VENTA DEL MORO
INFORMACIÓN GENERAL

A) DESCRIPCIÓN E HISTORIA

Ignacio Latorre Zacarés

Marco humano y físico de Venta del Moro

Venta del Moro es un pueblo perteneciente a la comarca de Requena-Utiel, con un término municipal de 272 Km. cuadrados (tercero en extensión de la provincia de Valencia). Limita en su parte Oeste y Sur con las provincias de Cuenca (Minglanilla e Iniesta) y Albacete (Villamalea y Casas Ibáñez); y por Norte y Este con otros pueblos de la comarca (Villargordo del Cabriel, Fuenterrobles, Caudete de las Fuentes y Requena). Está situado a 100 Km. de Valencia, 110 km. de Cuenca y a 100 km. de Albacete y su principal vía de comunicación es la Autovía 3 que une Valencia con Madrid. Su población total es de 1.497 habitantes repartidos entre el propio pueblo de Venta del Moro (849 hab.) y sus seis aldeas: Jaraguas (208 hab.), Las Monjas (94), Los Marcos (87), Casas de Pradas (103), Casas de Moya (85) y Casas del Rey (71) -datos del INEM 2009-. También existe una escasa población dispersa en caseríos: El Tochar, Tamayo, Chipirito, Los Cárceles, Los Colorados, Casilla de Moya, etc. La densidad media es muy baja, pues no supera los 5'5 habitantes/km. cuadrado.

Su economía está basada en la agricultura de secano con grandes extensiones de viña, principalmente de la variedad bobal (característica de toda la comarca), aunque también proliferan otras variedades (tempranilla o cencibel, macabeo, garnacha, tardana, royal, etc.). Actualmente, la viña ocupa el 65% de la superficie agraria y su producción de uva oscila entre 35 y 40 millones de kilos según cosechas. Son más de una docena las bodegas que vinifican en el término, embotellando sus caldos bajo la denominación de origen Utiel-Requena. Como cultivos alternativos sólo se encuentra el almendro (13 % de la superficie agraria), el olivo (5%) y algunas extensiones de cereal (4%). Su ganadería se reduce ya a una presencia testimonial de algunos rebaños de ovejas y granjas de cerdos y gallinas.

El resto de economía se complementa con el sector de la construcción y sobre todo la actividad comercial y hostelera, centrada especialmente en Venta del Moro pueblo, aunque con alguna presencia también en aldeas. En los últimos años se ha originado un crecimiento importante de empresas vinculadas con el turismo rural (albergues, hostal, casas rurales, empresas dedicadas al deporte de aventura). Por contra, la industria no agrícola es prácticamente inexistente.

Su altitud media es de 700 m. sobre el nivel del mar, aunque llega a alcanzar los 1.038 m. en el monte de Moluengo (justo en el punto en que comienza el término de Villargordo). Su extenso territorio está marcado por el valle de la Albosa (rambla que pasa por medio del término) siguiendo una línea sinclinal de orientación ibérica (NO-SE), flanqueada por dos anticlinales de la misma dirección. Un anticlinal es el de la Sierra de la Derrubiada que forma un importante arco montañoso con presencia de calizas cretácicas y jurásicas en sus cumbres, pero que finalmente se hunde bajo los materiales sedimentarios del Terciario (margas arcillosas, conglomerados y areniscas) que se esparcen en forma de mantos de derrubios (de ahí su nombre) hacia las vertientes del río Cabriel. El anticlinal del flanco noreste es prácticamente imperceptible al estar enterrado bajo los sedimentos terciarios de la meseta requenense. La mayor parte del territorio está cubierto por depósitos de materiales blandos terciarios. A destacar dos unidades geológicas singulares: un diapiro del Triásico con arcillas del Keuper justo en las salinas de la aldea de Jaraguas y las capas de calizas y dolomías que forman las agujas pétreas de los Cuchillos de la Fonseca, divisoria de los términos de Villargordo y Venta del Moro.

