LAS FAMILIAS NOGUEROL, MONTAUD Y “LA COLONIA DEL FRANCÉS” EN VENTA DEL MORO.

Autor: FELICIANO A. YEVES DESCALZO

(Cronista Oficial de Venta del Moro)

A mediados del sigo XIX, posiblemente entre 1848 y 1875, ejerció su profesión de farmacéutico o boticario en Venta del Moro un excelente profesional de la botánica y la farmacopea de entonces, llamado don Eduardo Noguerol. Procedía de la Manchuela (de donde también llegaron a nuestro pueblo otros apellidos que ilustraron el recientemente conseguido villazgo venturreño, tales como los Cantorné, los Castillos, los Forano, y algún otro que, como los anteriores, ya han desaparecido o tienden a extinguirse).

Aquí se casó con doña Celia Herrero, de familia acomodada y tendencias conservadoras con tintes de ancestral hidalguía, que, casi sin dudas, debió ser partidaria de la causa carlista. Nos ayuda a conjeturar este punto algo de lo que por entonces se escribió sobre un notable carlista venturreño, Sebastián Herrero, en 1836.

Del matrimonio Noguerol-Herrero, liberal él y majestuosa ella, ambos cultos y excelentes personas, nacieron (al menos que sepamos) tres hijos que se llamaron Eduardo, Gustavo y Celia Noguerol Herrero.

Dejando en el pueblo a Eduardo que parece que siguió el oficio de boticario del padre, el matrimonio con sus hijos Gustavo y Celia, marchó a Madrid, para optar a mayores encumbramientos, estudios y bienestar, tanto en lo económico como en lo social, y allí se afincó definitivamente. Pero jamás abjuraron de sus raíces, su patria chica y sus recuerdos infantiles y también porque en Venta del Moro habían dejado un pequeño patrimonio en fincas rústicas y urbanas que después heredó su hija Celia. Y de vez en cuando, aparte de haber dejado mayordomo o encargado de sus fincas en nuestro pueblo, recaía por aquí alguno o ambos hermanos. El respeto venturreño por sus distinguidas personas fue ejemplar y proverbial. Realmente se lo merecían pues Gustavo que entró en el Ejército, tras dilatados servicios en Cuba y Marruecos, llegó a general de brigada. Sus últimos servicios fueron como gobernador militar de Valencia, hacia 1911 y allí murió casándose en la capital del Turia con una dama de la prestigiosa familia Adlert, teniendo un hijo, Gustavo Noguerol Adlert, que fue militar también de la misma promoción en la Academia de Infantería de Toledo que el después Generalísimo Franco, y que fue fusilado en Alicante en 1936, como después explicaremos.

Mis recuerdos del general Gustavo Noguerol y de su familia llegan hasta lo que mi padre José Mª Yeves López contaba y relataba, con conocimiento de causa, dado que dicho general consiguió trasladarle desde Cartagena (donde le tocó servir al Rey como soldado de reemplazo y quinta de 1911) a Valencia, nombrándole seguidamente Cabo de la guardia-prisión de las Torres de Cuarte, en cuyo destino terminó su tiempo de milicia, ya ascendido a Sargento.

De doña Celia Noguerol Herrero amante y fervorosa venturreña que heredó prácticamente todas las posesiones rústicas y urbanas de Venta del Moro, sabemos, que se casó en Madrid con un prestigioso militar de origen francés llamado Alberto de Montaud, amigo, sin duda de su hermano Gustavo. Del matrimonio de Montaud con Celia nacieron tres hijos, Gustavo, Alberto y Raúl. Los primeros, militares y el tercero médico psiquiatra, de gran fama en el mundo médico madrileño.

El matrimonio Montagud Noguerol levantó en Venta del Moro un hermoso edificio al que llamaron “La Colonia”, donde hoy se alzan las viviendas de los hermanos Miguel y Luis Latorre Ochando, frente al Ayuntamiento y calle de las Cruces. También vallaron con una cerca de tapial de piedra y barro lo que en nuestros tiempos llamábamos el “Cercado del Francés” (era todo lo que hoy ocupa la calle de Lepanto desde las paredes traseras de las viviendas del callejón de la Torre, hasta la Calle Nueva por el norte, la de Cruces por el sur y los solares, eras y cuadras de Lavarías, por el oeste). Aquel cercado, cuando algún nubarrón de verano descargaba su tormentosa lluvia, se anegaba de bote en bote y, por la verja que daba a la calle de las Cruces (por frente del tío Sostrillas, el tío Mata y la tía Eduvigis de Javelico) salía un turbión que amenazaba inundar casas antes de derivar a la izquierda para enfilar la cuesta o camino de la Fuente. Era un cercado de almendros, olivos y trozos de cereal.

Duró hasta que se abrió la antedicha calle de Lepanto. Eran los años sesenta o setenta del pasado siglo XX.

