EL DOCTOR GARRIDO: UN FAMOSO VENTURREÑO, PIONERO DE LA PUBLICIDAD FARMACÉUTICA EN EL SIGLO XIX

© Luis Francisco Pérez Pérez

Investigando la vida y milagros de mis antepasados, de los cuales poseía recuerdos por conversaciones familiares, me surgió un nombre y unos objetos que pertenecían a un tío de mi abuelo, curiosos por extraños, un cuadro al óleo y una medalla no religiosa, que más bien parecía honorifica. El cuadro posee una leyenda: “Recuerdo de gratitud al Doctor Garrido”. Pero... ¿quién era este señor?

Francisco Garrido Pardo nació en 1847 y fue el mayor de nueve hermanos de los cuales llegaron a la edad adulta cinco, que, de mayor a menor, eran: Francisco, Carmen (mi bisabuela), Saturnina, Lucía y Juan Adelaido. De casi todos he podido encontrar las partidas de bautismo en nuestra iglesia parroquial y por lo tanto son nacidos en Venta del Moro. Su casa estaba ubicada en la calle de Las Cruces frente a la Iglesia, un poco a la derecha, y hoy la forman varias viviendas. Su madre, Fabiana Pardo, era originaria de Las Monjas y su padre, Juan Crisóstomo, de La Graja de Iniesta.

De todos ellos la más conocida es sin duda su hermana Lucía por su relación con Las Monjas. Saturnina, a pesar de no ser tan conocida, vivió en la Venta. Tal vez en otro momento volvamos sobre ellas.

Tanto Francisco como Adelaido estudiaron farmacia. Acabada la carrera, Adelaido se casó en Iniesta y allí ejerció muriendo joven y sin descendencia. Mientras, Francisco sacó el doctorado, ejerciendo primero en Requena durante poco tiempo, para pasar a Madrid donde se estableció.

Francisco, una vez doctorado en Farmacia y Ciencias en la Universidad Central de Madrid y miembro de la Real Sociedad Española de Historia Natural entre los años 1873 y 74, decidió quedarse en Madrid.

En un blog madrileño de M.R. Giménez denominado “Antiguos cafés de Madrid y otras cosas de la Villa (http://antiguoscafesdemadrid.blogspot.com.es/) figura un artículo con el siguiente título: La farmacia de la calle de la Luna y el Doctor Garrido.

En dicho blog se narra la historia de la farmacia de la calle de la Luna 6, fundada por Pedro Herranz, farmacéutico boticario de cámara de Fernando VII, quien la legó a su sobrino en 1851. De éste pasó a Esteban Rodrigo en 1862 y es aproximadamente en 1873 cuando la adquirió Francisco Garrido Pardo, que se dio a conocer como Doctor Garrido.

La de Madrid era en esos momentos una farmacia de sexta categoría que compró Garrido por 6.000 duros, siempre según el blog referido. En ella se vendían medicinas alopáticas y homeopáticas.

A partir de este momento, nuestro paisano se dedicó a revolucionar el mundo de la farmacia recurriendo a la publicidad. Por aquel entonces no existía reglamentación clara para las farmacias y él vio que sería difícil hacerse un nombre en Madrid, por lo que recurrió a la publicidad, siendo el primer farmacéutico en hacer un uso sistemático y rompedor de ésta.

En un escrito de la Universidad de Alicante de Mª Dolores Fernández Poyatos titulado “La publicidad de salud en la prensa ilustrada en el siglo XIX” lo cita así:

En cuanto a la publicidad de asistencia médica, la más copiosa se circunscribe a dos anunciantes, el Dr. Audet. y el Dr. Garrido. El primero mostraba, generalmente, la relación y descripción de los específicos que comercializaba. La publicidad del Dr. Garrido -figura destacada del Gremio de Anunciantes (1880)- fue una de las más espectaculares (Bravo, 1985: 77). De gran audacia, abarcó desde ingeniosas maquetaciones, hasta completos tratados pseudofilosóficos. Al repasar la prensa de finales del siglo XIX, es imposible no reparar en sus espectaculares anuncios de una plana o en sus sobrios comunicados. Utilizó variados formatos publicitarios —comparativos, testimoniales— y estilos tipográficos.”

En principio sus anuncios, que aparecen poco después de la adquisición de la farmacia, son cortos y comedidos. Su anuncio más famoso o eslogan fue: “Niñas ya sabéis, estoy siempre en Luna, 6”. Frase que incluso dio lugar a un refrán de Madrid: “Estar como el Doctor Garrido, siempre en su farmacia” que cita José Mª de Jaime Loren de la Universidad Cardenal Herrera- CEU en su escrito “Percepción social de la farmacia según los refranes españoles”.

Otras frases famosas de él que aparecieron en prensa y dejaron huella fueron: “Allí se curan negros, blancos, cochinchinos, franceses, ingleses, alemanes y hasta de la Alcarria”(1875) o también en forma de verso:

“Mi panacea es, señores, la que todo lo compone; quito tristezas, dolores, y hasta si hay quien se opone, vuelve a un viejo a sus amores” (1876).