Su hidrografía está marcada por el río Cabriel que discurre por más de 50 km. en término venturreño, constituyéndose en barrera geográfica y administrativa con las provincias de Cuenca y Albacete y caracterizándose por sus meandros y formaciones geológicas que da lugar a parajes muy bellos y de gran importancia ecológica (Hoces del Cabriel, Cuchillos de la Fonseca, Vadocañas, Los Cárceles, Tamayo, etc.). La rambla Albosa discurre por los núcleos de Jaraguas, Venta del Moro y Casas de Pradas, recogiendo las aguas de otras ramblas (Salada, Encaños, Bullana, Varejo, Boquerón) y de muchas fuentes (Amparo, Zorra, Desmayos, Julianazo, Chacón, Rebollo, etc.). Finalmente, la Albosa vierte sus aguas en el Cabriel ya en término de Requena. Dentro de su término se encuentra una gran superficie del Parque Natural de las Hoces del Cabriel declarado por la Generalitat Valenciana en el año 2005.

Flora y fauna. Destaca también la gran extensión de término forestal poblado principalmente por el pino carrasco (“pinus halepensis”), pino rodeno (“pinus pinaster”), carrasca (“quercus ilex”), sabinas, lentisco (“pistacia lentiscus”), madroños (“arbustus unedo”) y también monte bajo como romero (“rosmarinus officinalis”), espliego (“lavándula officinalis”), tomillo (“thymus vulgaris”), brezo, morquera, enebro (“juniperus”), oxicedro, esparto, etc . Entre su fauna actual destaca el jabalí, el conejo, la liebre, perdiz, paloma torcaz, águilas (reales, perdiceras, calzadas y culebreras), búho real, halcones peregrinos, cabra montés, ardillas, zorras, etc. En el río Cabriel destaca el blenio de río, la madrilla o loina, trucha común y arco iris, lucio, galápago leproso, etc.

Su clima se caracteriza por una pluviosidad débil (430 mm. de media) y una oscilación térmica importante que llega a los 17 grados entre diciembre (6 º) y julio (23 ). En general, se puede hablar de un clima mediterráneo con un fuerte componente de continentalidad típico de los pueblos del interior.

A pesar de su pertenencia a la provincia de Valencia, su habla, así como costumbres, folklore, gastronomía, etc. son de carácter castellano, como consecuencia de que históricamente el municipio de Venta del Moro (como aldea de Requena) ha pertenecido a Castilla. El habla castellana está marcada por sus arcaísmos e influencias del aragonés, murciano y valenciano.

La patrona de Venta del Moro pueblo es la Virgen del Loreto en honor a la cual hay erigida una iglesia en la que destaca una sobria torre-campanario de sillería. Todo el resto de aldeas cuenta con sus propias iglesias y advocaciones (S. Francisco Javier en Jaraguas, Virgen de las Mercedes en Casas del Rey, San Antonio Abad en Casas de Moya, Virgen del Carmen en Las Monjas, San Isidro en Los Marcos y San Gregorio y San Antonio en Casas de Pradas). Hasta 1957, las Iglesias de Venta del Moro han pertenecido a la Diócesis de Cuenca. Entre su patrimonio arquitectónico, destaca el magnífico puente del s. XVI de Vadocañas por donde pasa una cañada real de ganados y una antigua calzada secundaria romana.

La Prehistoria y los inicios de la Historia

En el término destaca el famoso yacimiento paleontológico del "Puente de la Vía" de final del Mioceno (6 millones de años) y donde se han encontrado importantes fósiles de los camellos gigantes más antiguos de Europa (“Paracamellus Aguirrei”), antílopes (“Tragoportax Ventiensis”, único en el mundo), antecesores de los toros (“Parabos Soriae”), hipopótamos, elefantes gigantes, tigres de diente de sable, etc.