Pero lo que más importa en nuestros recuerdos sobre la familia Montaud Noguerol ( y muy particularmente de doña Celia y sus hijos) es destacar el destino que se les dio provisionalmente a las viviendas del piso alto de “La Colonia”, donde por un alquiler casi irrisorio se instaló en 1916 el primer puesto de la Guardia Civil de Venta del Moro. Y como esta es otra historia digna de buenos y no tan buenos recuerdos venturreños, que habremos también de contar en otra ocasión, diremos que la adecuación de este establecimiento de la Guardia Civil en nuestro pueblo costó la entonces importante suma de 3.317 pesetas a las arcas municipales, que casi siempre estaban exhaustas. Y creo recordar también que por unos años quizás más de una década, su Comandante de Puesto fue el cabo Ricardo Terol Perales, que se hizo famoso por sus actuaciones en beneficio de la integridad y seguridad de vidas y haciendas; sus hijos Ricardo y Luis asistieron a la escuela con el maestro don Victorio Montés, de cuya circunstancia recuerda mucho mi hermano José María. Después al ascender a sargento, el cabo Terol fue destinado a Madrigueras (Albacete) y allí, mientras su hijo moría de enfermedad cruel, fiel a sus servicios, acudió a sofocar un incendio y salvar a una mujer, lo que le ocasionó graves heridas; el entierro de Luis (12 de octubre de 1926, día de la Pilarica) asistió Terol, vendado como casi una momia, desde una ambulancia. El Gobierno de la Nación le concedió la Cruz de Beneficencia.

Tras este inciso, que creo que merecía la pena recordar, diremos que el cuartelillo de la Benemérita estuvo en “La Colonia” hasta 1931 en que se construyó el cuartel recientemente desaparecido también, donde hoy está el Albergue Rural Municipal. La construcción del cuartel costó entonces la suma de 13.484 pesetas, que se sufragaron de la corta extraordinaria de seis mil pinos de los Montes Públicos (El Pinarazo, Puntal de los Caracoles y Cerros Gordos). Y terminaremos con este inciso diciendo que la vida del puesto de la Guardia Civil en Venta del Moro duró exactamente 75 años, pues en enero de 1991 se suprimió y fue trasladada su fuerza a Utiel, siendo comandante del Puesto el Cabo 1º don Antonio Real Durán. Fue la víspera de reyes de 1991.

Volviendo a la familia Montagud Noguerol, al morir los padres, por bastantes años se preocuparon por sus propiedades y su casona ajardinada de “La Colonia” sus hijos; en principio y hasta el comienzo de la guerra civil de 1936, fue don Alberto quién se encargaba de cuidar de su administración valiéndose del vecino venturreño Francisco Martínez (el tío Pataco) para su vigilancia, guarda y atenciones, viniendo de tarde en tarde a nuestro pueblo para dar un repaso general a lo que su madre, doña Celia, les había legado; una vez terminado el conflicto bélico que sacudió a España tan cainitamente. Por motivos que luego se dirán, se hizo cargo de la administración de “La Colonia” el hermano Raúl, psiquiatra con ejercicio en Madrid, muy renombrado entre las gentes médicas, aunque alguno de sus diagnósticos se le solía pegar equilibrándose (o desequilibrándose) con algún paciente. Su encargado, por entonces, en las primeras décadas de la posguerra (años 40 y 50) era nuestro chistoso vecino Santiago Hernández, el famoso Cuelgues, de quién ya hemos contado algo en otras ocasiones.

El encargarse don Raúl de velar por los bienes venturreños de la familia, fue a causa de lo que a sus hermanos sucedió en la guerra.

Ambos, Gustavo y Alberto, militares de alta graduación en el Ejército de la República, parece ser hubieron de exiliarse al término de la contienda.

Gustavo Montagud Noguerol vivió los siguientes hechos entre 1936 y 1939. En octubre de 1936 fueron creados en Madrid, donde no triunfó la sublevación militar, tres centros de instrucción para formación de Oficiales del Ejército y de las Milicias y perfeccionar los cuadros de mando. Uno era de Infantería-Caballería con sede en Carabanchel, otro de Artillería, ubicado en Campamento; finalmente uno de Ingenieros (con dos secciones: Transmisiones y Zapadores), que hubo de dejar sin efecto por el rápido avance sobre Madrid de las columnas del general Varela. De dicho centro de ingenieros fue nombrado director el Coronel de Ingenieros don Gustavo Montaud Noguerol. Establecido el frente a las puertas de Madrid se dispuso en fecha 9 de diciembre de aquel año 1936, que estos Centros se llamaran Escuelas Populares de Guerra, nombrándose, como antes se ha dicho, director de la de Ingenieros a don Gustavo Montaud. Al frente de dicho destino permaneció hasta el fin de la guerra. Posiblemente su nombre se borraría del escalafón del arma de Ingenieros y del Ejército Nacional triunfante. Falleció años después presumiblemente, aunque no lo aseguramos, en el exilio.