Posteriormente, sus anuncios fueron haciéndose más extensos. Así en El GLOBO el 12/2/1878 apareció la siguiente publicidad en forma de carta:

Sr. Dr. Garrido.

Muy señor mío: La presente tiene por objeto manifestarle los inmejorables resultados que he conseguido con sus específicos en mi padecimiento del estómago que tenía hacía ya más de 14 años, el cual se dejaba sentir con fuertes dolores, vómitos frecuentes, vinagres continuados y la más completa inapetencia, siendo de notar el ningún alivio que experimenté con todos los esfuerzos de los facultativos de esta localidad y algunos de fuera, con las aguas de Puertollano tomadas allí, y siendo de notar, repito, que, a las cuatro tomas de mi específicos desaparecieron las macedias y los vómitos, pudiendo ya comer de todo, según hoy sigo. ¡Oh, señor doctor! día de venturosa é inolvidable memoria será para el 4 de Noviembre próximo pasado en que salí de esta para ver á usted en Madrid, de donde todo el mundo se creía no pudiera volver vivo, pues tal era el estado mortal en que me tenía la referida dolencia; á dónde fui para ver al doctor Garrido á pesar de los consejos qué en esta población, así como en la corte me dieron, diciéndome que no fuera; y á donde fui para oír de su boca estas palabras: -Si usted hace lo que yo le diga se curará- y efectivamente, señor doctor, así ha sucedido, por lo que le debo la vida; por lo que recomiendo á todos los que se encuentren como yo estaba acudan á su tratamiento y no hagan caso de los que quieren desacreditarlo, y por lo que le autorizo para que dé cuanta publicidad crea conveniente á esta carta, de cuya veracidad siempre responderá su más atento y seguro servidor q. b. s. m.— Antonio Millán, (maestro zapatero y vecino de esta.)”. Otras veces es un anuncio puro y duro: “Previa la historia de la enfermedad, el pago de la primera receta de específicos y de la dirección de los médicos de mi casa, se mandan a provincias y extranjero a los enfermos que no pueden venir á Madrid. HE DICHO DOCTOR GARRIDO, LUNA, 6”.

Como podemos comprobar, no difieren tanto de los que actualmente podemos ver en televisión, sólo que estos estaban escritos en el periódico. Era al decir de la época el rey de la cuarta página de los periódicos. Además, también contrataba hombres anuncios, y los situaba en todos los eventos importantes de la ciudad para anunciar sus productos.

Entre sus anuncios más espectaculares he podido recabar en la hemeroteca digital uno con los precios y sus productos y otro muy original por su formato, ambos de EL IMPARCIAL.

En este otro lo hace con forma de esquela, cosa que dado las fechas de su publicación y la rigidez de las normas de la época debió de ser impactante.

Otro anuncio espectacular fue el publicado en El Imparcial el 21 de abril de 1880 ocupando toda la página:

Se anunciaba principalmente en El Imparcial, El Globo y El Liberal. Ocupaban a veces páginas enteras y llegaban a tal punto que farmacéuticos y médicos compraban los periódicos por ver que decía el Dr Garrido ese día en sus anuncios. Incluso se llegó a publicar un almanaque con sus anuncios.

Manuel Ortega y Gasset, escribiendo sobre El Imparcial, periódico que fundó su abuelo, asegura que el Dr. Garrido colaboró en el periódico tanto como cualquiera de los escritores de la casa sólo con sus anuncios publicitarios. Evidentemente, todo este despliegue de anuncios, así como el hecho de llegar a tener varias consultas médicas y tres sucursales en total (dos en la calle de la Luna, números 6 y 38, y otra en la calle de la Madera, número 24), en la que se atendía gratuitamente y además despachaba a toda España contestando por correo a los que escribían de provincias, le supuso muchos enemigos, a los que incluso rebatía en la prensa, y que le impulsaron a presentarse a diputado, cosa que no consiguió.

Marisol Donis (licenciada en Farmacia y magister en Criminología) escribió en la revista Pliegos de Rebotica nº 106 pag 30-31: “… Podía presumir de ser uno de los hombres más populares de Madrid. Abonado a su butaca del Teatro Real y concurrente asiduo a los estrenos.

En los toros ocupaba la grada novena y al aparecer en su localidad era objeto de una gran ovación. Unos le dicen que baile, otros que hable, y él se quita el sombrero saludando cortésmente a sus admiradores.”

Conoció a los grandes toreros como Lagartijo, Currito y Frascuelo, llegando incluso a brindarle los toros, según nos comenta Marisol Donis: “Los mejores representantes de la tauromaquia española de la época brindan sus toros a Garrido. En cierta ocasión, con presencia de la familia real, Lagartijo brinda el toro Veneno al duque de Montpensier y minutos después el torero Currito brinda el suyo al doctor Garrido, el nombre de este toro, Boticario.