En cuanto a la presencia humana, en el abrigo de la Hoz de Vicente del río Cabriel se descubrieron en 1987 más de 100 representaciones pictóricas rupestres del Neolítico. También son varios los yacimientos y cultura material que marcan la presencia de los iberos en el término. Restos de cerámica nos señalan con casi total seguridad la explotación ya en época de los iberos de las Salinas de Jaraguas y también desde 1996 se está estudiando un importante alfar ibérico en el paraje de la “Casilla del Cura” del s. V a.C., especializado en la producción de cerámica para su comercialización. Estos yacimientos, junto con otros del término municipal (“Apedreaos”, “Moluengo”) y de la comarca (“El Molón” en Camporrobles, “La Peladilla” en Fuenterrobles) estaban relacionados con la importante ciudad ibérica de Kelin (en Los Villares de Caudete de las Fuentes). Posteriormente, el territorio fue objeto de un proceso de romanización rápida del cual han quedado algunos vestigios.

Venta del Moro en el Alfoz de Requena

La historia de Venta del Moro está fuertemente ligada a la de Requena, de la que ha sido aldea hasta su definitiva segregación en 1836. La comarca en general ha sido un territorio fronterizo de escaso poblamiento hasta el siglo XVIII, pero con una actividad importante de tránsito de mercancías y pasajeros. Ya a partir del año 1021, Requena marcó la divisoria entre los reinos de taifa de Toledo y Valencia. El Tratado de Cazola en 1179 entre Alfonso VII de Castilla y Alfonso II de Aragón reservaba la reconquista de Requena a los castellanos, como así sucedió con Fernando III hacia 1238. Alfonso X entregó su carta de población a Requena y su Tierra en 1257. Es una Carta Puebla benevolente que concede una serie de licencias y privilegios importante para los pobladores y le otorga el Fuero de Cuenca (posteriormente Fuero de Requena). Requena se siguió viendo favorecida por la concesión de Puerto Seco en 1264 y Almojarifazgo como aduana de Castilla, donde debían tributar las mercancías en tránsito. La Tierra de Requena, excepto breves periodos de dominio señorial con el Conde de Castrojeriz (1465-1468) y el Marqués de Villena (1470-1480), ha sido tierra de realengo dentro del Reino de Castilla. Este primitivo alfoz de Requena englobó los actuales municipios de Requena, Utiel (hasta 1355), Mira (1537), Villargordo del Cabriel (1747), Camporrobles (1782), Caudete de las Fuentes, Fuenterrobles y Venta del Moro (los tres últimos hasta 1836).

Las actas del Concejo de Requena que principian en 1520 señalan Venta del Moro y Jaraguas como límites de su Redonda (1522) y como tierras de dehesas donde se señalan las de Realame y Palomarejo (1528) o Sevilluela (1545). Este adehesamiento produjo frecuentes conflictos con la vecina población de Iniesta que realizaba aprovechamientos forestales y ganaderos en esta tierra que estaba muy escasamente poblada. El 3 de agosto de 1557 el Concejo de Requena decidía realizar un cordón sanitario por peste hasta Venta del Moro. Una visita pastoral datada en 1579 del Obispo de Cuenca cita Venta del Moro como un lugar de 7 vecinos y 24 personas de comunión que en otra visita pastoral de 1588 se convertirían en 6 vecinos. En 1601, Juan Marco “El Mozo”, vecino de Requena, legaba tierras a favor de la fábrica de la Iglesia de Venta del Moro. En 1593 se nombra por primera vez un alcalde pedáneo para Venta del Moro, primer antecedente, pues, de administración municipal.

