taller enfrente de la tienda Nueva, esquina entre la calle de los Arcos (hoy Victorio Montes) y la calle del Bien.

Este mozo había servido en el arma de aviación, creo que en Madrid -Cuatro Vientos o Getafe- y tenía buenas manos para la mecánica. Y en aquellos tiempos estaba en movimiento augístico la venta y reparación de bicicletas. Las primeras marcas eran Alcyon, Quillet, y alguna otra, hasta que llegaron las Orbea. Por supuesto no eran tan ligeras como las de ahora; posiblemente una de aquellas "becicletas" o "bleciquetas" (que de todas las formas las llamaba el lenguaje popular y coloquial de la época de entonces) pesaría más que tres juntas de la época actual. Y los mozos que podían, monetariamente hablando, se compraban su bici y todo era hablar de su freno de alante, del de atrás, del timbre o bocina, de los rayos, del piñón fijo y del libre, del manillar y el "silletín", del hinchador y algunas veces, de las cámaras y los "gomáticos". Era natural. Y también era natural que hubiese alguna competición entre aficionados corredores venturreños. Me parece que eran los tiempos de un tal Cañardó, Trueba (la "Pulga de Torrelavega") y algún otro que no recuerdo y que no viene al caso porque sólo hablamos del ciclismo en la Venta del Moro. Había emulación e interés y afición, creo que al par del fútbol venturreño, poco más o menos.

Y un año, creo que fue por San Juan o Santiago; era verano; se organizó una carrera ciclista entre la Venta y el cruce de la carretera general

de Madrid, ida y vuelta (22 Kms.). La inscripción , organización, preparativos, propaganda, madrina de la carrera, premios y demás cuestiones, corrieron a cargo particular de Ricardo Ruiz y sus correligionarios "amateurs" ciclistas, pues por entonces era inútil solicitar ayuda o premios del Ayuntamiento, que bastante hacía con poder pagar al personal.

Y fue curiosa la elección de madrina, que lo fue precisamente la que un mes antes fue elegida Miss Venta del Moro; era una preciosidad de muchacha que se llamaba Eusebia y estaba sirviendo de criada en la posada del maestro tío Clotario en Casas de Pradas. Recuerdo verla con su banda de miss, entrometiéndome por la multitud que en aquella ocasión la rodeaba "como si fuera el no va más" y lo "nunca visto". ¡La primera belleza y Miss Venta del Moro!!

Recuerdo perfectamente la salida y la entrada o regreso de los corredores, que si mal no recuerdo, fueron cinco. Uno de ellos era el Melguizo, o sea, Juan Julián Ruiz Marín, hermano del promotor y organizador Ricardo, el mecánico ciclista. Otro fue Eugenio López Pardo "Perico"; y los demás, aunque no lo puedo asegurar, fueron: Miguel Díaz Ponce "el de la tienda Nueva", Francisco Tornero "Gangarra" y Julián Hernández "el Torero".

Allí no hubo dorsales, ni equipamientos, ni nada que se pareciese a una vuelta ciclista de hoy. Cualquiera puede figurarse lo que ocurriría entre una enorme polvareda por aquella carretera de piedra apisonada y hollada por enormes rodadas de carros y baches por todas partes. Cada uno corría como quiso: en pantalón largo y camiseta, en calzoncillos y camisa, etc., el caso era darle a los pedales con furia. Había vigilantes de tramo en tramo para que nadie estorbara y no se hicieran trampullas. Duró la carrera un par de horas entre preparativos, ida y vuelta. Y es que, como hemos dicho, las bicicletas pesaban como mínimo un par de arrobas. La expectación era tremenda. Todos esperábamos con ansiedad, y, cuando ya vimos desde la Cuesta del Nene al primer clasificado que, corriendo desesperadamente, se acercaba a la meta de la Barraca del Peón, nos dimos cuenta de que era quien menos nos pensábamos y por el que nadie apostó. Era Eugenio López "El Perico" quien ganó la carrera adelantándose más de medio kilómetro al segundo que fue "el Melguizo".

Aquello fue una juerga. La madrina esperaba entre el público y del brazo del organizador, Ricardo Ruiz, entregó el premio a Eugenio (de besos, nada) que consistió en un manillar y un sillín de recambio, acompañados de un hinchador de reglamento.

Pero la fiesta fue grande, y el baile que se organizó después, en el salón Gran Teatro; con música de Emilio "el Sergio" y de su sobrino Marcelinete Sáez, acordeonistas populares de entonces, fue de campeonato. La Miss Venta del Moro, la Eusebieta, se comportó como una verdadera reina y bailó con los corredores, uno a uno, cuando hubieron descansado de la fatigosa carrera.

Después, que yo recuerde, no hubo más nombramientos de Miss Venta del Moro, hasta muchos años después, que se nombró a Josefina Hernández como "Miss Picota" entre fiestas, alegría y jolgorio. Luego ya vinieron los nombramientos de la Reina de las fiestas Patronales de la Virgen de Loreto desde 1961 hasta hoy. La primera fue Julia González Gómez y la del 2001, Pilar María Cervera. Pero carreras ciclistas, no creo que se hayan organizado y celebrado nunca más, si no estoy equivocado.

Nota de la Redacción: Aunque no competitiva, la Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro sí que organiza una "Vuelta Ciclista Popular" con el recorrido Venta del Moro-Casas de Pradas-Venta del Moro todas las semanas culturales. Participan una media de 90 bicicletas.

Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro

Lebrillo 17