¿DE QUIÉN ERES BONICO QUE POR LA CARA NO TE SACO?

FELISA MATEO GARCÍA

LA ÚLTIMA CENTENARIA VENTURREÑA

Autores: JOSÉ PÉREZ MOYA y IGNACIO LATORRE ZACARÉS

 

El 30 de agosto de 2003 nos abandonó la última centenaria venturreña, Felisa Mateo García. Felisa nació realmente en Caudete de las Fuentes el 20 de diciembre de 1902, pero al poco de su nacimiento marchó con su familia a Casas de Pradas, aldea venturreña donde discurriría gran parte de su vida. Vida que no se puede calificar en ningún momento de fácil, como es lamentablemente corriente en las gentes mayores de nuestra comarca.

La historia del hambre y la emigración también estaba impresa en el currículum de Felisa. Vidas que contadas parecen de hace 200 o 300 años, pero que desgraciadamente son muy cercanas a nosotros. Era la menor de cuatro hermanos que quedaron huérfanos de padre cuando nuestra centenaria tenía sólo cinco años. Debido a la precaria situación en que quedó la familia, sus hermanos tuvieron que marchar a servir a Valencia. Poco después, también emigrarían a Barcelona su madre y la misma Felisa con sus escasos nueve años. Escasos nueve años que ya fueron suficientes para trabajar con su madre en una fábrica de Barcelona.

A los quince años ya servía en casas y a los dieciocho entró como camarera en casa del General Solada, como ella recordaba felizmente, pues en aquella casa fue muy considerada y apreciada. Dejó la casa para casarse con Victoriano Losilla, natural de Teruel, aunque siguieron viviendo en Barcelona hasta 1958, año en que se jubiló Victoriano y decidieron volver a Casas de Pradas donde transcurrirían el resto de su vida como pareja.

Aunque no tuvieron hijos, apadrinaron a una niña para quien fueron sus segundos padres, así como fueron los abuelos de sus hijos, constituyendo un ejemplo de familia unida.

Tras la llorada muerte de Victoriano, Felisa vivió sola durante algunos años en Casas de Pradas. Sin embargo, a los 93 años enfermó y su ahijada la llevó a su domicilio familiar en Barcelona donde residió hasta su muerte cuando contaba ya con 100 años y ocho meses. Felisa dejó dicho que quería que sus restos descansasen en Casas de Pradas junto a su marido y allí mismo descansa, tras una vida de precariedad, incertidumbres y escaseces, pero también de cariño y afectos. Sirvan estas líneas de recuerdo a una de las biografías que pueblan la historia de nuestro pueblo y aldeas.

 

Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro

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