Por tanto, la zona es de poblamiento reciente (sobre todo en el caso de las aldeas más pequeñas), aunque sólo parece adivinarse un poblamiento más antiguo de Jaraguas por encontrarse en un altozano de carácter defensivo sobre la confluencia de tres ramblas y por su cercanía a unas salinas de explotación antigua. Todos los núcleos de población se encuentran cerca de una fuente o rambla que actuaría como razón inicial del hábitat: fuente Amparo y ramblas Albosa, Encaños y Salada en Jaraguas; fuente de los Desmayos en Venta del Moro; rambla Bullana con sus fuentes (Tío Mario, Fuente Grande, Hambre, Fuentecilla, etc.) en Casas del Rey; ramblas Albosa, Bullana y Varejo en Casas de Pradas, etc.

El origen del topónimo y pueblo de Venta del Moro se basa en la hipotética existencia de una venta regentada por algún musulmán en el camino que iba de Toledo a Valencia y que comunicaba Iniesta con Requena por el Puente de Vadocañas. Este puente (término de Venta del Moro e Iniesta) fue reconstruido definitivamente, tras diversas riadas, en su estado actual por la villa de Iniesta a mediados del s. XVI, del que se habla en las “Relaciones de pueblos del Obispado de Cuenca mandadas hacer por el rey Felipe II: Iniesta (1575) con las siguientes palabras: “hay una muy principal puente y edificio que loan los que ven a la parte de Vadocañas, camino de Requena y Valencia, de piedra labrada, fecha a costa de esta villa y repartimiento de vecinos, y con gran gasto que duró años, por no tener de propios, de un solo ojo y de gran altura y anchura. Pasan carros y gente. Tiene el ojo ciento y veinte pies en güeco de mucha largura. Dicen ser la mayor y mejor y de grandes y mayores piedras del reino, y pasan bestias, y todo lo demás, de Toledo y otras partes a Valencia y Requena donde está la aduana”. Es también por Vadocañas por donde pasa la Cañada de La Mancha o San Juan que se une en las cercanías de Jaraguas con la Cañada de la Serranía de Cuenca o de Hórtola. Por tanto, ésta fue siempre una zona de tránsito de arrieros, caminantes, comerciantes y ganado entre Castilla y Valencia. Anteriormente al puente de piedra hay documentados en Vadocañas puentes de madera (1547) e incluso el paso del vado en barcas (1529).

En el censo de 1699, Venta del Moro era aún un pueblo de sólo 15 vecinos, pero será en la segunda mitad del s. XVIII cuando se constata ya un importante crecimiento demográfico en la zona con aportes migratorios. De hecho, en las “Respuestas Generales al Catastro del Marqués de la Ensenada” de 1752 el término actual de Venta del Moro figura con un total de 101 vecinos (450 habitantes aproximadamente) repartidos entre Venta del Moro con 36 vecinos, Casas de Pradas con 12, 10 en Jaraguas, 7 en Tamayo y un muy reducido número de vecinos entre las aldeas más pequeñas del término y sus caseríos (4 en Casas de Moya y también en Las Monjas y Los Cárceles, 3 en Casas del Rey, 2 en Los Marcos...). Este Catastro cita la existencia además de la Iglesia de Venta del Moro (entonces anexa a la parroquial de Villargordo y a la de San Salvador en Requena) de las ermitas de Jaraguas y Los Marcos. Es el mismo catastro el que calcula en 4.490 almudes las tierras labrantías (no contabiliza parte del término municipal por quedar comprendido en las Respuestas Generales al Catastro de Requena), de las que un 96% se cultivaban de cereal (trigo, avena, centeno y cebada) y sólo una pequeña parte de viña (actualmente en régimen casi de monocultivo). Otros cultivos minoritarios que cita en la zona es el azafrán, garbanzo, cáñamo, verduras, hortalizas, maíz, guijas, etc. El olivo y almendro eran prácticamente inexistentes. El ganado estaba representado por 2.000 cabezas de lanar, 1.500 cabezas de cabras y 450 colmenas. Había una pequeña representación del sector textil compuesta por un peraire, un sastre y cinco tejedores, pero de dedicación no completa a su oficio. A mediados del siglo XVIII Requena y Utiel fueron unas de las pricipales poblaciones españolas dedicadas a la industria de la seda. En el cabezón de las rentas provinciales (alcabalas, millones, etc.) a Venta del Moro le tocaba pechar con 1.919 reales de vellón. Este mismo Catastro de 1.752 señala la no residencia en el término de ningún noble o hidalgo, ni tampoco miembro del clero.