Alberto Montaud Noguerol intervino en la contienda civil, quizás con mayores responsabilidades que Gustavo, viéndose comprometido, con mayor o menor grado de voluntariedad, actuando con su talento y su fidelidad en los hechos que se sucedieron en el frente Norte hasta su conquista por las tropas de Franco. Y ello fue así:

Cuando Augusto Pérez Garmendia, Comandante Militar de San Sebastián, tras rendir los cuarteles de Loyola (que se habían sublevado) marchó contra las columnas de Mola y cayó herido y prisionero (siendo fusilado más tarde), para hacer frente a la situación los mandos del ejército republicano del Norte hubieron de llamar a fuerzas de Madrid. A tal fin llegó desde Madrid a Lasarte, en avión, el Comandante de Caballería don Antonio San Juan Cañete para sustituir a Garmendia. Su destino anterior era el Centro de Movilización nº 1 de Madrid. Le acompañó el Comandante de Ingenieros del Servicio de Estado Mayor, don Alberto Montaud Noguerol, que sería Jefe de E.M. En tal graduación y servicio (Jefe del Estado Mayor del Ejército de Euskadi) quedó a las órdenes directas del entonces Lehendakari José Antonio Aguirre Lecube. En la reorganización efectuada el 11 de febrero de 1937, figura ya don Alberto con el grado de Teniente Coronel y, después, Comandante General de Ingenieros del Ejército de Euskadi. Como tal, asistió Alberto Montaud Noguerol al Consejo de Guerra que se celebró en Bilbao el 14 de julio de 1937 para decidir la suerte de la villa bilbaína y su defensa, así como la evacuación de sus industrias ante la inminente llegada del Ejército Nacional. Tomada Bilbao por éste, pasó Montaud acompañando a Aguirre a Santander, y, después huyeron a Francia tras la caída total del Frente Norte. Con idéntica suerte y circunstancias que su hermano Gustavo, vivió en el exilio, primero en Francia y después en América de donde se trajo una hermosa mujer cuando ya amnistiado volvió a España a mediados de los años sesenta. Seguidamente don Alberto vino a Venta del Moro y vendió todas sus posesiones en nuestro pueblo. De ello sabe bastante mi hermano José María, pues fue mediador y tasador en aquel finiquito de los Montaud Noguerol, cuyo trabajo hizo completamente gratis. Por mediación de mi hermano, la casa en que vivía Santiago Cuelgues, el último encargado de “La Colonia”, le fue cedida gratuitamente al mismo. Cosa extraña y rara, pues don Alberto tenía fama de algo prieto en materia económica.

A ambos hermanos los conoció muy bien mi padre, que siempre fue el albañil reparador de la finca “La Colonia” (como también he dicho que fue soldado, cabo y sargento a los órdenes de su tío, don Gustavo Noguerol Herrero, en Valencia), y posiblemente fueron valedores desde sus cargos en el Arma de Ingenieros, de mi hermano José María quien, al ser llamada la quinta del 37 para incorporarse a la guerra, fue destinado a Madrid, Ejército del Centro, pero con la suerte de ser destinado a una sección de Colombicultura (palomas mensajeras), dependientes, por lo tanto, de Transmisiones, en donde los hermanos Montaud Noguerol mandaban y mandaron. Mi caso fue diferente, con mayor peligro, pero con idéntica suerte, serví en 1938-1939 en una Brigada Mixta del Frente de Teruel, soldado sanitario y Miliciano de Cultura.

Como contraposición y para entender algo de lo que aquella conflagración supuso –lucha incivil entre hermanos-, terminaré citando nuevamente el caso de Gustavo Noguerol Adlert, primo hermano de los Montaud Noguerol, a quién la suerte le fue más adversa, por motivos contrarios. Sucedió que era Comandante de Infantería cuando la sublevación en 1936. Hijo del general don Gustavo Noguerol Herrero, nació en Valencia en 1891; ingresó en el servicio militar el 1 de diciembre de 1906 (pertenecía a la misma promoción que el general Franco).

Fue Teniente segundo en 1910, primer Teniente en 1912, ascendió a capitán en 1917 y a Comandante en 1930. Prestó servicios en distintos Regimientos mereciendo elogios por ellos; hizo la campaña de África entre 1921 y 1924. Siendo cronista de guerra del periódico “Las Provincias” de Valencia firmaba sus escritos con el seudónimo “El Capitán Desengaños”. En marzo de 1936 fue destinado a Ibiza. Allí estuvo en contacto con el general Goded y en una de estas entrevistas se convino en que fuerzas de Ibiza fuesen a Alcoy, y con ellas marchó Noguerol. Allí le cogió la sublevación. Y cuando el 3 de agosto de 1936 fue asaltado el cuartel de Infantería hubo de huir a refugiarse en el Reformatorio de Alicante. Allí fue hecho prisionero y condenado a muerte, fue fusilado con diez compañeros más –afectos como él, al alzamiento militar- el 18 de enero de 1937. Alguien que presenció el hecho, dijo después que las últimas palabras de Gustavo Noguerol Adlert, fueron un ¡Viva Cristo Rey!.

Estas vidas de militares, oriundos de nuestro pueblo por ancestrales raíces, las rememoro con datos obtenidos del Ejército, hemerotecas y de la Historia del Ejército de la República, de Salas Larrazábal, y para general conocimiento de las gentes de Venta del Moro.

Transcripción: Manolo Hernández (marzo de 2.005).

Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro

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