También era un gran aficionado al teatro con abono en el Teatro Real donde vio actuar al gran Gayarre en La Favorita junto a Elena Sanz, amante del rey Alfonso XII. Posiblemente, el retrato firmado por Sala Julien sea obra del barítono José Sala Julien o bien de algún familiar o allegado al que habría conocido en su afición al teatro. Afición a causa de la cual seguramente encargó al dramaturgo Ángel María Segovia una pieza teatral titulada “El doctor Gorrilla siempre en su farmacia: o Nadie se muere hasta que Gorrilla quiere”, basada en su persona, que fue estrenada en el teatro de la Alhambra de la calle de la Libertad de Madrid, en octubre del año 1874.

Así mismo hay una obra musicada por Salvador Ginés Vidal sobre una obra de José Mª Nogués titulada “La vuelta al mundo por el doctor Garrido: viaje disparatado de gran espectáculo: cronicón universa lírico-bailable-crítico-social, con ribetes farmacéuticos: en dos actos y diez cuadros”.

No había espectáculo en Madrid al que no asistiera. En una crónica de una carrera de caballos de EL GLOBO del 12 de noviembre de 1875, dedica este comentario de los asistentes:

Asistieron á la fiesta, Frascuelo y el doctor Garrido, que no ofició esta vez” (refiriéndose a que no se anunció). En la prensa lo citaban a menudo como en esta referencia de EL IMPARCIAL de 17 de mayo de 1875 en una crónica de la corrida de San Isidro en Madrid: “Del puntillero no hablemos. Que le tome á su servicio el doctor Garrido”.

Otros comentarios sobre su celebridad se reflejan en LA REPUBLICA con fecha de 4 de febrero de 1890: “Advierte un periódico conservador que el señor Sagasta, con sus reclamos políticos en la prensa, ha conseguido más notoriedad que el doctor Garrido y Gerándel. Notoriedad puede ser; pero el provecho no puede compararse con el de aquéllos. Hasta ahora no le ha dado el reclamo más que desazones”.

Incluso en las caricaturas que se hicieron con motivo de la primera estafa piramidal de la que se tiene noticia, la de doña Baldomera Larra, hija del famoso escritor y periodista Mariano de Larra, se incluyó está referida a él.

También en los refranes quedo constancia de nuestro paisano. En el libro “Percepción social de la farmacia según los refranes españoles” de José María de Jaime Lorén (Universidad Cardenal Herrera-CEU Moncada) aparece en el numero 53 este refrán madrileño:

53.- ESTAR COMO EL DOCTOR GARRIDO, SIEMPRE EN SU FARMACIA.

Frase figurada que equivale a hallarse uno siempre en su puesto, recordando a un farmacéutico muy popular en Madrid, en el último tercio del siglo XIX, llamado Garrido que, según él, estaba siempre en su farmacia, pero que se exhibía constantemente donde había gran concurrencia”.

Su vida fue relativamente corta, murió con 57 años en Alicante, donde se había retirado, buscando alivio para su enfermedad, posiblemente tuberculosis. Como no podía ser de otro modo de ella dio cuenta la prensa como en todos sus actos.

Entre otros periódicos, transcribo esta necrológica de EL LIBERAL:

“EL DOCTOR GARRIDO. En Alicante ha fallecido el popularísimo doctor Garrido, que había ido a la capital levantina buscando alivio a sus dolencias. Se hizo famoso hará unos treinta años por los distintos procedimientos que puso en práctica para hacer la propaganda de los específicos que en su farmacia vendía. No perdonaba medio do anunciarse, y en las romerías, verbenas, bailes populares, corrida de toros y demás esparcimientos del pueblo de Madrid, allí estaba el exhibiéndose, al mismo tiempo que las cuartas planas de los periódicos se llenaban con sus ingeniosos anuncios. No faltó entonces quien le discutiera por poner en práctica procedimientos hasta entonces poco usados en España; pero se hizo acreedor por su honradez y laboriosidad a la consideración de todo el mundo. Su frase siempre en mi farmacia, es de las que quedan y se aplica siempre al que es fiel cumplidor de sus deberes y esclavo de su trabajo. El cadáver llega esta noche en el tren mixto. Descanse en paz el honrado y popular farmacéutico. Nos asociamos muy sinceramente al duelo, de su distinguida familia”.

Como final cabe decir de este venturreño en Madrid, que sin duda fue un pionero en España en la utilización de los anuncios en la prensa y en los medios que tenía a su alcance en la época, tales como hombres anuncio. Incluso él mismo se prestaba a ello con su presencia en eventos, haciéndose notar para su promoción.

Ante la enfermedad se retiró a Alicante en busca de un clima más suave, y allí murió. Mi abuelo Paco fue durante algún tiempo su acompañante, en Madrid y Alicante, acompañando el cadáver en el tren a Madrid como he leído en algún periódico de la época.

Sobre sus específicos, de alguna manera tuvieron continuidad en los productos de su cuñado don Ramón Saiz de Carlos, pero esto ya es otra historia, que corresponde a su hermana Lucía Garrido.

Desde luego fue un personaje muy conocido en Madrid, que indudablemente dejó una huella en la ciudad, y que ha merecido que varios estudiosos se ocuparan de su labor en el campo de la publicidad, por su originalidad y por ser un pionero. Además, fue presidente y secretario del gremio de anunciantes.

En fin fue un personaje que no dejaba indiferente a nadie, como repetían en la prensa varios periodistas.

Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro

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