En la segunda mitad del siglo XVIII el crecimiento demográfico se vio acelerado como consecuencia de la repartición en suertes de las dehesas del término (Sevilluela, Realeme) y el proceso de apropiación de los bienes comunales registrado en toda la Tierra de Requena. El 8 de mayo de 1780 por Real Resolución se crea la Junta de Propios y Arbitrios en Venta del Moro y Fuenterrobles, obligando a Requena a asignar 815 reales a Venta del Moro y 581 reales a Fuenterrobles y quedándose Requena la administración de las dehesas de la Sevilluela, Albosa, Realeme, Toconar y Cañada de Caudete.

En 1787, el Censo de Floridablanca, contabiliza 1.138 habitantes en Venta del Moro. En el siglo XVIII la figura del alcalde pedáneo es auxiliada también por un fiel de fechos.

La segregación municipal de Venta del Moro y el pase a la Provincia de Valencia

Es el 13 de octubre de 1798 cuando Caudete de las Fuentes, Fuenterrobles y Venta del Moro (entonces aldeas de Requena) elevan un memorial a Carlos IV solicitando la segregación municipal por causas “de proporción, utilidad y necesidad”, justificando su petición por su extensión, número de pobladores, existencia de iglesia, mesón, cárcel, horno y la distancia a Requena. Sin embargo, los trámites de segregación se paralizaron el 29 de agosto de 1800 a petición propia de los pueblos referidos debido a la falta de capital para proseguir con el expediente ante la retirada de apoyo en la iniciativa de varios terratenientes. Es en este expediente de intento de segregación (Archivo Histórico Nacional, Sección de Consejos Suprimidos, Legajo 5.300, nº 5) cuando el párroco de Venta del Moro certifica la existencia en el Padrón de Matrícula de 278 vecinos o 1.807 almas.

Tras dos segregaciones municipales fugaces, con el Gobierno Constitucional de 1812 y en el trienio de 1820-1823, el agosto de 1836 (tras la Constitución de 1836) se alcanza la independencia definitiva del término municipal de Venta del Moro nombrando alcalde al mismo que había ejercido durante las primeras efímeras etapas constitucionalistas.

En 1845, el “Diccionario Geográfico-Estadístico” de Pascual Madoz describe el término con una población de 360 vecinos o 1432 almas; un terreno agrícola cultivado de 21.000 almudes con una producción de trigo, cebada, centeno, avena, vino, aceite, azafrán, patatas, lino, cáñamo, miel y hortalizas y la existencia de una fábrica de jabón, una de aguardiente, 2 almazaras de aceite y dos tejedores de lienzos vastos.

En una comarca isabelina o borbónica, fueron muchas las incursiones carlistas que afectaron al pueblo y aldeas de Venta del Moro, especialmente en la primera (1833-39) y última Guerra Carlista (1872-1875), con continuos saqueos y extorsiones a la población y gobierno locales, destacando las incursiones de los generales carlistas Ramón Cabrera, Miguel Gómez, Sancho “El Fraile”, Forcadell, Cucala, Santés apoyados por facciones carlistas locales (Peinado, El Puli, Timoteo Andrés “El Pimentero”). Fue en una incursión del carlista Santés cuando se supone ocurrió una quema del entonces incipiente archivo municipal de Venta del Moro, donde figuraban entre otros los documentos de segregación municipal. A los estragos propios que produjo la guerra habría que sumar los que producían las reiteradas epidemias de cólera que se declararon en 1834, 1854 y 1855 (las más virulentas), 1865 y 1866 o la de 1885 que ocasionó 77 defunciones en Venta del Moro y sus aldeas. La segunda mitad del siglo XIX supuso el auge de la viticultura en toda la comarca.

Por Real Orden del 26 de junio de 1851, Venta del Moro junto con el resto de la comarca (exceptuada Sinarcas) pasaban a incorporarse a la provincia de Valencia, fijándose el límite con Cuenca en el río Cabriel. Fue una decisión motivada especialmente por razones económicas (el comercio con Valencia era desde hacía muchos años una realidad creciente) y que fue apoyada por la oligarquía requense. Sin embargo, en el campo eclesiástico la dependencia de la Diócesis de Cuenca se prolongaría hasta 1957.

SIGLO XX: AUGE Y DESCENSO DEMOGRÁFICO

En el Nomenclátor de 1870 el término contaba con 2.104 habitantes, repartidos en 453 casas (170 en Venta del Moro pueblo). En 1900 eran ya 3.309 habitantes, prosiguiendo una tendencia de incremento demográfico que no cesaría hasta la década de 1950.

Es en la primera mitad del s. XX cuando Venta del Moro experimenta una importante progresión que la convierten en una especie de capital subcomarcal, aupada entre otros aspectos por el empuje de unas aldeas en plena fase de crecimiento demográfico, ya que algunas de ellas eran tan sólo caseríos en el s. XIX (Los Marcos, Las Monjas, Pedriches, La Fonseca, etc.). Así se establecen en Venta del Moro 2 industrias alcoholeras, algunas bodegas, molino de harina, almazara de aceite, etc. donde se elaboraban los productos agrícolas procedentes de todo el término y de pueblos cercanos. Junto a ello, también se desarrolla una cierta infraestructura comercial y hostelera y aparecen los primeras manifestaciones culturales de importancia (fundación de la banda de música en 1908, inauguración del edificio del “Gran Teatro” en 1914 o fundación del primer club de fútbol en 1928). En 1915 una severa plaga de mildiu afectó a las viñas de la comarca.

A partir de 1927, todo el término municipal se ve afectado por uno de los proyectos de la Dictadura de Primo de Rivera, la construcción de la línea ferroviaria Utiel-Baeza, proyecto que se abandonó hacia noviembre de 1936, pero que supuso para el pueblo y sus aldeas un importante tránsito de gentes y un auge en la vida económica. Fueron muchas las familias que tras la paralización de las obras se quedaron a vivir en el término. En 1936, con la Guerra Civil, se produce un saqueo e incendio de las diferentes iglesias del término. En la posguerra, la Agrupación Guerrillera del Levante y Aragón registró una importante actividad en todo el término de Venta del Moro.

En 1940, el término municipal alcanza su máximo demográfico con 4.566 habitantes, sufriendo a partir de ahora una verdadera sangría demográfica, especialmente en la década de los 60 cuando se pasa de 3.959 habitantes en 1960 a 2.776 en 1970. La emigración se dirige en los 50 y 60 hacia el extranjero y a Barcelona, Madrid y Valencia alimentado especialmente por jornaleros sin tierras y pequeños propietarios agrícolas. En las últimas décadas del siglo XX continua el éxodo rural, aunque con menos virulencia (2.204 habitantes en 1981, 1.755 en 1992, 1.588 habitantes en 1999, 1.497 en 2009). La sangría demográfica afecta especialmente a las aldeas, ya que algunas se quedaron totalmente despobladas en la década de los 70 (Pedriches, Fonseca, Santa Bárbara, Tamayo) y el resto ha descendido su población desde 1950 en proporciones alarmantes (superior al 80% en Casas de Pradas y en Casas de Moya). El descenso demográfico también ha afectado, aunque en menor grado, a Venta del Moro pueblo que pasa de haber tenido 1453 habitantes en 1950 a 849 en 1999, a pesar de que en los últimos años está experimentando un cierto mantenimiento demográfico.

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ASOCIACIÓN CULTURAL AMIGOS DE VENTA DEL MORO